Nación, naciones, nacionalidades, países, ……
Según el ex, Aznar: «Sin la nación, todo se derrumba». ¿Será por eso que todos aspiran a ser naciones? No creo, aunque todo es posible. Igual piensan que van a desaparecer si no «se salvan» como naciones, o si no van «a ir al cielo». ¡Qué tontería la del Aznar! ¿Cómo es posible que se haya creído que es un estadista? ¿es que no sabe mirarse en su propio espejo? Tendría que ser obligatorio que las tonterías que dicen las escucharan solos y mirándose a sus propios ojos, que se les grabara la cara de tontos que pondrían y es probable que ya no siguieran en lo mismo.
En la misma entrevista dice: «Sin la familia no hay nada» o «La verdad, más allá de la ciencia …. La libertad y la verdad están más allá de la verdad técnica» (aquí como ven, la ciencia se reduce a «verdad técnica», fabuloso). ¿Qué entenderá Aznar de conocimiento, de verdades relativas y de otras muchas cosas de las que se cree un gran sabio (sic)?. Perdonen, pero era inevitable que me metiera con Aznar, es que cada día dice más chorradas, parece un neocristiano de esos de la derechona a la derecha de los republicanos estadounidenses. Este párrafo tómenlo como una diletancia pueril ante el «inasequible al desaliento».
Pero volvamos al tema central: nación, naciones, nacionalidades ……. ¿Quieren que les cuente mi versión de las cosas, así sintéticamente?
Pues bien, érase una vez un país torturado, que quería salir de casi 500 años de dictaduras, entre ellas una última demasiado sangrienta, y típicamente militar. Había que salir como fuera, «transitar a la democracia» con el menor coste para los intereses creados. Se hizo una constitución en la que todo «estaba atado y muy atado», de ciento y pico -mucho pico- de artículos, es decir, algo donde se resguardaban muchos intereses, «no fuera a ser».
Una estrategia que, probablemente se le ocurrió a Suárez, que era un tipo ingenioso, fué la de mantener la mal llamada «unidad de España», y su centralismo casi milenario, mediante el original invento de las «autonomías».
El Estado de las Autonomías era un estado al servicio de las diferencias, pero de esa forma el aparato central del Estado iba cediendo transferencias y mantenía el control al negociar bilateralmente con cada uno …… Era una buena estrategia para mantener el poder centralizado, porque ya se sabe esas autonomías, por mucho que pidieran, siempre tendrían que vérselas con «todos», es decir con el Estado-Gobierno de todos, con Madrid. Se pensaba con eso que además, de esa forma podrían arreglarse los problemas «históricos» de Catalunya, Euskadi y Galicia, que ya habían tenido un tratado autonómico en la II República.
No era mala idea, pero contenía, como todo, un germen de futuro que contrastaba con los intereses a corto plazo. A corto y medio plazo las autonomías estaban en manos del Estado Central, pero …. ocurrieron dos cosas, entre otras muchas: primero, eso de la autonomía cobro «alas» de provincianismo en muchos casos y en cualquiera de ellos, de identidad aunque fuera provincial, o nacional o autonómica, que nos llevaba a una suerte de «cantonalismo»; y otra, que todo se convirtió en una especie de «plegaria» enfadada de re-i-vin-di-ca-cio-nis-mos, sobre todo, liderados por Catalunya y Euskadi. El modelo contenía en germen una gran contradicción: se quería que sirviese para controlar, y sin embargo, creaba las tendencias y líneas de reproducción hacia el descontrol.
