Las lenguas y la política
Javier Ortiz · · · · ·

08/03/09

Un político extranjero de habla hispana fue invitado en Madrid en tiempos de la Segunda República a presenciar un debate que se celebraba en el Congreso de los Diputados. Llamó su atención el brillante y certero uso de la lengua castellana que mostró uno de los oradores. No le fascinó tanto el contenido de lo que decía sino lo bien que lo expresaba. “¿Quién es ese parlamentario?”, preguntó. Y le informaron: “Es Telesforo Monzón, nacionalista vasco”.

Conocí fugazmente a Monzón en San Juan de Luz, en el País Vasco francés, a finales de los años sesenta. No recuerdo si hablaba mejor o peor. A cambio, puedo certificar que otro nacionalista vasco, Carlos Garaikoetxea, es uno de los poquísimos políticos de por estos lares –y los he conocido a cientos– a quien he oído expresarse en lengua castellana ateniéndose a la gramática, respetando el diccionario y fijando con exacta precisión su pensamiento. Luego cada cual decide si está muy, poco o nada de acuerdo con lo que defiende, pero por lo menos le ahorra tener que abrirse paso a través de una selva de incongruencias y tópicos manidos.

Hay en la Villa y Corte (y en sus muy amplios aledaños) un montón de políticos y de sedicentes líderes de opinión que se pasan el día mostrándose heridos en el alma por las supuestas afrentas que los nacionalistas llamados “periféricos” infligen a la lengua española. Lo chocante es que formulan sus quejas en un castellano garrulo, balbuciente y torpe. Si su pretendido aprecio por la lengua española fuera real, no la maltratarían de modo tan grosero.

La explicación es sencilla: simulan que se refieren a los idiomas, pero sólo están haciendo agitación política. Paupérrima, por cierto.

Javier Ortiz es un analista político que colabora con diversos medios de comunicación

Mi impresión es que cuanto mejor hablo gallego, hablo mejor castellano, y viceversa. Y en ambos casos me expreso con más fluidez, aunque con modismos diferentes en una u otra. La discriminación está en las mentes de personas cortas o vagas o molestas, que no gustan de la cultura, sino de posiciones dominantes y autoritarias.

Entradas relacionadas

6 comentarios en «Lenguas»

  1. No conozco la situación lingüística de Galicia, pero, por lo que puedo ver en el video, es parecida a la que tenemos en la Comunidad Valenciana. En la práctica, no existe el bilingüismo sino la doglosia. Hay una lengua que se utiliza en el ámbito firmal y de la administración y otra reservada para los pueblerinos. Los que tenemos como primera lengua el catalán (o valenciano) y hemos vivido en Valencia o Alicante ciudad (no sé cómo es Castellón), conocemos bien lo que es que te miren mal, que te digan que no te entienden (cuando sí lo hacen) que te hagan comentarios sobre la inferioridad de tu lengua y que te pongan otro tipo de dificultades para expresarte en tu lengua. A parte de eso, lo que hacen y piensan los nacionalistas periféricos y centrales (parece que estos no existan) es irracional (y también instrumental)

  2. Estoy en sintonía con todo lo que dices. Las ciudades hablan «el idioma del imperio», de forma parecida a como lo hacían cuando yo era pequeño. Es cierto que hay una clase media ilustrada que habla su lengua, pero no es totalmente su lengua, sino un añadido que los diferencia de otros. En las ciudades, y en general, se sigue hablando castellano, y los que hablan gallego son, de alguna forma, considerados pueblerinos, como tú muy bien dices. Tampoco puedo hablar con un conocimiento de causa directo, dado que vivo en Madrid, aunque viajo mucho a Galicia, pero la impresión que yo tengo cuando viajo allí es que la lengua, por una parte, se ha formalizado-normalizado, teniendo contenidos y continentes diferentes de los originales; y por otra, no ha avanzado suficientemnte, teniendo en cuenta su incorporación en los programas de secundaria.

  3. De todas formas, yo quería resaltar algo que recoge bien Ortíz en el artículo y es que en general, el castellano se habla y se utiliza con mucho más respeto y calidad en la periferia que en los madriles, donde se desgracia el idioma. De los cinco premios nóbel españoles de literatura: dos eran andaluces, uno gallego, uno madrileño y uno de ascendencia vasca. La proporción creo que es importante.

  4. En ese sentido estoy de acuerdo con Ortiz. Supongo que el hecho de tener una lengua materna distinta del castellano hace que uno se fije más en cómo habla y escribe en castellano tendiendo a hablar las formas más normalizadas.

  5. Al final los que hablamos con más cuidado el castellano y más de una vez mejor que el original somos los periféricos que además, en muchos casos, poseemos y usamos una segunda lengua que, por desgracia, no se quiere entender por los demás, cuando sólo requiriría un pequeño esfuerzo de actitud.

Responder a roberto carballo Cancelar la respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *