Decía Marx en el prólogo a la segunda edición alemana de El Capital: «En esta obra, las figuras del capitalista y del terrateniente no aparecen pintadas, ni mucho menos, de color de rosa. Pero adviértase que aquí sólo nos referimos a las personas en cuanto personificación de categorías económicas, como representantes de determinados intereses y relaciones de clase. Quién como yo concibe el desarrollo de la formación económica de la sociedad como un proceso histórico-natural, no puede hacer al individuo responsable de relaciones de que él es socialmente criatura, aunque subjetivamente se considere por encima de ellas»
En otras palabras, ser capitalista, o terrateniente, o se es o no se es. Con esto se quiere también decir que si no juegas el rol que tienes que jugar, te vas fuera del tinglado. Es cierto que desde que Marx formuló este prólogo, allá por 1867, han pasado muchas cosas en el sistema capitalista, como puede ser -por no ser exhaustivo- el desarrollo de las organizaciones-corporaciones multinacionales o globalizadas, con la subsiguiente aparición de la clase o estamento directivo; o la monopolización de los mercados por parte de ellas, o la extensión de la idea de dependencia hacia formas más sofisticadas y hasta indirectas, pero la figura del capitalista puede contemplarse de una manera similar. Y lo mismo ocurre con el empresario, aun cuando existan muchos empresarios, sobre todo pequeños y medianos, que pueden mostrar mucho más su humanidad que aquellos directivos o grupos duros de las organizaciones que pueden seguir asumiendo lo que es fundamental en ellos para seguir siendo directivos, capitalistas o lo que sea, y es hacer su papel con independencia de las relaciones de las que se derivan, porque en caso contrario, dejarán pronto de ser lo que son.
Si me dicen quién ha representado mejor desde el punto de vista del sistema, siempre contestaré que el que ahora está más arriba, porque ha sabido aprovechar las leyes del sistema de forma más adecuada a sus intereses, y por eso ahora está ahí arriba. ¿Eso quiere decir que es el mejor? No, claro, evidentemente no es así; sino sólo aquél que ha sabido adaptarse mejor a las circunstancias, y las circunstancias del mercado exigen que uno no se pare en sentimentalismos y tire para adelante: la competencia es una guerra para que sobreviva el más adaptado. No necesariamente el más exagerado, que en su ambición puede hasta salirse de la foto, como ha ocurrido con Magdoff o con otros, sino el que es capaz de jugarse las cartas continuamente en el filo de la navaja, y ahora, aunque no sabemos por cuanto tiempo, ha conseguido partiendo desde más abajo una posición de privilegio. Eso exige pocos escrúpulos tanto para sacar lo máximo de los que van detrás del exitoso, como para tratar a sus clientes, proveedores o todo lo que se llama el stakeholders, es decir, lo que rodea a ese empresario, capitalista o directivo empresarial.
Por supuesto, la idea de empresario era poco utilizada en el siglo XIX y fue Joseph Schumpeter en las primeras décadas del XX cuando la puso en el centro de la innovación y del crecimiento del sistema, tesis más que discutible, pero que sin duda existen algunas miradas a la realidad que la hacen visible. Casi siempre cuando miramos a los pequeños empresarios. Pero lo cierto es que los pequeños y medianos empresarios no son más que motas en el mundo globalizado en que nos movemos. Y son otra de las partes dominadas por las grandes corporaciones y por los sistemas de poder. Cuando hacen algo innovador, suelen acabar absorbidos por esas grandes corporaciones, y es cada vez más difícil que lleguen a grandes, a no ser que se muevan en mercados muy cercanos a los puramente especulativos y cuasi-mafiosos.
Cuando los neoliberales hablan de los empresarios, están hablando de otros diferentes a los que dominan los mercados en el sistema. Estan hablando de una clase medio a extinguir, banco de pruebas del sistema para seguir aportando un mínimo de innovación necesaria para renovar su oferta.
Si miramos la eclosión de internet en el sistema, nos damos cuenta de la importancia que tienen esos pequeños empresarios, aventureros económicos en el desarrollo de un nuevo sector, y además, tecnológicamente avanzado. Fueron y siguen siendo pequeñas iniciativas, pequeñas empresas, las que han desarrollado el mundo tecnológico y económico de internet, pero pronto ha empezado a ser monopolizado por unos cuantos grandes, que se han hecho con una parte substancial del paste. Son los casos de Microsoft y de Apple, o más tarde de Google o de Facebook, ahora ya dominantes en las diferentes esferas y rodeadas de muchas empresas, algunas ya decadentes o casi en quiebra, y otras emergentes, muchas, que van incorporando nuevas aportaciones a este campo. No podemos olvidar en este mundo internet la existencia desde casi sus orígenes de una especie de grupo radical que es el que realmente ha movido los hilos de la innovación y nos ha mostrado continuamente caminos alternativos, caminos que a veces han sido bombardeados, otros han sido copiados y otros comprados por los grandes del sector. Todo el mundo de linux y aledaños tiene esa característica. Vienen a ser como los que siguen empeñados en cambiar la naturaleza de las cosas y aportar una continua innovación y una libertad que ya no es soportable por los grandes monopolizadores antes citados, que no son los únicos, pero si los más importantes.
El software libre ha sido como la punta de lanza de casi una especie de revolución social. El Leftcopy o copyleft es su especie de bandera. Ha llegado a constituir un mundo paralelo y radical que nos ha hecho anticipar siglos en espacios de intercambio, de interrelación y de modificación substancial de las relaciones humanas.
Pero ….. no ha conseguido imponerse, sólo participar, a pesar de sus buenas formas y de sus maneras avanzadas, no sólo tecnológicas, sino sociales. Firefox Mozilla todavía no ha alcanzado los niveles de Internet Explorer de Microsoft, y casi ha sido copiado por Chrome de Google y por el mismo Explorer …. en muchos de sus planteamientos novedosos. Al final, la mayoría de la gente prefiere dejarse llevar por lo que viene ya instalado en el ordenador cuando lo compra, y cuando compramos un ordenador no sólo viene instalado el lamentable Windows Vista, o el que sea, sino que el Explorer o el Express también vienen en el paquete, con lo que al final, nos movemos por lo que nos resulta más cómodo. A fin de cuentas, instalar linux o el mozilla, requiere instalarlo, porque no viene instalado. Y a fin de cuentas también, el ordenador es sólo un instrumento a nuestro servicio y cuanto menor cantidad de problemas nos dé, mejor.
Pero las start-ups de internet han forjado el sector, lo han desarrollado y lo siguen desarrollando. Ahí está la innovación tecnológica y la implícita, la social que casi siempre conlleva una innovación de estas características.