Dirigir no es mandar, dirigir es saber gestionar e integrar personas y cosas, sobre todo, personas. La explotación no es buena consejera. No vale de nada buscar a un directivo que es, como conocí yo a más de uno, un «carnicerito», un experto en echar gente, que no sabe más que eso, una especie de Capello, que organiza clanes e imparte miedo, y al que no le gusta, a la calle. Eso no debe hacerse nunca, porque los que se quedan, bajan substancialmente sus estados motivacionales, no saben cuando van a ser ellos los maltratados. Aunque solo fuera por egoismo, un directivo debería saber estas cosas elementales y de sentido común, pero ¡tantas veces, actúa como si fuera un ignorante!. Los Capellos, por desgracia, no están de «capa-caida», sobre todo, si consiguen resultados a cuenta de explotar clientes y personas y quemar el futuro y a la gente que les rodea. Pero no es tan fácil hacerlo sin que se note. Y por eso, no es ni rentable.

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Tal vez la cultura organizacional sea el principal obstáculo a la dinamización de las intranets. Igual puede ocurrir con otras muchas innovaciones. La cultura dominante, normalmente jerarquizada, heróica, autoritaria, usa mal de las tecnologías y lo que estás nos ponen a su alcance. Una tecnología horizontal, plana, abierta entra en contradicción continua con una pirámide de privilegios. Puedo afirmar que las intranets no se dinamizan y se convierten en poco más de lo que había, después de haberse gastado mucho dinero en instalarlas, porque se ponen obstáculos e inhibiciones a su uso intensivo.

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La abundancia es un mal, aunque piensen lo contrario. La abundancia nos trastorna, nos transforma y nos engorda. Tenemos colesterol, comemos demasiadas grasas, «curamos» nuestras ansiedades con tabacos, vinos, drogas y comidas, contaminamos mucho e innecesariamente, producimos mucha basura, mucha de ella no-reciclable, y …… queremos más. La abundancia solo se sabe curar con más abundancia. El esfuerzo acaba quedando a un lado, el ejercicio también, las ambiciones sociales también, ….. y solo aspiramos a trabajar menos, a comer más y mejor, a beber mejores vinos y cervezas, y a deleitarnos con más cantidades. Lo repito, la abundancia finalmente no es buena cosa: hasta perdemos el impulso de la motivación y de la superación -¿para qué? nos preguntamos-, y eso es el principio de la decadencia. Si miráramos atrás, a los anteriores imperios, a los ricos de otras épocas lo comprenderíamos mejor. ¿Qué fue de aquella clase dominante romana? ¿Qué fue de los Borbones desde Carlos V y el declinar de su imperio? ¿Qué fue del Real Madrid imperial que arrasaba en Europa? …….. Una reflexión al año, no hace daño.

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