«Más soldados para Agfanistán …..». Menos libertad de movimientos. Freno a la inmigración. Crísis económica en ciernes …. a partir de la crísis inmobiliaria. Beneficios demasiado altos, sí, demasiado, pero nunca suficientes según los analistas e inversores. Salarios en baja y en precario, y lo peor, sin sindicatos para defenderse. Consumo seleccionando como seguir comprando sin seguir pagando. Más paro. Más endeudamiento de las familias. Ahorro, ¿dónde?. Terrorismo, conflictos latentes y otros muy manifestados. Peor distribución de renta …. ¿hasta donde? …. Y después, muchos muchos sucesos de aquellos que salían en «El Caso» en la época franquista, pero ahora portada de telediarios y de periódicos «de postín». Es el estado de las cosas, según los periódicos, con eso de que hay que dar noticias, y si son malas mejor.
¿Cómo va a haber sitio para la innovación? ¿Cómo podemos dedicar siquiera cinco minutos a innovación que no sea la de «mejores y más eficaces» armas, más organización para controlar, más televisores de esos guapos y nuevos que aunque no tenga dinero, todo el mundo compra, ……
No quiero ser pesimista, sólo realista, ¿de verdad se puede hablar de ser humano, sin deformarse gritando por el ser humano? ¿De verdad podemos hablar de innovación? y ¿vale la pena seguir hablando de cuestiones importantes o nos quedamos de una vez por todas con las urgentes, con las que nos muestran las noticias?. Es más fácil esto último, aunque sea lo menos conveniente.
¿Cómo vamos a respetar al cliente si sólo nos gustan los clientes fieles, «nada de infieles», los infieles al infierno? ¿Cómo vamos a hacer las cosas bien si nos sentimos en un mundo inquieto y con grandes incertidumbres, la primera la mínima seguridad en nuestro puesto de trabajo? ¿Cómo podemos mejorar si los que matan y controlan siguen «cambiando» el mundo, a la vez que lo destruyen …. y a toda prisa, si lo que impera es la ruptura, el conflicto, la guerra? ¿Tiene sentido hablar de esfuerzo continuado, de conocimiento, de comunicación? ¿de comunicación? pero si el conflicto continuo es una total incomunicación, sólo produce rabia, furor, pesadumbres y lágrimas. Pues nada, tendremos que seguir intentándolo, aunque «son malos tiempos para la innovación» y sobre todo, para el ser humano. Precisamente por eso, porque hay que compensar en algo la locura que nos rodea.