Evaluaciones, no gracias

El modelo de enseñanza está muy vinculado a la forma de evaluación o de feed back. En nuestro modelo general se valora individualmente, personalmente, y a través de exámenes orales o escritos.

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Se puede hacer de muchas maneras, pero el último grito de la moda, derivado de la famosa Bolonia, es la evaluación continua, es decir, no dejar a nadie tranquilo en ningún momento y hacer una evaluación individual, con un gran desgaste para el alumno y sobre todo, si lo hace bien, para el profesor. Un desgaste que no produce los frutos esperados, porque despilfarra energías.

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Por eso suelo decir que el modelo de enseñanza dominante se parece mucho al modelo capitalista, es despilfarrador de energías, y además, las tira a la basura, consiguiendo mucha menos energía que la utilizada. Es lamentable. Cuanto mejor lo haga el profesor, cuando más quiera perfeccionar el sistema, más energía tiene que dedicar a algo que no reproduce ni por asomo lo consumido. Mala inversión. Y así es. Si aun encima, como ocurre comunmente en nuestro país, el alumno sólo recibe de vuelta una nota, y poca información sobre lo que ha acertado o se ha equivocado, ni siquiera tenemos que el sistema pueda servir para modificar los errores. Es un sistema claramente aleatorio, caótico, lo dicho, como el capitalismo, como su famoso «mano invisible», su mercado.

Estoy seguro de que el sistema se puede complicar mucho, pero como ocurre con el capitalismo, el problema no está en que lo intentes muchas veces o repitas mil veces la tarea, sino que la hagas de otro modo. Un trabajador motivado porque es parte de la empresa o cooperativa en la que trabaja, no porque le paguen como propietario, sino porque sea un proyecto en el que ha participado o comparte porque sus compañeros hablan su mismo idioma, no es lo mismo que un proyecto típicamente capitalista en el que el propietario impone su voluntad y si no estás de acuerdo, ya sabes dónde está la calle, y hay muchos que pueden reemplazarte y, tal vez, más baratos. El problema de la evaluación en nuestro modelo dominante de enseñanza es su individulidad, su personalismo, su falta de sensibilidad ante lo que somos: seres sociales, seres humanos, y no piezas de un engranaje, de ese famoso engranaje del famoso Adam Smith, de su división del trabajo en fragmentos.

Por el contrario, si la hay, la evaluación debe tender a lo grupal y comunitario, hacia el intercambio e intercomunicación continuos, pero no de un día para otro, sino después de haber pasado una etapa, pasar a otra, con otros compañeros, con otros nuevos conocidos, y que tu «valor» se incremente como valor social, como valor grupal. Esa es la evaluación aceptable para un modelo de comunidad. A partir de ahí si uno no puede prescindir de los matices individuales, que introduzca métodos complementarios que permitan saber quién ha aportado-trabajado más para los demás, y quién menos, y que sean varios aspectos. Pero que el aspecto principal sea el grupal, y un grupal rotatorio (un grupo no acaba en una comunidad de amigos o de vecinos o de familiares).

En los Masters que dirigí entre 1993-94 y 2005-06 en la UCM, ese era el modelo. Aunque hay que decir que a mí no me preocupaba demasiado la nota y la discriminación y estaba encantado con que durante varios años se nos pidiese sólo si la gente era apta o no apta, que me parece la mejor calificación. No se necesitan ni aprobados, ni notables, ni sobresalientes, ni nada: sólo apto o no apto. Y realmente con un modelo de aprendizaje basado en la acción y el grupo nunca es posible, ni por aproximación que alguien aparezca como «no apto», porque el nivel de aprendizaje es tan alto que no tiene parangón con los sistemas tradicionales y fragmentarios.

De todas formas, entiendo, como se puede inferir de lo dicho, que no se necesita evaluación alguna, sino un sistema de aprendizaje que permita aprender lo que es necesario y que se apoye desde la necesidad social y desde el conocimiento que ya hemos acumulado, que es mucho y en su gran mayoría está disponible, o ¿es que no nos sorprendemos todos los días con las cosas que se saben y que nosotros ahora descubrimos?

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6 comentarios en «Evaluaciones, no gracias»

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