Ayer fue un día intenso para mí, muy intenso. Y sobre todo, muy productivo y agradable. Me levanté temprano, casi me caí de la cama, hacia las seis y media -hay que aclarar para los que no tienen el horario español que ahora amanece a las siete y media o algo más tarde-, trabajé unas dos horas en un libro que estoy componiendo. Me lavé y me fuí a la Facultad. Puse en guapo tres seminarios y un programa de trabajo de la Red de Innovación Social y Educativa que he puesto en marcha en el Campus de Somosaguas, vinculada a la Asociación Espiral para la innovación educativa. Distribuí la documentación y la preparé para que otros hicieran una mayor difusión.
Más tarde, tuve una entrevista interesantísima con una persona que acabo de conocer, pero parece que nos conociéramos de siempre, con Enrique del Rio, un personaje auténtico y a la vez encantador. Nos conocimos a través de Tomas Villasante el domingo, y ayer ya estábamos en una entrevista donde me ayudó muchísimo a situar diferentes grupos de trabajo en el mundo de la economía solidaria y la cooperación. Magnífica, y desde aquí gracias, aunque sólo ha sido un primer encuentro. Seguiremos cuando vuelva de Galicia. Cogí el coche y me fuí a entregar los ferros del libro «Manifiestos para la Innovación Educativa». Encontré a Joaquín Vioque, mi editor, y hablamos un rato, primero sobre el tema y luego sobre un común amigo, Antonio Vilas, que ya se ha jubilado en la editorial, y que ahora no tengo oportunidad de ver. Luego pasé por mi casa, donde estuve menos de una hora, durante la cual seguí trabajando en unos temas que tenía pendientes. Volví a coger el coche y me fuí a Zarzalejo a la casa de Tomás y Loli, con los que había quedado para hablar del magister de Investigación Participativa para el desarrollo local al que me incorporo este año para colaborar en él. Me recibieron tan amables como siempre, nos sentamos en el entoldado y hablamos durante tres horas en torno a mi participación y en qué podía ayudarles en el planteamiento básico del master. Encontramos algunos puntos donde podía ser interesante, después de un trabajo muy serio, pero relajado, en el que tuvimos la oportunidad de departir una cerveza sin alcohol. Ya era de noche cuando me invitaron a ver su casa, por cierto, una joya, y muy en consonancia con los personajes, una joya para el futuro, y a cenar …. Lo pasamos muy bien en la cena, contando anécdotas de nuestros respectivos viajes y vidas. Acabamos a las once y media …. el cielo estaba semi-nublado y se podían vislumbrar algunas estrellas, como el triángulo del verano, aunque la luz de la luna, casi llena, reducía la visión. Me volví contento a mi casa ….. llegué a las doce y media ….. todavía tuve tiempo de mirar el correo y leer dos capítulos más del Kafka en la orilla de Murakami, que es una pena que no lo esté leyendo más seguido, pero al final solo le dedico el pre-sueño.
Un día intenso, sin duda, y muy muy provechoso y placentero, sobre todo, por poder disfrutar de la compañía de personas tan personas, no sé si me explico, personas de esas que tienen nombre y apellidos, y están llenos de cosas para contar y de oidos para escuchar ….. en fin, un gran día.
Hoy me he levantado temprano, he terminado de preparar las cosas para irme una semana con mis nietos e hijas a Galicia. Desde allí seguiré escribiendo. La verdad es que tengo tantas cosas que hacer ….. pero allí, en Galicia, el tiempo se multiplica, y sobre todo, la tranquilidad, la falta de presión, y hasta el aire, parece que me acompañan. Y las cosas hay que hacerlas una detrás de otra, y siempre se tiene tiempo si se hacen así. Si se hacen muchas al mismo tiempo, todo se confunde. En fin, ya veremos que tal me va este descanso, que yo no concibo si no es acompañado de trabajo, porque para mí trabajar es también descansar.
Me gustan los días tan intensos.
Me ha gustado ver los ferros últimos del libro «Manifiestos …». No sabría cambiar muchas cosas, aunque sí añadir algunas.
Llevo muchos días así.