Las grandes multinacionales, super-organizaciones, del sector farmacéutico y bioquímico, parece que son un gran peligro para la humanidad. Hemos visto como algunas negaban la posibilidad de utilizar sus fàrmacos en África, cuando el continente está asolado por el SIDA, hemos visto mil y un conflictos …. que deberían estar penados mundialmente por «denegación de asistencia», porque yo me pregunto si a uno que atropella a otro, y no le hace caso, se le puede juzgar por denegación de asistencia, y caerle unos añitos de cárcel, cómo es posible que muchas de ellas hayan denegado sistemáticamente asistencia a personas enfermas y en el umbral de la muerte, sólo porque querían cobrar sus «derechos», que en gran medida no son derechos individuales, sino debidos al avance de ciencia-tecnología en la sociedad, y no claramente vinculables a una farmacéutica que se ha hecho con el producto.
La industria farmacéutica, junto con la armamentística y la alimenticia, podrían protagonizar una película cutre de serie B del tipo «nos vigilan, nos controlan, nos persiguen». La liberalización de los monopolios no puede venir de la regulación legal; cuando un sector económico crece hasta una determinada masa crítica, o explota, como una supernova, y se convierte en un big bang destructor-creador; o se colapsa e implosiona eternamente, como un agurero negro, absorbiendo su ámbito de influencia e impidiendo, por su mera masa de influencia, la discrepancia y la alternativa. Un ejemplo de ello, en la industria farmacéutica, se observa en nuestro país en el tan cacareado gasto farmacéutico. Si se gasta tanto en pagar la factura de la «variedad» de marcas de un mismo principio activo, ¿no parece más lógico que el estado financie únicamente una de ellas -la mejor, por público concurso-, que repartir-diluir la responsabilidad entre los profesionales que sirven de intermediarios entre los usuarios y las farmacéuticas? Mejor y más barato para la sanidad pública, pero… peor para todas, excepto una, de las compañías que comercializan la variedad. Y claro, la elección no podría ser otra.
Los derechos humanos fundamentales (a vivir, a la libertad de expresión y pensamiento, a la salud, a disfrutar, a bien morir) están por encima del resto de los vericuetos del derecho humano, incluida la propiedad.
Estoy plenamente de acuerdo con tu planteamiento. Pero el Estado también está detrás de todo esto. Nos parece que nos defiende, pero …… en realidad, aunque objetivamente esté a nuestro servicio, la realidad es que está a su servicio.¡A sus pies, sra. corporación farmacéutica!
No dejo de pensar en la responsabilidad que pueda tener la industria alimenticia en la famosa gripe A, o en la aviar, en su momento. Las transformaciones genéticas tienen mucho que ver con la forma de producción-explotación de los animales, y también con las aglomeraciones de personas. Yo, sinceramente, cuando tengo que acercarme a un hospital, me pongo precavido, ¿será que estoy paranoico o será que el hospital, curiosamente, es un nido de enfermedad? La aglomeración de personas y animales produce o reproduce enfermedades, ya lo creo.
Los modelos de hospital evolucionan con la sociedad. La mayoría de los grandes hospitales actuales en fase de reforma (Gregorio Marañón, Virgen de la Arrixaca, Carlos Haya, La Fe,…) son del modelo MEGALITO a la salud, monstruosas torres de diez o veinte plantas, llenas de ascensores, con habitaciones-colmena, urgencias masificadas, y compartiendo una característica: son más cómodos para el profesional que para el paciente. Se perdieron los modelos de finales del diecinueve (los hospitales de pabellones, con diez o doce pequeños pabellones de una o dos plantas, con patios entre ellos para que pasearan los enfermos), o las casas de curación para tísicos, aireadas, frescas, con vistas… El progreso médico dio atisbos de poder a la Sanidad, convirtiendo a los enfermos en PACIENTES, restándoles su iniciativa de decidir, su derecho a protestar y opinar. Pero como todo en la vida, el péndulo se ha parado, y vuelve hacia el punto de equilibrio, volverá a pasarse de él por el exceso de aceleración, se llegará al otro extremo, frenará…
Me gusta esa idea de que la gran corporación «o explota, como una supernova, y se convierte en un big bang destructor-creador», aunque tal vez lo de creador … habría que quitarlo del binomio, por lo que atañe a mi experiencia. Pero es una frase metafórica muy oportuna. Gracias, Teodoro, te quiero.
Los enfermos ya de por si tienen que ser pacientes con su propia enfermedad. Convertirlos en «pacientes» del sistema hospitalario o sanitario tiene poco sentido, al menos desde una perspectiva humana, como tú indicas. Casi podíamos decir que tendría que ser un derecho ser tratado como persona y no como paciente.