Sin experiencia no hay posible innovación, y por eso la experiencia está en la raíz de todo, en la acción (“tirarse a la piscina …”). A la experiencia hay que vincular el análisis que nos permite saber constantemente donde estamos, hasta donde hemos llegado y lo que nos queda por recorrer.

La acción-experiencia nos da solidez, nos confiere realismo, y sobre ello podemos montar una comprensión, conocimiento (de la experiencia a la ciencia). En última instancia, sentido de la realidad, realidad en sí misma. El punto de partida de cualquier proceso modificador es la realidad misma, no la idea, sino la realidad, las cosas como son. Y la realidad tiene una dinámica, unas leyes, unas físicas, otras sociales, otras económicas. Es preciso conocerlas bien. Y es preciso tenerlas en cuenta para trabajar sobre esa realidad. Por poner un ejemplo ligado a la innovación organizacional, las organizaciones tienen unas leyes, unas tendencias, son proclives a ……. fragmentarse, a hacer más que a pensar, a estructurarse rígidamente, a conservarse, a autocomplacerse, ….. etc. (Véase mis artículos: “Hacia un cambio en la cultura corporativa y en los estilos de dirección” Revista T, 1989 o bien: “De la dependencia a la innovación” en Revista AFYDE, 1993)

También es preciso tener en cuenta las leyes sociales, las económicas, y hasta las físicas. Pero eso no es lo más importante, sino que lo más importante es que “queramos mirar la realidad”, que a pesar de ser una percepción que muchas veces nos deprima, no la obviemos con idealizaciones o denigraciones más propias del mundo de las ideas, que de los hechos.

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Encarar la realidad es vivir el presente hacia el futuro, teniendo en cuenta el pasado. En el presente está, como dice José Luis Sampedro, en germen el futuro. Los “estructureros” lo sabemos muy bien, saber de la realidad es el principio de la comprensión de lo que es y lo que pasa, y hasta de anticipo de lo que será o pasará.

Una acción sin análisis, sin experiencia, sirve para bien poco. Hacer y analizar y comprender son fases obligadas para aprender, sino haremos como la mayoría “que tropiezan ¿dos sólo? veces en la misma piedra”. Aún aprendiendo de cada paso, tropezaremos y nos equivocaremos más de una vez en una nueva acción. El error es una fuente de conocimiento, una oportunidad para aprender. Y mucho más que el éxito, como ya he afirmado en otros sitios.

Por tanto, acción-experiencia es como acción-investigación, es decir, la acción no puede ir aislada, ni solitaria, ni ser sólo acción, ha de ser acompasada con la comprensión de lo que hacemos y la rectificación o mejora consiguiente. Este es el primer punto de la galaxia, el fondo de la galaxia. Si falla la acción, si no hay acción, si la acción es sólo acción, la galaxia de la innovación tiene los días contados, y se convierte en un agujero negro (black hole) que camina sin sentido y obvia el conocimiento y el aprendizaje. Es más, a veces hasta llega a odiarlo, a negarlo y a “engullírselo”.

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