No hay nada más horrendo que el espacio de un examen, ni lo que contiene. En mi forma de trabajar, los exámenes son una excepción excepcional -valga la redundancia-, y por desgracia, y de acuerdo con la ley educativa vigente, tengo la obligación de hacerlos en septiembre, en la segunda convocatoria. Hoy estoy de exámenes …. es decir, sufriendo por esta forma lamentable de intentar aprender. Ya sé, ya sé, la evaluación es muy importante, por lo menos para los poderes públicos, mucho menos para mí. Los estudiantes aprenden conmigo mucho, casi podría afirmar que muchísimo; trabajan mucho, se relacionan e interrelacionan mucho, encuentran muchas oportunidades en lo que hacen y en cómo lo hacen. Y la mayoría acaba muy interesado en lo que ha estudiado, le ha gustado, lo ha pasado bien, y ha utilizado bien el tiempo, y por supuesto, no ha tenido exámenes.

Pero quedan aquellos que no quieren comprometerse con lo que estudian, que no les interesa -tal vez hasta no les interese aprender-, que siempre encuentran justificaciones para no venir al aula, y que tienen el derecho a ser examinados. Y yo siempre me pregunto a mí mismo: ¿de qué?, porque un examen es un simulacro, un como si, de aprendizaje. Les das unos materiales, hasta les demandas que los lean y los resuman y los comprendan, que los cuelguen en un blog, que ensayen sobre ciertas materias, que reflexionen ….. todo es fuera de tiempo, no hay interconexiones, el alumno es un solitario que viene con otros solitarios. No tiene sentido, pero es obligatorio hacerlos.

No me gustan nada los exámenes, expresan implícitamente el tipo de sociedad que no me gusta, un tipo de sociedad que prima la competición y la lucha, y el ganar, sobre el aprender y desarrollarse como persona. Ya sé que cada vez es más irreversible, pero no puedo evitarlo: no soporto este sistema inútil que no conduce más que al engaño y a la frustración, y a parecer que somos, pero casi seguramente no seamos.

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2 comentarios en «Exámenes»

  1. Otra cosa odiable son las formas …. Un trabajo académico lo es por sus formas, antes que por lo que ha aportado. Sin formas, la mejor de las aportaciones, no es, ni siquiera es aceptada. El imperio de las formas sobre los contenidos, de lo que parece ser sobre lo que es. Tampoco lo acepto. Hace años que escribo después de una amplia investigación, reflexión y experiencia directa, y escrito para ser entendido. No me importan las formas, no me interesan las formas, quiero comunicar, quiero que me entiendan, quiero que compartan y debatan los contenidos, me gustaría que los aplicaran y vieran a través de su propia experiencia lo que les puede servir. Es cierto, ya no necesito de las formas, ya he hecho mi carrera universitaria cum laude, como se dice, puedo permitirme escribir para ser entendido, y sin atender a modelos que hasta te obligan a ser un experto en word o en otro programilla. No es que yo no sepa de word lo necesario, es que no se puede perder el tiempo cuadrando el escrito en word a las formas que te obligan …. es perder el tiempo.

    Cousas como decía mi paisano Castelao.

  2. Tenemos que ser como si fuéramos, igual que aprender como si aprendiéramos …. Cuando se llega a la vida más allá de lo académico, eso sólo me va a servir para seguir siendo un «como si», una imagen de lo que soy.

    Si algo me ha enseñado la vida y la experiencia, es que hay que ser como se es, y cuando se logra acercarse a ese modelo …. empezamos a vivir de otra forma.

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