Se prefirió al estado federal, porque eso de federal sonaba a república, y aquí era una monarquía …. creo que parlamentaria. Y no fuera a ser que aparecieran «veleidades» hasta ese momento dormidas de tipo republicano. Sin embargo, el Estado federal era algo ya comprobado por muchos países democráticos y con buen funcionamiento. Existían muchas experiencias que así lo corroboraban, era una suerte de distribución de tareas, donde existía una gran autonomía por parte de los Estados de la federación, y el «Madrid» correspondiente se reservaba el ejército, la policia interfederal, llamada normalmente federal, las relaciones exteriores y la normativización general de todo el entente. U.S.A., R.F. de Alemania, Brasil y otros países mostraban buenos resultados de ese modelo, ya muy experimentado y extendido. Pero ….. era un modelo que al principio sonaba demasiado a «libertad» de las partes, y eso no gustaba demasiado. Era más adecuado mantener el control de las partes, y por eso se «buscó» una parodia de federalismo, en las autonomías. Por otra parte, vuelvo a repetir no conozco ninguna monarquía federal, porque en el fondo el federalismo tiende a manejar los principios básicos de libertad, autonomía, responsabilidad e igualdad, en tanto las monarquías parten de un principio de desigualdad ante la ley, que se plasma en la situación del mismo rey como «no juzgable». Entiendo que buscaran otra solución, una solución original, pero que cantidad de problemas nos ha producido la tal solución, que hubiéramos evitado montando un estado federal, y que sin embargo, ahora difícilmente podemos reencauzar.
El tira y afloja entre Madrid y Autonomías ha significado un continuum de presiones en las que el Estado central ha ido cediendo a unas más y a otras, en principio, menos, pero que al final, cuando cedía, las demás protestaban y asi se montaba un problema «sinfin», inacabable, y hasta inabordable. En cuanto una quería ser nación, la otra también; en cuanto una tenía inversiones en infraestructuras, la otra también y más; y asi hasta el infinito. Es el caso donde estamos, si es que podemos siquiera valorar donde estamos. ¡Que gran follón, y sobre todo, qué difíciles son las salidas!.
Ahora casi todas tienen tal identidad, tal refuerzo de -me permitirán- provincianismo, que parecen todas autonomías históricas o de toda la vida, y han encontrado una fuente de reivindicaciones en las «deudas históricas» que venga ud. a saber que significan. De acuerdo con ellas, los países hispanoamericanos tendrían derecho a reclamarnos un montón por nuestras conquistas, y expoliaciones. Pero parece que nadie quiere darse cuenta, en este proceso sinfín y sin salida, donde a una reivindicación sigue otra y así. Y mientras, Madrid rebasado. Los que están en el gobierno, se vuelven locos al estar entre dos fuegos, el de cada autonomía -que son varios fuegos- y el de la oposición y los grupos parlamentarios o sus asociaciones de poder; los del partido de la oposición ahora, porque muchas de las cosas que dicen desde la oposición ni se atrevieron a hacerlas cuando eran poder, ni podrían hacerlas -solo las dicen porque se oponen frontalmente a todo-; los nacionalistas y representantes autonómicos «frotándose» las manos ante tal desconcierto; y todos intentando aprovechar los miedos y las sensaciones, en vez de los saberes, experiencias y conocimientos, para manipular a los electores y conseguir una pírrica victoria cortoplacista, que sencillamente los pondrá entre las patas de los caballos si es que llegan al gobierno. A no ser, claro está, que sean los partidos primados en la constitución, y que juegan un papel no sólo de árbitros, sino de privilegiados que reciben privilegios, como son los partidos nacionalistas con cierta presencia en el parlamento: PNV, AE, ERC, CiU, son entre otros, los grandes beneficiarios de este entuerto que es el original y simpático: Estado de las Autonomías.
¡Menudo lío, sí, menudo lío que hemos montado para mantener el centralismo y controlar mejor a los del Atolón! Resulta que los del Atolón ahora retan y hasta superan ampliamente al Volcán Madrid, que cada día pierde por goleada. Vamos, malos tiempos para el Real Madrid, y buenos para los periféricos, como el Villareal, el Valencia, el Barcelona, el Sevilla y hasta el Espanyol. Los del Volcán están acorralados, y sino miren la clasificación en futbol, que es un buen síntoma de como anda el país. ¡Acorralados! Parece una película de terror, y a veces, pienso que lo es.
