“Los principios de diseño de nuestras futuras instituciones sociales deberán ser consistentes con los principios de organización que la naturaleza ha desarrollado para sustentar la trama de la vida” Fritjof Capra
Muchas cosas parecen evidentes, pero tal vez siéndolo, se nos olvidan en el baúl de los recuerdos. Otras veces uno se sorprende de que no nos hayamos fijado en algo que era evidente, por lo menos cuando alguien nos lo pone delante, y entonces decimos: «es lo que siempre había pensado». Hay otras veces que se nos resisten las palabras, y cobran una forma social determinada que no es posible renovar, como si tuviésemos que seguir esclavos de sus significados adquiridos ¿en mala hora?. Ya he puesto alguna vez el ejemplo de tráfico, que no sé porqué ha perdido su sentido original de comercio, intercambio por el de tránsito de los automóviles por nuestras carreteras. O el de atraco sustituyendo su sentido de adosar un barco a un muelle por el de asaltar bancos. En fin, hay otros casos.
Pues bien, cuando nos dicen innovación entendemos inmediatamente innovación tecnológica. Sin duda es una de las formas de innovación y es probable, seguro, que la más llamativa, sobre todo para «los locos por los cacharros», y sin duda también, la que más incide «involuntariamente», «autoritariamente» en nuestras vidas, modificándolas sin pedirnos permiso. O bien la disfrutamos como niños pequeños ante un artefacto que le engancha. Pero hay otras formas de innovar, y formas más adaptadas a nuestras necesidades -y que no necesariamente, se las inventan y las imponen- y a la naturaleza y hasta al ser humano mismo. Como la palabra innovación es ya socialmente innovación tecnológica, tenemos que poner un adjetivo a innovación para comprender esas otras formas en que el ser humano, los grupos, la cooperación y otras formas, sin duda, desarrolladas y positivas para la humanidad, se encuentran y son coherentes con los otros y con la naturaleza. Por eso muchas veces y para evitar el despiste que puede provocar llamar innovación a lo que es otra cosa, le pongo el adjetivo de social, innovación social. En la innovación social, el ser humano es el centro, es el sentido y es su finalidad. Por otra parte, su agente básico también es la persona y los grupos, y por consiguiente, las redes y los espacios de innovación. Esta innovación entronca con otras formas de desarrollo aquél en que nos inserta Capra en la frase seleccionada. Al final, la innovación social, así obligatoriamente llamada, hace posible la interacción y coherencia entre personas, grupos, naturaleza, y de esa conjunción «saldrán» innovaciones tecnológicas, las que nos servirán, y no aquellas a las que acabemos sirviendo, y al poder que representan.