El sistema crece y decrece siempre desigualmente, en formato asimétrico. Un ejemplo puede ser lo que dice un artículo en Expansión, basado en el informe del FMI sobre América Latina. Recojo algunos párrafos:
La recuperación en América Latina será muy desigual, con países con gran brío, como Brasil, Chile y Perú, cuyas monedas se podrían apreciar en exceso, y tardará más en llegar a Centroamérica y el Caribe, según ha pronosticado el Fondo Monetario Internacional. El organismo multilateral prevé que la economía latinoamericana se contraiga un 2,5% este año y crezca un 2,9% en 2010, pero los números son engañosos.
El segundo grupo latinoamericano, según el FMI, lo componen exportadores de materias primas, como Argentina y Venezuela, que no ahorraron con las vacas gordas y, por ello, no han podido gastar más ahora, con economías «mucho más frágiles» y que carecen de acceso a los mercados financieros.
En los vagones últimos se menciona a América Central, que importa materias primas y para la que la lenta recuperación de Estados Unidos significará bajos ingresos por el turismo y las remesas, según el FMI.
Un caso aparte es México, un país cuya política económica recibe invariablemente los elogios del Fondo pero que ha sufrido la recesión más profunda de la región. Este año la economía mexicana se contraerá un 7,3%, y en 2010 crecerá un 3,3%, según las previsiones del FMI.
Mientras que Brasil se constituirá en el motor del continente, Venezuela será la única economía grande que continuará en recesión el próximo año, según el Fondo.
Y esto es igual dentro de cada economía y de cada Estado y de cada provincia y de cada barrio.
El mercado aumenta las desigualdades, las acentúa hasta límites insospechados. El sistema de competencia premia determinados comportamientos y castiga a otros. La información y la posición respecto al mercado, como diría uno de mis maestros, la posición en la pajarera, más cerca o más lejos del alpiste, hace que unos se puedan aprovechar más que otros; también la disponibilidad de capital inicial y otras características.
La posición dominante en los mercados favorece la apropiación de los excedentes, de lo que llamamos plusvalía o plusvalor.
Los expertos hablamos de desarrollo desigual. A veces, ni siquiera es desarrollo, pero es desigual.
También la apropiación de los excedentes o beneficios generados es desigual, tal vez hasta más que el desarrollo mismo. Eso conduce a un enriquecimiento excesivo de unos, y un empobrecimiento excesivo de otros. El mercado funciona de forma similar a un modelo darwiniano.
El video no tiene demasiado que ver con lo que estoy diciendo, aunque algo, pero la música resulta esclarecedora y acompañante en sí misma.
Por supuesto, no pienso que las cosas tengan que desarrollarse de forma equilibrada, sino tener sus sistemas de compensación, para evitar que el desequilibrio, como ha ocurrido en los últimos veinticinco años en el sistema capitalista, se haga insostenible para todos, pero mucho más para los que pierden posiciones.
Sería ridículo por mi parte pensar que las cosas tienen que tender al equilibrio, eso es propio de las posiciones retrógadas que no quieren que nada cambie, sufriendo enormemente con las distorsiones de la vida, y pensando o creyendo que es mejor regresar al punto de partida, o regresar a un mundo pasado «que siempre fue mejor».
Los desequilibrios básicos y excesivos del sistema capitalista nacen de su carácter explotador.
Y lo que es peor, no es cierto que el mercado distribuye equitativamente los recursos. No hay constancia de tal cosa. El mercado es más bien un caos.
En el mercado, sobrevive el mejor adaptado, el que está más cerca del poder en la pajarera.
Ni tampoco es cierto que el mercado recupere el equilibrio o sea capaz de remontar las depresiones, como decían los neoclásicos. Así les fué en los años treinta. El Estado nacional, cuando la economía era menos globalizada, podía intentar compensar los desequilibrios, siguiendo lo que se suele conocer como política keynesiana. En esta etapa del capitalismo globalizado, esto es mucho más difícil, porque las acciones del Estado no sobrepasan las fronteras, y sólo una amplísima coordinación de las políticas económicas entre los Estados nacionales, puede hacer frente a los desequilibrios que son propios en el mercado globalizado, cosa que no siempre es posible.
