Monopolios & Capitalismo

No, no hay monopolio bueno. Ya saben: «aunque la mona se vista de seda, si mona es, mona se queda».

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En el fondo, un monopolio tendría que ser considerado en la práctica económica como cazable y extinguible, pero su poder, sus lobbies, sus políticos a la espera de puertas giratorias, sus favores a los que representan al Estado, su «buena educación», su vinculación histórica con la nobleza, la realeza y las grandes familias, su rentabilidad para los semi-rentistas que en parte los financian, la dependencia y subordinación de medianas, pequeñas y hasta grandes empresas, que subcontratan, aquellos funcionarios que se sienten bien pagados, relativamente cómodos y con estabilidad, la publicidad innecesaria, pero favorecedora de los medía y de sus intereses, con los que más de una vez corren paralelos, …… todo eso y mucho más, les permite conseguir una «aceptación o consenso social» que supera con mucho las mas que razonables críticas, reclamaciones, o cualquier otra forma de oposición.

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Además, verlos desde afuera, mejora mucho su imagen. Verlos por dentro, entristecen, enloquecen, te matan todos los días un poco, sobre todo si todavía conservas un mínimo de dignidad y justicia en ti mismo y no has sido contagiado por alineamiento institucional o prefieres no mirar, porque a fin de cuentas vives demasiado bien para lo que haces.

Los monopolios han crecido y siguen creciendo rápidamente y por supuesto a ritmos fuertes y estables. Es una inversión de futuro. Un monopolio tiene que hacerlo muy mal, muy mal, para dejar de ocupar su parcela de poder o no aumentarla todos los días un poco. Es extraño. Casi no hay antecedentes. A veces llevarse mal con alguna parte de la justicia o de la prensa o no «comprar» (quiero decir agasajar o premiar) debidamente, en forma y tiempo, puede conducir a pequeños problemas, que en todo caso siempre pueden llegar a ser defendidos por otros. El ejemplo de Ausban es expresivo y no necesita más comentarios. Tiene riesgo para el monopolio no necesitar publicitarse, es decir, ser tan bueno -excepción reseñable- que no precise de la publicidad diferente del boca a oído de los clientes. Excepciones y pocas. De alguna forma, es un pecado que está ahí latente y que como se suele decir acaba teniendo «mala prensa» (expresión que da a entender implícitamente que hay «buena prensa» …….).

La mayoría de los monopolios son muy prudentes y no se les nota. Se esconden, como siempre se han escondido los grandes dominadores en el sistema capitalista. No quieren que se les vea más que como marca, de esas que se venden solo por ser marcas, es decir, de esas que crecen solas, casi sin hacer nada -a veces, hasta es mucho mejor no hacer nada-. Pueden vender cualquier cosa, hasta su propio modelo o caso de empresa o de management. Como a Midas, todo lo que tocan se hace oro y el dinero llama continuamente a la puerta del dinero y es bien recibido. Otro día contaremos otras cosas sobre monopolios.

De todas formas, me gustaría dejar una cosa clara: los monopolios de alguna forma son la antesala de un capitalismo del desperdicio, del derrumbe y de la explotación, y traicionan y contradicen el mito-ideología del mercado neoliberal, aunque son los mayores difusores de la idea simplona del mercado. Les interesa y mucho.

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