El otro día estaba pensando en escaleras ….. en unas escaleras, y a partir de esas, salieron otras. Es curioso, siempre veo las escaleras desde abajo. Y claro, solo me fijo en aquellas que son muchas, muchos escalones …. uno detrás de otro.

Cuando era pequeño vivía en un cuarto piso, había 82 escaleras. El peor tramo era el primero, hasta el primer piso, 24 escaleras, de las que las primeras 14 eran todas todas seguidas. Nos tirábamos por el pasamanos, era magnífico el pasamanos, porque permitía hacerlo desde donde quisieras, tenía curvas y era un continuum. Pero lo más impresionante era ese primer tramo, 14 escaleras seguidas, en un sólo tramo, sin descansos. Para un niño pequeño imponía.

Luego, pasamos a vivir a otra casa, también un cuarto, pero con menos escaleras, había 75. A mi me parecían pocas después de las 82 de mi primera casa. También el primer tramo era largo, igual de largo, pero no era tan fácil tirarse por el pasamanos, y además, yo ya había pasado esa época de mi vida. Ya tenía unos trece años o catorce. Eso era cosa de chicos pequeños.

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Antes de descubrir esas escaleras de mi segunda vivienda, me impresionaron unas escaleras que había en el barrio de Santa Lucía, eran dobles, como de subida y bajada, no sé cuantos escalones tendrían, supongo que unos cincuenta o así, pero lo impresionante es que eran todos seguidos, aunque había una barandilla en el centro, una barandilla doble, de hierro. Precisamente fueron estas amplias escaleras, que nacían cerca del cine Doré, las que el otro día recordé en un sueño.

Más escaleras, muchas más tenía la ruta para llegar al instituto metereológico, allá por el Piruleiro, cerca de la Escuela de Comercio, donde estudiaba. Recuerdo que las subí tres o cuatro veces, y hacíamos carreras entre nosotros. Era muy apasionante. También eran todas seguidas, lo peor era bajarlas. En este caso, serían muchas más de cien, o al menos, me lo parecían. El otro día pasé por allí y no las ví, igual las han quitado. No me extrañaría.

Claro que la mayor sensación era la escalinata de subida a la Torre de Hércules, aunque aquí la emoción estaba también relacionada con el mito, con la historia. Siempre tuve la impresión, y las he subido tres veces, que eran muchísimas, cientos, pero no era así, creo que no sobrepasaban mucho las cien. De todas formas, la primera vez que subí, pensé que había que exagerar la subida, y bajando las escaleras, iba comentando con unos amigos, lo difícil que había sido subir, la de escalones que había, con la idea de que los que subían se sintieran agotados antes de tiempo. Cosas de chicos. Lo cierto es que cada vez que he subido, he pensado que tenía que volver a hacerlo, pero ya no me atreví.

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Las escalinatas las he visto siempre desde abajo. No me las imagino desde arriba, sólo me implican desde abajo, viéndolas en su grandiosidad, en todo aquello que todavía tengo que hacer para llegar. Es una forma de pensar.

Una vez le pedí a un gran amigo una foto de una buena escalera de caracol, y encontró una, creo que en un museo de santiago, me parece que el museo do pobo galego y fue una portada estupenda en una revista que estuve dirigiendo. Me gustan las escaleras de caracol, parecen más vivas, más activas, diferentes, se abren como una espiral, y ya saben mis lectores que eso me apasiona, ver como se abre una espiral, pero desde abajo, desde el punto de partida.

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3 comentarios en «Escaleras»

  1. La escalera de caracol de la foto está vista desde arriba y fíjense como parece que me «hunde» en un agujero negro, que es ese fondo, ese «abajo». Si se viera al revés, «la veríamos abrirse», aunque supongo que el contraluz haría difícil la foto. En fin, me gusta verla desde abajo. Por cierto, la otra foto es una representación de lo que supone fue la Torre de Hércules.

  2. Seguro que coincido con veinte más y con tu propia percepción al decirte que eso de las escaleras (sin pecar de freudiana) es algo evidentemente sexual, no por la foto a la que te refieres y que pones a menudo en otros sitios sino porque:
    1º)unes a tu infancia Y DESARROLLO
    2º) Porque precisamente ves siempre las escaleras desde abajo y no desde arriba, lo cual te devolvería al útero materno.
    Claro que una cosa como esa …te la habrán dicho ya y tú mismo la habrás pensado, así que como si no lo hubiera dicho…pero el comentario está hecho
    Beatriz

  3. Me ha resultado muy interesante tu reflexión sobre las escaleras y la mirada, en arte tienen también sus connotaciones como espacios comunes, lugares de paso, medios de acceso (relacionados por ejemplo con espacios de protección como las torres)…etc.

    Un saludo

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