«Fortalecernos en la lucha contra la enfermedad del intelecto -el idealismo- que cree que lo real puede dejarse encerrar en la idea, y que acaba por considerar el mapa institucional como si fuera el territorio; y contra la enfermedad regenerativa de la racionalidad -que es la racionalización- la cual cree que lo real puede agotarse en un sistema coherente de ideas»
Sin duda, unos buenos propósitos, aunque todavía tienen ocupadas las mejores posiciones en la pajarera, son más -mucho más- interesantes para el poder y sus manipulaciones.
Y en otro momento dice:
«Es necesario enseñar los métodos que permiten aprehender las relaciones mutuas y las influencias recíprocas entre las partes y el todo en un mundo complejo»
¡Ya lo creo!
En muchos aspectos, Edgar Morin es como reencontrarse con el sentido de las cosas y de sus relaciones.
Para mí, en muchos sentidos, ha sido una contrastación, con palabras más puestas, más en su sitio.