Un cuento, parece de novela negra o un cuento para no dormir, pero me ha pasado hoy, es real como la vida misma. Iba con tiempo, calle Lista, de Madrid, la creme de la creme, veo una librería, serán algo más de las seis y media.
Dudo si entrar porque lo que veo en el escaparate no me atrae, pero fiel a mi costumbre finalmente entro. La entrada es angosta -es una librería muy nueva, no por ello es angosta, sino porque han obstaculizado la entrada con una mesa con libros de exposición-, echo una ojeada rápida, intento ver como tienen organizadas las estanterías, porque el que supongo el dueño habla en bastante alta con otra persona, y no quiero molestar, porque parece muy ocupado.
Por fin, después de no ser capaz de desentrañar el «orden», le pregunto: «la novela está ordenada alfabéticamente», y me responde: «bueno ….». Tengo que suponer que si y que no, y empiezo a mirar, según empiezo, vuelve a decirme: «vamos a cerrar ya …..», miro el reloj, son las siete menos veinte, mientras lo miro, sigue: «…. a las siete». ¡¡Veinte minutos en una libreria que casi no tiene nada!!, que la miraría en cinco minutos máximo, pero el hombre parece que me quiere echar.
Ya recompuesto del «desagradable comentario», vuelvo a mirar, aunque sin muchas ganas: tengo mis estrategias para saber si tengo que seguir mirando cuando entro en una librería desconocida y no tengo un objetivo concreto, y es mirar a determinados autores, a ver si los tienen: siempre son los mismos, Amado y Sender. No encuentro a ninguno. Decido marcharme ….. estoy yendo por otra estantería y de pronto, vuelve el dueño a decirme, ahora con una voz menos inquisitiva: «la histórica está en esa estantería». Le respondo: «lo siento, pero no veo lo que busco, buenas tardes» y salgo de la libreria.
Supongo que el cuento se comenta por si solo. Pero como soy algo pesado si quiero reiterar: a) librería en la calle de la alta burguesía; b) librería vacia, sin clientes; c) ni idea de vender.
Sin cliente no hay proyecto, sin proyecto, no hay innovación, y sin innovación no hay futuro. Todo lo más, un presente que se repite… ¿hasta cuándo?. Hasta que un innovador nos eche del tramo del camino en el que nos hemos estancado.