1. Las cosas se hacen solo, enfrentándote con ellas, en plan autista. Se disfruta poco. Yo, cuando no tengo con quién compartir, decaigo. Soy «menos rico», aunque solo sea que te escuche, que esté allí, a tu lado, sin molestar mucho, pero que te deje pensar, y que puedas hablar en voz alta y no sentir que ya empiezas a estar «gagá» hablando solo y en voz alta.

2. También quiero olvidar -y olvido con facilidad- los rencores y odios que en algun momento han servido para compensar agresiones de otros u otras. A veces, pienso que olvido demasiado. Pero eso es sólo razón: nunca se olvida demasiado las ofensas, y si vuelven a excavar en tí, vuelven a salir, como si estuvieran siempre latentes en tu cabeza. En realidad, estamos demasiado llenos de miedos. Decía Ferreiro: «teño presa de ter presa» y yo digo: «tengo miedo de tener miedo» …. pero lo tengo.

3. De los superhéroes. Nunca han sido de mi agrado, pero no soporto ver los Rambo, o los Superman u otros, no lo soporto. ¿Será envidia? No, es sólo que me cabrea, por lo que supone, por lo que supone de implícito, de cultura individualista, de cultura ciertamente egoista y porque me recuerda que finalmente dependemos siempre de otros, pero por favor, hay tanta gente anónima y tanta importante, toda relevante, y que te puede enseñar tanto, ¿por qué perder el tiempo con los superhéroes? Uno de los que nunca me cayó bien fué Aquiles. No sé nunca me gustó el papel que juega en la Iliada, aunque los movies americanos quieran hacernos ver otras cosas.

4. De los dogmáticos y de los dogmas. Creo que se explica solo, pero me preocupa que hoy el mundo haya «recuperado» lamentablemente una radicalidad dogmático-religiosa-política que me hace sufrir. Por más que me lo explique, por más que el capitalismo y sus formas de apropiación y de mala distribución de la renta, lo hagan posible, sigo sin entender que la gente se fanatice de esas formas. ¡Qué pena! Me pregunto a quién habrán tenido por profesores, por qué pueden llegar a odiar al otro de esa forma. No lo entiendo. Bueno, sí lo entiendo racionalmente, pero «no quiero entenderlo», no lo soporto.

5. ¿Cuanto tiempo perdemos pensando en la muerte? Más de lo que nos imaginamos. Yo no soporto ir a un entierro. He tenido que vivirlos bien pronto en mi vida y de mis padres. Y me causa mucho dolor y cuando tengo que ir, no sé que decir. ¿Qué se puede decir …..? Lo que yo digo: «o final os vermes, vanse dar unha boa festa a miña conta». Es uno de los pocos temas donde utilizo la ironía. Supongo que algun freudiano me podría decir por qué, pero tampoco importa mucho. Acabo de releer «Pedro Páramo», y esas soledades, ese pueblo lleno de fantasmas buscando la paz después de la muerte, ….. me impresionan. Con los años, pensamos más en estas cosas, y el tiempo se nos hace corto, cada vez más corto, siempre acabamos diciendo: «pero si fué ayer».

Y seguro que otras muchas cosas también quiero olvidar, pero ya es bastante por hoy. Además, esta entrada la empecé con recuerdos de mi infancia, ya la tenía casi terminada, y los «hados» de internet tiraron toda la entrada por los «espacios virtuales» y me dejaron sin copia y con pena, porque todo lo que uno escribe, al menos yo, es irrepetible, no por ser importante, sino porque ¿cómo iba a rememorar literalmente algo? y sobre todo, ¿para qué? Es mejor seguir mirando hacia adelante, y espero que esta entrada no se frustre antes de colocarla en el blog.

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Para compensar les ofrezco una fruta maravillosa que descubrí hace un año aproximadamente, se llama pitanga, y es deliciosa, al menos para mi gusto.

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Un comentario en «Cosas que quiero olvidar»

  1. La naturaleza siempre nos sorprende. Ese rojo de las pitangas, ese rojo brillante, sugerente, vital, es especial. Estoy deseando comerlas otra vez. Me gustan las frutas con un poco de acidez, más o menos como el sabor que desprende la pitanga.

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