Ayer, como en otros momentos de mi vida, se me ocurrió un tema que me gustaba y hasta me parecía diferente y algo innovador. Me ilusionó y me dije: tengo que acordarme para poder escribir acerca de eso …. bien, pues eso se me olvidó …. mi madre decía que cuando algo se ha olvidado no valía la pena … o sea que es probable que no tuviera tanto interés como creí en el momento en que se me ocurrió. Si es importante, ya se me ocurrirá otra vez; si no lo es, y me olvido, nada se ha perdido. Y si es importante y lo olvido, seguro que no era tan importante.
¿Por qué lo saco a colación? Pues básicamente por la tendencia que tenemos a quedarnos en la nostalgia del recuerdo, lo cual finalmente sirve para bien poco. Una cosa es recordar lo que vale la pena recordar en el momento oportuno y que es adecuado recordar, y otra, es quedarnos en el recuerdo. El recuerdo o la nostalgia o la morriña o «a saudade» portuguesa o brasileña sólo nos sirven para no vivir, para no estar, para estar donde no estamos viviendo. En consecuencia, y aunque en algunos momentos valga la pena quedarse en el recuerdo, por unos instantes, para recordar a un padre o madre muertos o para acordarse de algo que habían dicho y ha sido y es sabiduría para nosotros, hay que desprenderse del ayer …. y vivir el hoy. Si quieren más agilmente, vivir el aquí y ahora, es decir, un tiempo presente, pero con ciertas indeterminaciones del inmediato pasado y del futuro más que probable. Aquí y ahora, vivir el aquí y ahora, vivir la realidad, vivir lo que vemos y sentimos, vivir cada día como si fuera el último, pero sabiendo que no lo es, nada de dramatismos, sino más bien compromisos con ese día a día tan interesante, y dónde casi siempre la vida te sorprende y muchas de esas veces, favorablemente.
También es cierto que la forma en que abordemos la vida tendrá mucho que ver con cómo la vivimos y hasta la recordamos. Vivir las sorpresas de la vida como oportunidades o posibilidades, es siempre más interesante, hasta para tener un buen recuerdo, que vivirlas como límites y dificultades.
Una vez escribí en una de mis estancias en USA sobre los inhibidores y los sublimadores, y acababa afirmando que los inhibidores, los problemas, los límites tienen su salida en la sublimación de ese mismo límite. Dicho en otros términos, los problemas, las necesidades reales, las escaseces, no son tales o al menos se percibirán de otra forma, si sabemos que en su esencia está su solución y sobre todo, lo más importante, nuevas formas de auto-organización y hasta de auto-realización.
Aprender a vivir el presente y un paso más, es como ver el río, vivirlo en su variedad y riqueza de formas y añadidos, y además, verlo venir, poder recibirlo como se merece, siendo contemplado para ser realmente disfrutado.