No se me olvida el 14 de abril. No es una manía, es que es algo que he vivido desde muy pequeño. Nada de monsergas, nada de consignas, pero sentimientos que habían sido frustrados por el franquismo, como otras muchas veces. Hay muchos «franquismos» en este país, muchos catalogados de otra cosa, pero ….. hay muchos dictadores activos, más de lo que imaginamos: parece que todos tenemos uno dentro.

Mi abuelo Manuel, mi tio-abuelo Electo, mi abuela Amparo, mis tios Manolo y Sara y mi padre, mi padre. Abarcaban toda una gama de republicanos con ideologías y adscripciones diferentes, pero republicanos. Mi tio Electo era el alcalde «azañista» de Culleredo, municipio en el que yo nací; mi abuelo Manuel era teniente de alcalde y a ellos se debe que durante la II República se hiciera una red de escuelas y una red de «rios». La red de escuelas llegó hasta el bajo de la casa de mis abuelos, que desinteresadamente dejaron ese local -ellos no eran ricos ni mucho menos, mi abuelo era zapatero y emigrante desde los 18 años, hasta que regresó ya mayor- para formar una escuela. Yo nací encima de la escuela. Cuando bajaba del primer piso, que es donde vivíamos, pasábamos por la puerta de acceso a la escuela. Los niños jugaban delante de esa casa; antes no había tráfico o muy poco, y era posible a pesar de ser la carretera general de Coruña a Santiago. Tuvieron que esconderse en el «fallado» cuando ganaron inmediatamente los «nacionalistas» y mi padre, que era de nacionalidad argentina, tuvo que presentarse voluntario para «evitar» que persiguieran a toda la familia. Sus cartas de «guerra» así lo indican.

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Mi padre era un hombre hecho a si mismo, que valoraba el conocimiento. Mi casa, para aquella época, estaba «invadida» de libros, de novelas, de ensayos, de historia,….. y mi padre llegaba y leía, siempre el periódico, y más de una vez libros. Todavía lo veo quitándose las gafas, porque le dolía la cabeza y se las quitaba, como yo hago, y poniéndose a leer. O sino a hablar, a comentar muchas cosas de la guerra ….. También recuerdo algo que lo he contado varias veces: ponía a las dos y media el «diario hablado» en el que se conectaban todas las emisoras de radio para «dar el parte», las noticias que estaban centralizadas, como es normal en un país gobernado por el fascismo. Mi padre «dialogaba», o más bien, «discutía» con el «parte», con las noticias, y resulta que yo siempre pensé que se llamaba el «diablo hablado» y no el «diario hablado». Mi padre era republicano y socialista y en 1975 mi primer recuerdo fue para él, que no había podido volver a ver la libertad democrática. Lo cierto es que siempre fue un buen hombre, agradable, interesado por el conocimiento, simpático, hasta muy gracioso, pero sin caer en la chabacanería, con una risa inglesa, respetuosa del otro, amable, social, …. en fin, mi padre y punto.

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¿Por qué republicano? Habría que hacer la pregunta al revés, ¿qué sentido tiene hoy en día ser monárquico, a no ser que seas parte del tinglado? Pero en cualquier caso, es evidente que la democracia incorpora algo importantísimo: elimina el nepotismo o al menos, lo suaviza, eliminando la monarquía. No es bueno que la gente sea rica de nacimiento, ni que sea un niño prodigio, ni que sea rey, porque sí, y ya antes de nacer. No podemos basar la sociedad en los nacimientos y en su prolongación hereditaria. Mejor que el que nombremos presidente de la república sea alguien que haya vivido desde siempre en el mundo, que haya aprendido mucho desde la experiencia más inmediata, y que valore el conocimiento y sus autores, y que haya llegado por méritos, en una sociedad basada en la igualdad de oportunidades, que es una sociedad democrática, o debía serlo, y que nos represente. Con los dedos de la mano se cuentan los reyes de todos los mundos que han favorecido la cultura, el conocimiento y la vida, por eso en cuanto cada país tiene uno lo resalta en su historia apodándole «el sabio» o «el ilustrado» o …… pero vuelvo a decir, con los dedos de una mano los contamos a todos.

Salud y república y un recuerdo emocionado a toda mi familia, del que ahora el más «viejo» soy yo.

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