«Hay días en que me levanto con una esperanza demencial, momentos en los que siento quelas posibilidades de una vida más humana están al alcance de nuestras manos. Este es uno de esos días.
Y me he puesto a escribir casi a tientas en la madrugada, con urgencia, como quién saliera a la calle a pedir ayuda ante la amenaza de un incendio ……»

Así empieza Ernesto Sabato «La Resistencia», un ensayo precioso, que yo aprecio intensamente, una alegría haberlo comprado …. en un impulso hace unos años.

A mí también me pasa. Me acuesto muchas veces destrozado por la vida y desesperado. Cansado de intentarlo, pero viendo los límites en todas partes. Pero me levanto con ganas, casi siempre, con ganas de volver a empezar, con esa «esperanza demencial» de la que habla Sabato, y vuelvo a vivir y es un día nuevo, y la luz está otra vez ahí y hay mucha necesidad de hacer cosas y de avanzar, y no puedo más que volver a empezar. Es raro el día que no me levanto así, pensando que muchas cosas son posibles, que todo puede cambiar o al menos no quedará por mí el intentarlo.

Reconozco que tengo suerte: mi despertar casi siempre es optimista social y personalmente. Me levanto con gran energía, bueno ya una poca menos que antes, pero dependiendo de la época del año, mucha o menos. Esta es una buena época, la luz solar se amplía cada día, y yo me encuentro mejor que mejor. La luz me recompone. Cuando miro y veo que el sol alumbra todo, y eso es fácil en donde vivo, donde la luz es casi un continuum, me alumbro internamente. Pero es que «me caigo» de la cama, me gusta levantarme, renacer. Es raro que me levante dormido o adormilado. Es más, no me entretengo en nada, ni en tomar leche o café, ni en tomar nada, sino que me pongo a trabajar y a veces, me olvido de desayunar hasta tres o cuatro horas después.

Mi endocrino me llama la atención, y dice que tengo que desayunar a su hora, pero yo me encuentro mejor así. Son mis horas, mis horas productivas, mis horas creativas, mis horas. Disfruto cuando me olvido y de pronto, me doy cuenta de que ya son las once o las doce y todavía estoy en pijama, sin lavar, y enfrascado en mi tarea. Y disfruto más si no me han llamado por el móvil -aparato insoportable donde los haya- y he podido avanzar en mis proyectos. Por eso también vivo mejor solo, porque así puedo estar esas horas del día sólo, sin ninguna interferencia. Cuando no es así, mi rendimiento y mi sonrisa empeoran.

Y disfruto más cuando el tema que toco no es para mí o para resolver algo que necesito, sino que es para los demás, para la humanidad en general. Sin un destinatario preciso, pero pensando en los otros. Por ejemplo, cuando estoy trabajando en un libro o en una investigación, que hago porque quiero, porque está dentro de mi proyecto de innovación, y que sólo pienso que sea útil a los otros, que les sirva para hacer las cosas mejor. Eso me motiva. El año pasado disfruté enormemente haciendo un libro sobre innovación educativa, que terminé en menos de mes y medio, y sin embargo, todavía no ha salido a la luz publicado, aunque me han prometido que saldrá para la feria del libro en Madrid. Pero esa es la frustración posterior de haber terminado algo que te gusta, que crees que es útil para muchos, y que sin embargo, se tarda tanto en publicarlo. Pero es el país. Lo importante es sentirse como me siento cuando hago algo que pienso puede ayudar a otros. Tengo ganas de contarlo, tengo ganas de gritarlo, tengo ganas de hacer cualquier cosa con tal de seguir avanzando.

Este año tengo muchos proyectos. A ver si soy capaz de disfrutarlos. Sería bueno para mí y podría ser bueno para otros.

Entradas relacionadas

Un comentario en «Esperanza»

  1. Hoy no había dormido mal, y sin embargo, me levanté cansado. No puedo entenderlo: tengo aquello que más necesito, trabajo, para encontrarme bien, y a pesar de ello, me levanté sin ganas. Poco a poco me recuperé, pero poco a poco, tardé demasiado. Hice muchas cosas en el día, pero la sensación de cansancio no desapareció en todo el día. Tuve visitas de alumnos, tuve reuniones, tuve una comida excelente con Tomas Villasante, a la que se unió Javier Garrido más tarde; tuve una buena noticia procedente del Instituto Ortega …., me contestaron los médicos indicándome que todo está preparado para empezar ….. pero no he podido dejar a un lado mi sensación de cansancio. Me he preguntado varias veces por qué, pero no he encontrado una respuesta. Ahora, estoy escribiendo este comentario y en el fondo busco alguna razón inexplicable, mágica, que haya recalado en mi cabeza y me la haya podido mantener como si no fuera mía todo el día. A ver si esta noche duermo bien …. lo necesito. Me esperan dos días y medio muy agobiantes, sobre todo, por los viajes y todo eso.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *