Según se va recuperando el mundo occidental de su gran crisis-depresión, los emergentes van dejando paso. Es casi ley de vida en el capitalismo: cuando les empieza a ir bien a los «dominantes», los otros tienen que regresar a sus penurias. La dependencia explica en toda su dimensión el drama de las desigualdades de los mercados, sean estos de mercancias o de productos financieros o de ambos mezclados. ¿Quién manda? La pregunta siempre tiene una única respuesta. En tanto es posible explotar a los países dependientes, parece que a ellos les puede ir bien, sus mercados internacionales se amplían, las mercancías tienen un precio bueno para sus intereses, y los «putos amos» se ponen las botas también con ese crecimiento básicamente especulativo; pero cuando el «puto amo» se cansa o ve debilidades en alguno de esos mercados emergentes, empieza una tremenda presión, casi siempre comercial y financiera, que acaba concluyendo en una bajada de precios internacionales, y un nuevo negocio para «los putos amos». Total que podíamos decir que «los emergentes», sobre todo aquellos más débiles, ya han tenido su oportunidad. Ahora vienen los problemas. Los padece ya Argentina y Brasil desde hace un año y pico aproximadamente, ha bajado substancialmente el crecimiento de China y de la India. En fin, las crisis especulativas siempre dan dinero. Siempre es el momento de los «putos amos».

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