Ikuska es una mujer moderna, si que la palabra no suena en ningún sentido a antiguo, que puede ser .. También podíamos decir contemporánea. Vasca de nacimiento, su imagen sin embargo y parte de sus raíces hay que encontrarlas en Catalunya, eso fue al menos lo que pensé cuando la ví en clase por primera vez. Elegante, buena estudiante, con un cierto toque aventurero, y toques de global o antiglobal, en fin, una suerte tenerla en el curso, tanto para mí, como supongo para sus compañer@s. Ella también ha reflexionado sobre lo que ha sido el curso de este cuatrimetre. Ahí va:
EL RECORRIDO EN SISTEMA ECONOMICO MUNDIAL, UNA REFLEXION PERSONAL
En nuestra última tarea para la clase tenemos que hacer una reflexión global sobre la asignatura y sobre la metodología empleada en ella.
En primer lugar, y en general, puedo decir que he asistido a clase muy a gusto, que es mucho más de lo que puedo decir de la mayoría de las asignaturas que tengo este año. La metodología de trabajo ha sido completamente diferente a lo que estamos acostumbrados en este país, y diferente en un sentido positivo. Por ejemplo, ¿a quién se le ocurre comenzar una clase leyendo un fragmento de Confucio?
La experiencia final ha sido netamente positiva. La verdad es que me da pena terminar esta clase, y tengo una sensación extraña de nostalgia. Nos lo hemos pasado muy bien, y no es fácil encontrar algo así en esta universidad, las cosas como son.
Evaluación «técnica»:
Sobre la puesta en marcha, diría que me parece una estrategia muy acertada. El comienzo de la asignatura, con la obligación inmediata de tareas, como el tener que abrir un blog, traer noticias leídas y empezar a formar grupos de trabajo colectivo está bien enmarcado dentro de la asignatura, sobre todo debido a que marca desde un inicio una diferencia respecto a la metodología “tradicional” que se da en el resto de materias. Por lo tanto, el alumno se siente motivado a afrontar el temario en este caso.
Estar hora y media hablando y escuchando, en vez de tomando apuntes como un loco se agradece, y a la larga considero que constituye un método mucho más eficaz para interiorizar conceptos y evitar que se conviertan en simple reservorio de la memoria a corto plazo.
El blog en particular me ha parecido una idea genial. Es una herramienta amena, dinámica, que nos ha servido para hacer tareas de clase y “de paso” expresar nuestras inquietudes, gustos, etc. Es además una forma mucho más participativa de seguir una clase, ya que tienes la oportunidad de seguir los blogs de todos los compañeros y del propio profesor.
En el tema grupal creo que a veces he tenido la sensación de que podría haber sido necesario un control más estricto por parte del profesor, aunque es cierto que ya a este nivel universitario no se puede pretender la necesidad de un supervisor para llevar una tarea grupal a buen puerto.
La libertad de la que hemos disfrutado es algo inusual en nuestro sistema educativo, y a mí personalmente me ha servido de mucho. En mi caso en concreto, hubo varios días que no nos coordinamos muy bien en el trabajo grupal y no hicimos un uso eficaz del tiempo, hasta que pudimos encauzar un poco el trabajo a partir de una guía. En esta tarea se necesita autodisciplina y capacidad de organización y de colaboración, por lo que encuentro que tiene mucha utilidad que haya una asignatura que de tanta importancia a este tema. Además, los temas escogidos por los diferentes grupos, sin excepción, han sido muy actuales e interesantes, algo que es muy importante.
El final ha sido una de las partes más satisfactorias para mí.
Por un lado, agradezco enormemente que después de trabajar tanto manteniendo el blog en activo (lecturas, libro, etc) y el trabajo en grupo, las semanas finales de la asignatura sean mucho más relajadas, teniendo en cuenta también que tenemos otras muchas asignaturas en las que pensar.
Además, es una buena de terminar la clase el poder escuchar de primera mano en lo que han trabajado los demás grupos y poder participar en el feed-back. Hemos terminado las clases en un ambiente distendido, con la sensación de “trabajo bien hecho”.
De hecho, la última clase ha sido realmente genial, por una parte, porque el profesor Carballo ha hecho una especie de recapitulación de todo el curso, y por otra, porque tuvimos una visita inesperada.
Un alumno de Carballo, Fermín, del año 1979! Fermin nos habló de su experiencia en primera persona, sobre la universidad en aquellos años y sobre todo, sobre su recorrido vital-profesional posterior. Hizo aportes de lo más interesantes, y creo que todos pudimos ver en sus interpretaciones muchísimos puntos de unión con la realidad actual de la universidad española actual y sus estudiantes. Por ejemplo, en el enorme gap que hay entre teoría y práctica, y en cómo no sólo hace falta tener buenas notas para aprovechar después las oportunidades que te da la vida. Lo fundamental, lo que te diferencia del resto, te lo da la experiencia práctica y la habilidad de relacionarte con los demás. Fue realmente fantástico contar con Fermin en clase.