Muy interesante el tema de simetrías y asimetrías.La simetría se ha asociado siempre al orden, la perfección, lo inmutable. La asimetría, al caos, al movimiento, a lo imprevisible. Filósofos e historiadores del arte aprecian el atractivo de la simetría, pero opinan que tiene algo rígido y estático, comparado con el carácter dinámico e imprevisible de la asimetría. Kant afirmaba que la simetría es demasiado aburrida y alejada de la vida real.
El ser humano parece la criatura que más inclinación siente por la asimetría. Por ejemplo, su cerebro. Cada una de sus mitades funciona con un plan diferente, realiza tareas distintas; y siguiendo por todo el interior del cuerpo, que es claramente asimétrico –un hígado, dos pulmones diferentes…
En el mundo del arte, que de algún modo materializa los ideales y aspiraciones humanos, la simetría es una forma más primitiva y simple de expresión. Cuando el arte evoluciona, se hace más sofisticado, tiende a la asimetría. Muchas obras clásicas aparentemente simétricas incluyen un elemento que rompe la perfección.
La belleza o la perfección no es una cuestión de simetría, sino de proporción. Y no una proporción cualquiera, la proporción divina. según opinaba Luca Pacioli, un matemático del siglo XV.
El filósofo Theodor Adorno afirmaba: la asimetría es más bella cuando se encuentra en contraste con la simetría.
¡Magnífica aportación! y como siempre, complementaria. Nos cuesta trabajo asimilar las asimetrías …. el caos en que nos desenvolvemos. De hecho hay una fuerte tendencia en el XIX a lograr simetrías en todas las ciencias, que podíamos llamar sociales y burguesas. En Economía el equilibrio general, en Psicología las desviaciones; en Sociología la búsqueda del equilibrio social …… Son productos de la llamada racionalidad, imperante en las sociedades burguesas ya consolidadas desde su emergencia. También del causa-efecto en sus aplicaciones sociales. Hoy el conocimiento avanzado sigue otros derroteros, se adentra más en el mundo no-lineal, en el caos, en la aceptación de la complejidad y la necesidad de abordar con complejidad la complejidad. Por ahí van las cosas, y son más reales ….. aunque lo que hemos aprendido, y las leyes sociales, aunque hayan perdido el brillo de la seguridad, han ganado en referentes de la nueva no-linealidad. Las asimetrías son lo que cada vez aparece con más sentido y energía en nuestro mundo. Precisamente, hay instituciones que no han comprendido ese fenómeno, y siguen aferrados a sus modelos mecanicistas, como es el caso de la burocracia en cualquiera de sus formatos. No sé si serán los últimos en «caer del pino», pero caerán.
El mundo gira, como diría Copérnico, y no para de girar, a una velocidad que no podemos ni comprender, porque nosotros parece que no notamos esa gran velocidad del planeta y de nuestro sistema solar y del sistema galáctico en el cosmos. No sólo gira, sino que está constantemente en transformación, fluye aún cuando no queramos aceptarlo o no podamos apreciarlo. Y es, en lo básico, asimétrico, complejo, no-lineal.
Sin embargo, tenemos que compensar algunos de esos desequilibrios, porque ¿qué sentido tiene que unos se hagan tan ricos y otros sean tan pobres? ¿Es socialmente aceptable? ¿Se puede mantener hasta el infinito? Afirmo en el epílogo de mi libro «Innovación y Gestión del Conocimiento», que los explotadores tienen que darse cuenta de que eso ni siquiera les beneficia a ellos mismos, y además, ¿para qué tanto poder? ¿para qué? Realmente, ¿pueden disfrutarlo? ¿No será que no saben gozar de la vida? Les podemos enseñar a gozar de las pequeñas cosas de la vida, y que nos dejen de una vez tranquilos con sus manías.
Pero dice Marx, no, esto no es un problema personal, son categorías sociales y económicas, independientes de la voluntad de sus propios protagonistas, algo que ocurre porque si dejan de hacerlo, dejan de ser lo que son, y por eso quieren seguir esa carrera monstruosa hacia el mayor de los desequilibrios sociales.