Nadie pone en duda que hay que empezar conociendo, analizando las necesidades, sabiendo desde donde empezamos. Pues desde ahí, desde la necesidad y su análisis y comprensión, y no desde la idea es desde donde puede surgir lo que hemos llamado: «otra innovación».

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Sabemos que un buen diseño pedagógico crea las condiciones de un resultado y un proceso más interesantes, productivos y satisfactorios. No es lo mismo un modelo pedagógico que otro. En unos modelos se tiende a generar reproducción, cooptación de lo conocido, y un mayor o menor sometimiento a los que saben. En otros modelos, más participativos, se trata de desarrollar personas y grupos que no sólo experimenten lo conocido, sino que hagan como decía uno de mis maestros: «devolver mejorado lo que recibimos».

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Hoy por la mañana me encontraba revolucionario, y me puse el disfraz de reformador, recordé eso de «vísteme despacio que tenga prisa» y le dí vueltas a algo que siempre me ha rondado en la cabeza cada vez que he visto, sobre todo en grandes empresas, la facilidad para «de pronto» intentar cambiarlo todo.

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Los recursos de investigación no son suficientes, pero no sólo es una cuestión de cantidad. Lo cierto es que no son suficientes, pero los que son, son poco eficientes, y yo diría que eso es lo grave, porque lo importante no es la cantidad, sino y sobre todo la calidad, la intención, las formas, los métodos, las competencias, la organización, la gestión. Y a estas cosas dedicamos muy poco de los recursos para investigación. Nos preocupamos de las cantidades, distribuidas entre especialidades, y entre aquellos que están situados por méritos propios entre los mejores; sin embargo, no nos preocupamos de los métodos, de las rutas innovadoras, de las formas de gestión eficiente, de la participación, de los grupos de trabajo, de la iniciativa con sistema de valores, de tantas y tantas cosas importantes que hacen que un investigador o un grupo de investigación sea excelente o no tenga ninguna posibilidad de serlo, o sólo por error.

Los investigadores son los primeros, en general, que dudan de que el aprendizaje de métodos y formas, de adecuadas orientaciones, de horizontes, de estrategias, de dirección, de participación, de motivación, ….. sean cosas importantes, y al final se introducen en un espacio especializado, donde el esfuerzo, sobre todo, personal, es impresionante en relación con los resultados obtenidos, y estos no son todo lo que pudieran. Tenemos que dedicar recursos a preparar a los investigadores, a preparar a los grupos y equipos de investigación, en crear y diseñar espacios de intercambio no sólo técnicos, sino entremezclados, heterogéneos, que permitan aprender de forma cruzada, del diferente, del que no está en el mismo campo, en el mismo cluster. Entre los que se mueven en una misma área o cluster, puede haber colaboración, pero muchas veces es difícil, ¿por qué? porque siempre existe una fuerte competencia implícita que induce a dificultades para aprender, porque la tensión no es la mejor forma de aprendizaje y de práctica.

En fin, se necesitan complementos a la investigación, lo que yo llamo saber investigar, o mejor ser innovador en la investigación, aplicar el modelo de innovación al mundo de la investigación, e inmediatamente nos encontraremos con una necesidad evidente de desarrollo de grupos y equipos de investigación y de los investigadores. Bueno, hace años me invitaron a una conferencia donde me permitieron hablar sobre este tema, y al final, hasta escribí un artículo. He paseado por muchos despachos oficiales para inducir a que se pusieran en marcha programas complementarios y paralelos para investigadores, innovación para investigadores, pero no he tenido éxito en mi vagabundeo. A todos les gusta, pero nadie se atreve, y al final, todo queda como está, y así seguiremos teniendo un alto coste y una inversión ineficiente. Vuelvo a repetir, no es problema de cantidad -aunque lo sea-, es problema de calidad.

Espero que se me entieda, porque aún habrá alguno que hablará de la calidad de la investigación, cuando lo que se trata es de la calidad de los procesos de investigación, y de los formatos de dirección y motivación que lleva implícitos un tipo de dirección propiamente innovadora. Bueno, pues ahí está el artículo de hace años, creo que vale la pena echarle un vistazo para aquellos que se sientan realmente interesados en cambiar nuestra eficiencia investigadora, tarea por supuesto a largo plazo, en un horizonte donde la paciencia y la constancia y el aprendizaje experimental nos ayudarán a encontrar el horizonte.

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Me atrevo a analizar lo que ha sido 2006 para el programa Aldebaran Innovation, es decir, para el proyecto que todavía constituye una parte de mi sueño y de mi horizonte. Regenerar el tejido social no es fácil, tenemos que dotarnos de método, de modelo, de horizonte, de proyecto, y cómo no, de investigación. Sin un fuerte programa de investigación, un programa coherente, estratégico, a largo plazo, no sería posible desarrollar lo otro y mantenerlo vivo. Como decía Gramsci: la verdad es siempre revolucionaria, y alcanzar la «verdad», aunque sea con minúsculas, tiene que ver con el análisis e interpretación de lo real, con el conocimiento, con el saber alcanzado, y todo eso, sin bases, sin fundamentos, sin documentación, sin análisis, …… no es posible. De ahí la importancia de investigar, y la importancia después de divulgar y de intercambiar. Pero para eso tenemos que disponer de un programa estratégico, un programa a largo plazo, un programa para hacer posible lo demás. A veces, hasta hay que saber «perderse» en la investigación, para luego dar luz a espacios nuevos, espacios que faciliten las cosas de los que vendrán. Ese es el sentido de mi trabajo, y lo que guía mis intenciones. No siempre lo consigo, y muchas veces, me equivoco, pero sigo intentándolo.

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