La gente, aún en esta etapa tan gris del empleo, se va de su ocupación porque no es reconocida. Y es que el reconocimiento nos hace, nos ayuda, nos motiva, nos impulsa. Y la falta de reconocimiento, o aún peor, el desconocimiento o la falta de reconocimiento, nos parece imposible, sobre todo, si somos personas que damos muchas cosas -o así pensamos- y «a cambio de » nada. No es que los que dan su trabajo y su esfuerzo busquen inmediatamente y en los mismos términos un recibir, pero lo que si no se aguanta es hacer y hacer y sencillamente recibir la puerta en las narices.

En la motivación, el reconocimiento es básico, sobre todo, cuando nos movemos en niveles profesionales elevados.

Y quería quedarme con la palabra re-conocimiento, porque esa repetición del conocimiento, es lo importante, ya que el conocimiento no es tan importante -excepto para los partidarios de los superhéroes- en si mismo como el reconocimiento, la deconstrucción del conocimiento, la valoración de lo que damos en forma de buenas palabras, bien fundamentadas.

Lo cierto es que nuestra cultura es demasiado desagradecida. Vamos aprendiendo, pero muy lentamente. Y existe tanta competencia mal entendida como si fuera guerra o lucha, que el formato de desagradecimiento o no agradecimiento se extiende demasiado y domina excesivamente en la escena social. Muchos todavía tienen que aprender a ser positivos, a ver aquello en lo que coincidimos y valoramos en nosotros mismos, y una vez reconocido, saber avanzar, haciendo una crítica de lo que es diferente. Pero se sigue oyendo demasiado eso de «estoy absolutamente en contra de lo que dices». Inadmisible, para la buena salud mental y social.

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Un comentario en «Sin reconocimiento»

  1. Hace dos años y medio escribí un libro que cada vez que lo vuelvo a tocar y leer en alguna de sus partes, me parece extraordinario. Se llama «Manifiestos para la innovación educativa» y me parece un gran libro. Es cierto que quienes lo han leído, así me lo han dicho y reconocido, pero me temo que o son pocos -la gente lee poco y cada vez está más acostumbrada a leer titulares y no libros completos- o se han quedado callados. En una sociedad con una cultura diferente, estaría en boca de todos, porque es un gran libro. Yo he escrito varios libros, la verdad es que casi todos son muy interesantes, aunque cada uno en su tiempo fue rompedor, pero «Manifiestos» yo digo que es como un gran testamento sobre la innovación educativa. Espero que la sociedad descubra que vale la pena leerlo. Era una reflexión ante la falta de reconocimiento.

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