De 1998 a 2001 Santiago Guillén y yo trabajamos en un proyecto tremendamente motivador, que consistió en montar una Asociación para la Innovación, así se llamaba, que intentaba, entre otras cosas racionalizar lo que en ese momento era, sin duda, una locura, la emergencia de las start-ups internet en el mundo de los negocios y las oportunidades. No existían parámetros para «valorar»-medir a este tipo de organizaciones, y las inversiones se hacían «a tientas». Uno de los trabajos científicos fue formar grupos de «interesados», aglutinarlos y hacerles trabajar sobre lo que era valioso y lo que no en este mundo emergente. Esas pautas nos servían posteriormente para forjar una especie de «mercado persa» entre los que llamábamos «business angels» y los «emprendedores internet». No era fácil dar racionalidad a esos mercados, pero nosotros lo intentamos, con trabajos científicos, que casi se convierten en un libro que estábamos preparando. Bien, uno de los capítulos del libro, me parece que el tercero, era el que reproduzco, ahora con pequeñas modificaciones. Fue una experiencia apasionante, en un momento donde ser racional venía a ser como ser idiota. Nosotros intentamos evitar las locuras tipo terra.

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