«Observa las montañas y los ríos para conocer el yin y el yang
Observa las corrientes y los manantiales para cnocer la fuente de las aguas»
Del Shih Ching (Libro de la Poesía)
«Observa las montañas y los ríos para conocer el yin y el yang
Observa las corrientes y los manantiales para cnocer la fuente de las aguas»
Del Shih Ching (Libro de la Poesía)
Las fuentes son las fuentes, y su importancia es vital. No sólo hay que saber llegar a ellas, sino comprenderlas en sus diversidades y caracteres.
No siempre es fácil recabar en las fuentes, y hay signos para acercarse a ellas, sobre todo, si nos dejamos llevar por nuestros impulsos y por nuestros sentimientos. Los sentidos nos acercan a las fuentes.
Es por esto que resulta más adecuado que sea el mismo que tiene un problema el que busque las fuentes del mismo y consecuentemente, su diagnóstico y soluciones. Uno podría ayudarle, dictaminando lo que es, aunque también tendría riesgo de equivocarse, pero quién mejor que él, quién puede acercarse a las fuentes más oportunas.
El paisaje ya estructurado por los siglos, nos habla; también el que se renueva más evidentemente.
El sol no es sólo un dato, es algo dinámico que actúa sobre nosotros de forma dinámica y altera su intensidad, sus vientos, su influencia, en ciclos no del todo determinados, pero si forjando una espiral de la vida. Por su parte, la luna gravita más cercana a nosotros, y cuando lo hace en nuestro cenit, su incidencia es más evidente en nuestro contexto físico y en nuestros mares exteriores e interiores. Por supuesto, no podemos determinar con exactitud todo lo que pasa, pero podemos conocer o aproximarnos a conocer sus tendencias, aunque no siempre podamos acertar en las previsiones.
El sol y la luna son también fuentes de nuestro bienestar o malestar, con diferentes intensidades y cualidades.
Pongámonos en el mundo agrícola, tal vez el mundo más rico en conocimientos y prácticos. Hablemos por ejemplo, como los antiguos chinos, de «el viento y del agua», como hace el feng (viento)- shui (agua). Dice un autor: «con vientos suaves se recogían buenas cosechas y el ganado estaba sano. Los arroyos y los ríos proporcionan alimentos y aseguran la supervivencia de un asentamiento humano ante la sequía. Por otra parte, los vientos fuertes destruyen la cosecha, las aguas estancadas provocan enfermedades y las aguas bravas no son una buena fuente de alimentos. Se creía que el viento, el agua, la lluvia, la niebla, el sol y las nubes eran energía del cielo y de la tierra. La energía que se nueve es nutritiva, y la energía estancada es destructiva»
http://www.youtube.com/watch?gl=ES&feature=rec-HM-fresh+div&hl=es&v=jcZs9hqV4-o