Entré en 1968 en Telefónica: primera promoción de economistas. Éramos diez. Nos mandaron a las regionales a estudiar como estaba todo y que podíamos aportar. Una gran idea de Barrera, el presidente, y una gran oportunidad para todos nosotros. Era una empresa anticuada, plenamente ingenieril, pero no se hacía más que aplicar lo que les venía de Standard Electric, filial de ITT, poco más. Dentro se operativizaban sus equipos y su tecnología. La empresa conservaba los equipos y cobraba y gestionaba esos cobros. La parte comercial era básicamente defensiva: atender reclamaciones y averías y ya. Nosotros éramos buenos economistas, y después de cuatro meses nuestro informe conjunto fue tremendamente radical. Era preciso modernizar casi todo, pero primero había que organizar la información y sus flujos. Hasta los conceptos y palabros usados eran de otro mundo, sin gran aplicabilidad.