Ayer por la noche miré al cielo. Estaba Júpiter allá arriba. Había alguna estrella más, pero ya saben, el cielo de Madrid no está para ser astrónomo, ni siquiera aficionado. También me pareció ver Marte, pero no me hagan mucho caso, su color rojizo no se distingue casi en este cielo. Lo cierto es que tuve que hacer una salida precipitada cuando programé el día de hoy, y me dí cuenta de que no tenía frasquito para el análisis de orina, con el que empezaría el día, junto con la correspondiente extracción de sangre -suena bien eso de extracción: las palabras son importantes, ya lo creo-. Total que me fui a la farmacia y precisamente a la vuelta percibí con nitidez los que yo creí dos planetas exteriores.
Mi día empezaba con la visita al analista, pero me levanté y estaba tan dormido -por una vez, porque llevo una temporada de insomnio- que no me dí cuenta y se fue todo por el water abajo. Me dije: vaya, y ¿tendré más para el análisis?. El primer inconveniente lo solventé con buena nota y me propuse salir. Tenía una mañana supuestamente muy ocupada de gestiones varias. Cuando estaba llegando a los madriles, justo en Moncloa, me doy cuenta de que no sé donde está el volante para hacerme el análisis: estaba a doscientos metros del analista. Me paré, y me dije, tengo que tenerlo, si ayer lo tenía en el bolsillo, lo metí en el bolsillo. Pero no, no estaba, y me tuve que dar la vuelta a mi casa para buscarlo. Estuve más de media hora mirando y nada, el volante había desaparecido -aparecerá dentro de dos o tres meses, cuando nadie se acuerde de él, tal vez adelantó las vacaciones-. Me empecé a cabrear conmigo mismo, y con razón, me decía que si ayer lo tenía en el bolsillo, como era que no estaba, no lo entendía. Pero ahora que escribo sé que algo pasaba, tal vez entre Júpiter y Marte, que son muy liantes, y que ya había empezado ayer cuando me metieron en la resonancia magnética. Total, que llamé al médico y conseguí que me hicieran otro volante que ahora acaban de decirme que me darán cuando vaya a por él.
Una de las cosas que había programado era llevar mi CPU para cambiarle el disco duro y ampliarle el RAM ya de paso. Llevaba el ordenador en el coche. Y decidí que tenía que seguir la ruta y me fui al sitio de los arreglos, y lo dejé. La chica era muy amable y no parecía afectada por la conjúnción entre Júpiter y Marte. Me dijo que me lo daría la próxima semana y que me cobraría unos 200 pavos. No me extraña que estuviera contenta. Después fui a arreglar los pilotos de mi coche, para llevarlo a revisión anual. Me pusieron por fin los pilotos, volví a pagar unos buenos euros, debido a que solo estaba roto un cristalito, pero había que poner casi todo el coche de golpe, un equipo entero de luminosos para el trasero izquierdo. Ya con el coche como nuevo, me atreví a llevarlo a la revisión ITV, y parece ser que el coche contamina más de lo debido, me lo rechazaron y entonces me encaminé a un taller para lograr que me lo arreglaran, me dieron las peores perspectivas, sobre todo de presupuesto posible, y no me atreví a dejarlo, para ver si existía alguna forma de superar la prueba sin tanto desembolso.
Había quedado con una persona que nos va a montar un wordpress para antes de comer, pero eran ya las tres menos cuarto y yo no había llamado. Total que me perdí la cita, asi como la que tenía por la mañana con una vicerrectora. Con tal desaguisado encima, me vine hacia mis dominios a comer, pero cuando había aparcado y salía del coche, me dí cuenta de que no tenía más que tres euros, y me volví a montar para buscar un cajero: resulta que todos los cajeros estaban fuera de servicio. O sea que ….. Júpiter y Marte estaban ganando la batalla. Al fin, después de más de tres cuartos de hora, uno estaba bien y pude retirar mis depósitos, y sentirme nuevamente libre con dinero en el bolsillo. Me dije: voy a comer algo bien, y me fui a un sitio que es muy «modelno» y minimalista por mi barrio, pero que tiene un menú por 11,50 que es una enormidad, pero bueno. Al principio, la chica, dominicana, no me entendía y yo tampoco a ella, al final me pusieron una horrible ensalada campera, y un buen rape en una salsilla. Comí más de lo que había trabajado.
Al terminar, aproveché para ir al super y comprar algo de fruta, que me cenaré ahora, después de que acabe esto. Me vine a casa y conecté mi portátil a la conexión internet de la CPU para mirar el correo y esas cosas. Resulta que sólo conectaba skype y algunas direcciones de internet. ¡Qué raro! pensé, y seguí intentándolo, pero nada. Lo ponía en wireless y solo eso, lo ponía en directo con el ethernet y menos. Busqué entonces a mi hija, que es mi asesora especial para resolver problemas de ordenadores y conexiones, pero no estaba, más tarde llegó y me dijo que sería una cuestión de configuración, miramos, cambiamos, pero nada. Entonces, me dije, tengo que llamar a mi suministrador y me encuentro, con que al marcar me dice que tienen problemas de red y que lo sienten. Se dan cuenta, también el suministrador estaba afectado por esta «tormenta solar» o esta conjunción maldita. Esa dificultad ha durado toda la tarde. Al final las cosas han vuelto a su cauce -eso creo, cruzaré los dedos-, pero quien sabe lo que ocurrirá en estas dos horas y pico que quedan hasta que termine el día 3 de julio.
No digan que no me han pasado cousas en un día, y eso que he resumido, porque ahora me acuerdo de algunas más, pero no les voy a dar más la vara. En un momento pensé que tal vez por todo esto es por lo que la innovación va tan lenta y las cosas no cambian, quién sabe.