Creo que tener un alumno que venga de forma voluntaria, y encantado además, después de 31 años dice mucho a favor del profesor, como persona y como «metodólogo».
Gracias!
¿Por qué hacer una reflexión global al final? Porque sino no se hará nunca. Hay que hacer esas cosas en caliente; dejarlo para más adelante es como no hacerlo. Y como cuando uno ha terminado uno que considera sin duda un buen trabajo, y que ha sido mucho trabajo, normalmente tendemos a quedarnos dormidos y a descansar, pero ….. precisamente ese es el momento para reflexionar, comprender y estudiar aquello que vale la pena y lo que no vale la pena, y escribirlo. Si lo habláramos no sería igual. Las encuestas que se hacen al final de los cursos en los masters y en todos los cursos donde hay algun controlador detrás no sirven para nada, y además, casi nunca representan lo que ha ocurrido en el aula. No, tampoco sirve, aunque puede venir muy bien, preguntar el último día de clase, pero no es fácil decirlo todo hablando delante de los demás y de tu profesor. Por tanto, eso sólo sirve para que parezca que todo ha funcionado. No, cuando uno también quiere aprender, profesor y alumno, al final de un curso, hay que acabar reflexionando por escrito, dejando un tiempo para hacerlo, que surja cuando el alumno tenga tiempo o quiera hacerlo. Sin presiones. Sólo se pide y los que lo hacen cojonudo, porque servirá para mejorar lo que se hace; los que no lo hacen, pues no pasa nada, será que no quieren decir nada, nada de obligaciones en cuestiones que tienen que ver con el corazón y con la cabeza. Nada de instituciones, nada de controles …. solo pensar y llegar al sentimiento a través de ese pensar …. según se va escribiendo. Casi sin un plan.
Segundo punto a comentar: «asistí a clase muy a gusto». Creo que puede ser uno de los mejores piropos que pueden hacer a un profesor: «ha venido a gusto», «ha querido venir», «ha venido porque le apetecía». Viene libremente. Es una gran satisfacción y sé que los que han seguido el curso de una manera continua, aproximadamente unos 120 de los 150 alumnos matriculados que tenía en los tres cursos, han venido porque han querido, porque en algo les gustaba y atraía. Unos se atreven a decirlo; a otros les cuesta más trabajo, o no quieren repetirse, porque ya han visto que otros lo han dicho y se les han adelantado; otros son más tímidos y prefieren no decirlo, y ya que tienen pocas razones para hablar mal, mejor callarse; y así. Pero todos han venido en una media muy alta porque lo pasaban bien. Hubo casi pleno durante las cinco primeras semanas; bajó un poco con las lecturas porque eran más duras, costaba más hacerlas prácticas y operativas, darles sentido y comprenderlas … y eso puede desanimar un poco; volvieron con fuerza en diciembre y tuvimos una despedida de año fabulosa con las reuniones sobre fotos y música y realidad social. En Enero, a las presentaciones era obligatorio asistir, porque se trataba de: a) respetar a los compañeros que habían trabajado para el grupo; y b) lo que decían era parte de los contenidos de la asignatura, y era preciso hacer comentarios sobre el tema y relacionarlo con el propio. Como es lógico, la asistencia volvió a ser muy amplia. Estábamos casi todos, o por lo menos, todos los que habían encontrado razones para «ir a gusto a clase», habían aprendido o reforzado lo más importante: saber escuchar con ganas, con pasión, con crítica, pero con reconocimiento del esfuerzo de sus compañeros y colegas.
¿A quién se le ocurre empezar una clase con frases de Confucio? Pues nada más indicado. Yo más bien me pregunto cómo es posible que un autor fundamental como Confucio no esté en ninguna de las asignaturas de Ciencia Política de mi facultad, ni tampoco en la historia de las ideas: es alucinante como nos podemos olvidar de personajes centrales de la humanidad y aparcarlos en las bibliotecas sin ninguna consideración. Los personajes que llevo a mis clases suelen ser importantísimos para el desarrollo de la humanidad, pero olvidados, precisamente por eso, porque han hablado humanamente, se han interesado por las personas, han sido sensibles a cambiar aquello que no les gustaba del mundo. A veces son poetas, otras son literatos, otras son filósofos, otras son políticos, otras son avanzados o innovadores ….. se trata de que vean el otro lado de la moneda, lo que no ha sido institucionalizado, pero sin embargo, si no existiera o no hubiera existido, seríamos más pobres, más pobres de espiritu y mucho menos humanos. Se trata de sugerir, se trata de recordar, se trata de abrir las mentes, mostrar que hay mucho por aprender, que las cosas no terminan con reproducir unos apuntes o memorizar unos pasajes de un libro o un manual completo. Y se consigue, ya creo que se consigue. Tiene el impacto premeditado: mucho, mucho, hasta más de lo que ellos mismos pueden expresar o creen. De muchas de esas pequeñas «píldoras», como yo les llamo, no se olvidarán nunca …. o al menos, de sus orígenes, porque son, como dice Ikuska, una forma diferente de abordar las cosas.
