Una mentira a veces no es posible evitarla para no hacer un daño que no se quiere hacer (un vicio como pasajero, como dice Confucio, el PP propuso un programa y parece que «no tuvo más remedio» que mentir para ganar las elecciones, y después en el poder, no hizo nada de lo que propuso y se había votado); sigue Confucio, esos mismos vicios que eran pasajeros se convierten en huéspedes (todas las mentiras y cajas B del PP acabaron convirtiéndose en huéspedes del PP, mala cosa, porque no son buenas compañías, y ahora, ¿cómo nos deshacemos de ellas? Pues mintiendo más y más); y al final, esos vicios acaban siendo los amos de nosotros, en este caso, los putos amos del PP, ya no pueden evitar vivir en una eterna disfunción y el vicio se ha hecho el amo de la situación. Por mucho que despejen y busquen disculpas, sus vicios, sus mentiras, son las dueñas de la situación que viven. Morirán con ellas, porque la desintoxicación es realmente difícil.