Centralización del poder, en todas sus vertientes, pero básicamente el ecónomico-financiero. Lo que hoy denominamos el poder corporativo, es decir, en términos más directos, los grandes monopolios, las grandes marcas, los que ocupan la posición de poder y no dejan que nadie los eche. Allí donde la competencia es mínima, está muy reglada, porque las respuestas pueden ser muy duras, y es mejor estar que no estar. Las corporaciones se protegen entre ellas, y tienen sistemas casi infalibles de mantenerse donde están. Para eso está todo el subsistema publicitario y de los mass media. Los media no podrían vivir sin las grandes corporaciones que son las que suministran la publicidad que ellas necesitan para forjar marcas que permitan precios inaceptablemente altos y monopólicos. Son dos elementos del sistema que se refuerzan y que refuerzan el poder, su centralización y su concentración.
Para la centralización, solo hay un remedio, salirse de lo centralizado, trabajar desde lo local, producir cambios en el entorno inmediato, olvidarse del «gran mundo» y aislarlo evitando sus marcas y sus publicidades. Es difícil, pero con trabajo se logra. La descentralización básicamente significa libertad, por eso cualquier batalla ganada a lo centralizado, nos hace mejores y nos convence de que podemos ser sin ellos. El boicot es otra forma de lucha contra los monopolios y la centralización. A ellos les interesa tenerlo todo a mano, todo centralizado, todo controlado desde unas pocas manos. A los demás, a la mayoría, nos interesa recuperar algo de nuestra libertad, siendo nosotros mismos, siendo coherentes con los otros y con el medio, y evitando la destrucción de lo que nos han legado nuestros padres y abuelos.
Un choro, que es una forma de música popular brasileña, para llorar el entierro de la centralización. Esta vez a través de un músico de siempre Villa-Lobos, ese gran compositor brasileño.
«Sí, soy brasileño – muy brasileño. En mi música, dejo cantar los ríos y los mares de este gran Brasil. No pongo una mordaza a la exuberancia tropical de nuestros bosques y nuestros cielos, que intuitivamente incorporar a todo lo que escribo » dice Heitor Villa-Lobos
No puedo evitarlo. Cuando me viene a la cabeza la dinastía Ming no puedo olvidar el malo de la serie de Flash Gordon, el padre de la maravillosa y perversa Aura, que es más que el sol y el imperio juntos. Ese imperio es tal vez el que nos acompaña ahora bajo la forma de grandes corporaciones, centralizadoras del poder económico, llamado corporativo.