Hoy en clase, actúo un tercer grupo, que estaba compuesto por tres alumnas de tres orígenes diferentes. Por una equivocación mía, y pensando que se había acabado el tiempo, a las doce y treinta y cinco minutos dí por terminada la clase (no sé porqué creí que la clase era de hora y media y no de dos horas, como son en el grado). Entonces, se produjo la típica desbandada, aunque algunos quedaron por pequeños problemas de última hora, y cuando ya había hablado con dos o tres, se acercaron los de un grupo de trabajo que también estaba convocado para hoy, el cuarto grupo del día. Al darme cuenta de mi error, a los que quedaban, aproximadamente la mitad de los asistentes, como unos treinta todavía, que el último grupo tenía que intervenir. Se quedaron sólo dos alumnos, un chico y una chica y el tercer grupo que había intervenido, chicas todas de la primera fila, y yo. Es decir, se fueron todos los demás.

La exposición fue muy interesante, y curiosamente, el grupo, al igual que el tercero, era totalmente multinacional, en este caso cuatro miembros de cuatro orígenes diferentes.

Entiendo que la multiculturalidad permite aprender mucho, entre otras cosas, formas. Es lo mismo que formar grupos de chicos y chicas, los chicos nos moderamos en nuestros comportamientos, y al final, unos aprenden de otros, y los otros de los demás. Pues hoy también he descubierto que los dos grupos más multiculturales que nunca he tenido, de orígenes y nacionalidades diferentes, han tenido un comportamiento especialmente delicado y ejemplo para todos los demás. Habría que decir en voz alta: ¡Gracias por ser diferentes, gracias por enseñarnos lo diferente, gracias por añadir otras formas de decir y pensar, gracias!.

Nota.- En el tercer grupo, una de las chicas era latinoamericana, no diré el país para permitir la generalización, que sería justa. Pues bien, la chica hablaba como hablan la mayoría en unos niveles acústicos mucho más bajos que los tonos de nuestras ibéricas disertaciones o discusiones. Hablaba en un tono tan bajo que los del fondo, cuando hacían sus comentarios típicos de fondo, me dificultaban seguir el discurso a mi, que estaba en primera fila. ¿Por qué no empezaremos a hablar en un tono menos intenso? ¡Tanto tenemos que aprender!

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