Grados de libertad
Si los profesores tuvieran más libertad para ejercer, es probable que muchos se salieran del aburrimiento y la burocratización (institucionalizada por el Estado, por las Autonomías o por los mismos departamentos o secciones) en la que se mueven.
La libertad no es sólo decir que tengo derecho a “la libertad de cátedra” para “hacer lo que me dé la gana”. La libertad es para ejercerla como un proceso de desarrollo de uno mismo, como un programa para transformarnos a nosotros mismos, a ampliar nuestra identidad, a investigar, a buscar, a arriesgarse, en definitiva, a innovar.
Innovar en nuestro trabajo mediante nuestro propio trabajo, y no teniendo que seguir las pautas institucionalizadas de las instancias ¿superiores?. Es terrible el mal uso que hacemos de la llamada libertad de cátedra y cómo la defendemos cuando no la ejercemos socialmente. La libertad no es para hacer lo que a uno le venga en gana, sino para poder desarrollar mejor nuestras competencias y contribuir así a la sociedad y a la vida.
Un profesor se encuentra con demasiadas cosas obligadas, como tal profesor. En tanto, como investigador tiene libertad, mucha más, aunque la misma también esté condicionada por la financiación en muchos casos, pero casi siempre a instancia de él o un grupo de inviestigadores. Un profesor como tal tiene pocos grados de libertad y en esa medida, se siente peor. Esto pasa en la universidad. Pero en las enseñanzas medias, la libertad de ejercicio de la función como docente está mucho más condicionada, por libros “universales”, por programas “universales”, por muchas más horas de aula o supervisión … todo ello hace que los grados de libertad en el ejercicio de la profesión se reduzcan o sean menos, por lo que eso mismo se acaba resintiendo del rendimiento y la satisfacción de lo que hace y cómo lo hace.
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Atreverse no siempre es fácil … se necesita tener las oportunidades y …. luego aprovecharlas, al menos, alguna … ¿Tenemos bastantes oportunidades? Siempre se tiene alguna, pero a veces no es fácil o uno no está suficientemente seguro de lo que va a hacer, y por prudencia, no lo hace. ¿Las aprovechamos? Poco, realmente poco. Hay poca iniciativa en general en nuestra cultura. Tenemos demasiados miedos a la envidia de los otros, y a sus críticas …. y no siempre es fácil ir contra la marea … casi nunca se siente uno bien.