«Nostalgia por dejar la clase» …. pero esa nostalgia se convertirá en recuerdo y experiencia, y será más intensa dentro de veinte o treinta años que ahora mismo, en muchos de los casos. Fermín es un ex alumno de hace 31 años, y que siempre dice lo mismo sobre lo que vivió en mis clases. Bueno, cada vez lo dice más convencido y con más y más capacidades y oralidad. Pero no es Fermín, que este año ha querido venir, a instancias de él mismo y de alguno de sus compañeros de curso, asistir a la última de mis clases. No, no es sólo Fermín son muchos que no se atreven a decirlo, pero en gran medida lo piensan. Tengo a bien que en este momento cinco ex alumnos mios que sepa han llegado a ser catedráticos, y todos ellos cuando hablan conmigo, me llaman -y yo siento cierta vergüenza- maestro. Por algo será. Por eso sé que dentro de diez o quince años, estos jóvenes que este curso han estado conmigo, se acordaran mejor y hasta añorarán con más intensidad aquello que probablemente solo vuelvan a vivir una o dos veces en su vida.
Conmovedora conversación entre profesor y alumna. Enhorabuena a los dos y un placer que nos hayamos cruzado en nuestros caminos.
Gracias y hasta pronto!
Gracias, María. Ha sido muy agradable conocerte el otro día, y espero que pronto tengamos ocasión de conocernos personalmente y de establecer algún tipo de cooperación.
La estrategia, dice Ikuska, y la palabra es la adecuada. Es preciso planificar y haber analizado bien todas tus experiencias, para poder organizar un espacio de aprendizaje. La estrategia, y las estrategias parciales, son elementos decisivos. Un ejemplo, si empiezas demasiado fuerte, puede resultar difícil para los que vienen «desentrenados» del verano, y también para tí, porque demasiado calor, agobia. Pero no se puede empezar «a verlas venir», es preciso graduar el ritmo y darle «dinamicidad» al espacio grupal e individual. Lo que ocurra en las dos primeras semanas es básico para que el curso funcione. Si no aprovechamos eso, es más que probable que el curso seguirá una pauta de menos intensidad que la que te gustaría o habías pensado. Hay que empezar con buen ritmo, pero con tareas que se puedan acometer fácilmente y que al tiempo motiven, se encuentre fácilmente una causa razonable para hacerlas. El ritmo de trabajo puede ser más intenso si se empieza con cosas que se pueden abordar a partir de nuestra propia experiencia. Y esa es una estrategia parcial ….. de las muchas que yo acabo utilizando. Las cosas tienen que funcionar y haber sido pensadas en sus consecuencias directas y hasta indirectas.
Otra estrategia es «tirarse» o provocar tirarse a la piscina desde el primer momento. No tanto explicar como hacer. Hay que sentir que el sentido de las cosas las vamos encontrando si tenemos una acción constnate y continuamente mejorada. Poco a poco las cosas van cobrando sentido, todo lo que hacemos; al principio, algunas cosas, después otras, y al final, el conjunto. «Encontramos el sentido en el camino». Decía Machado: «se hace el camino al andar». Y también se cobra el sentido al andar. Porque si todo estuviera planificado desde afuera, solo seríamos robots que cumplen las expectativas de un profesor planificador que nos obliga a hacer determinadas cosas. No, al final, ha de ser cada alumno y los grupos de alumnos los que encuentren el sentido a las cosas. Y cuando ya estén en marcha, se les van aportando claves para que ellos mismos encuentren el sentido de lo que hacen. Es básico …. ellos son los que tienen que encontrarlo, si se lo damos machacado no les ayudamos a crecer, sólo a ser unos papagayos de repetición.
Son muchas mis «piccolas» estrategias que conforman mi programa. Hay una, sin embargo, que es la razón de ser de mi forma de trabajar, y es que sé -con muy poco margen de error- que la gente es muchísimo más interesante, inteligente y trabajadora de lo que dice o parece. Y que sólo necesitan una buena justificación para dar el salto cualitativo. Confiar en el otro y sobre todo en el grupo es el fundamento de saber trabajar con grupos de personas.
Como confio desde el primer momento, no por idealista, sino porque mi experiencia me dice que puedo y debo confiar, todo acaba fluyendo, porque las inhibiciones iniciales se van rebajando a lo largo del curso, y las personas se sienten personas, y no discentes -sin ciencia-, bajo control y vigilancia, porque «no son de fiar».