Hoy me reencontré con la tertulia de los miércoles. Garmendia me llamó -lo cierto es que por una serie de circunstancias me había sido imposible asistir a las últimas sesiones- y me dijo que además llevaba las pruebas del libro en el que participo con un artículo crítico sobre la responsabilidad corporativa y la innovación. Me pareció un libro bien editado, y además, me dió la oportunidad, a pesar del calor de la tarde, de encontrarme con una tertulia en la que se habla de todo y atropelladamente. Hablamos de todo lo que nos vino a la mente, y por primera vez, se contaron algunos chistes, algunos muy graciosos. Lo peor de este tipo de tertulias es que tendemos a hablar todos al mismo tiempo, o de dos en dos o de tres en tres ….. y haciendo corrillos en paralelo. Es difícil que un tema acumule la atención de los demás. Tampoco solemos ser tantos, la vez que más he visto asistir fueron ocho personas, o sea que es un grupo relativamente fácil de llevar, pero si existe una mínima voluntad de escuchar, y lo cierto es que parece que todos tenemos muchas cosas que decir.

No hay vez que no me recuerde aquella parodia de Boadella en la que los españoles le explicaban en una clase a unos franceses como tenían que hacer una tertulia a la española, en la que todos hablaban al mismo tiempo, y mantenían la atención a todas las discusiones paralelas. Voy a buscarla por youtube, igual hay una copia ….. era estupenda, o al menos, así la recuerdo.

Lo cierto es que no me encuentro muy a gusto en ese tipo de encuentros, me resultan desabridos, como obligados, como si no tuviéramos otra cosa mejor que hacer. Desde luego, de ahí no puede, en mi humilde opinión, salir nada relacionado con la innovación o la comprensión. O al menos, eso pienso.

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