Vengo ahora mismo del I Encontro de Estudosos de Brasil na Europa, organizado por varias instituciones, entre ellas la Embajada de Brasil en España, el MEC y el CAPES brasileños, y la Fundación Cultural Hispano-Brasileña. Se celebra hoy y mañana en la Casa de América.

¿Qué quiero destacar? Aquello que me lo parece:

primero, han conseguido reunir a brasilistas o brasilenhistas de varios países europeos, concretamente, de Alemania, Austria, Italia, Países Bajos, Bélgica, Francia, Reino Unido, Portugal y España. Tal vez me falte alguno, pues escribo de memoria. También han convocado a seis instituciones de diferente cuño relacionadas más o menos directamente con Brasil.

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Segundo: la primera sesión ha sido altamente interesante, porque todos hemos tenido la oportunidad de conocernos a través de un tiempo, primero más informal, luego más formal, y también en una comida fraternal y finalmente, un cocktail en la Embajada. Es decir, han hecho lo que se debe hacer, primero conocerse, porque sino no puede haber conocimiento científico ni de otro tipo. La mínima confianza es el principio de la colaboración.

Tercero: cuando llegamos a las cuatro y cuarto, cuatro y veinte a la sesión de la tarde, nos estaban esperando el Ministro de Educación, el Embajador y otras personalidades, repito, nos estaban esperando y nos fueron saludando a los participantes. No creo que nadie quedará sin ser saludado por ellos. Pero, repito, nos estaban esperando, llegaron antes que nosotros. Yo le concedo una importancia decisiva y diferencial a ese hecho. Enseño a mis alumnos que el profesor, el maestro, el director es el que tiene que estar a la hora y si es posible dar el ejemplo de esperar y empezar las clases en punto. Eso hacían estos señores.

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Cuarto: no sólo la organización protocolaria fue correcta y bien preparada y las intervenciones del director de la Fundación y del Embajador estuvieron a tono con lo que se suponía que debían hacer y muy bien hecho, sino que la intervención del Ministro se hizo en un nivel técnico, primero, y político, después, muy alto, con gran sentido, y sin irse por las ramas, sino enlazando perfectamente lo que pretendían convocando el Encontro con sus políticas y sus razones y el sentido de lo que estaban haciendo o querían hacer.

Quinto: por poner algo al final, Renato Janine cuidó de forma esmerada las intervenciones de los participantes, dejando una gran libertad a los ponentes, pero marcando las pautas de tiempo en términos abiertos y generales, con un gran respeto por las aportaciones de cada uno de ellos.

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Sinceramente, en términos formales, fue estupendo, y en contenidos también. ¿Será como digo yo que Brasil es outro mundo? Me parece que si.

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