….. solo es cuestión de lectura y de escritura. Cuanto más experiencia directa, mejor. Pero …. siempre están los maestros que pueden contribuir a que lo hagamos mejor. En este caso, el centurión romano ilustrado ……. ¡magnífico!
La lengua hablada o escrita es nuestro mejor medio de expresión, es un gesto más, el más desarrollado de los humanos. Y está en continua transformación. Abrirse a las lenguas, al menos a aquellas que nos dan de comer o las que son afines, es algo básico. Repelerlas por cualquier insignificante razón, es un crimen contra la humanidad. Para alguien que tiene como lengua materna una derivada del latín, una lengua latina, es imperdonable que no haga un pequeño esfuerzo para comprender las muchas lenguas vulgares que se han derivado del latín. No es un gran esfuerzo, es relativamente fácil, y depende más de la actitud que de la aptitud. Si un castellano quiere comprender a un italiano, no debe tener problema, ni a un catalán o a un gallego o a un francés o un portugués. Me sorprende que en la meseta cueste tanto entender lenguas que tienen la misma raíz que el castellano, y lo remito a la actitud ante los otros, una actitud de supuesta superioridad que acaba diciendo que: «para que estudiar catalán si no sirve para nada», argumento que está en el fondo de un desprecio al otro, incomprensible para alguien normalmente capacitado y con ciertas luces. Pero que es moneda corriente en el mundo real y político.
El desprecio por otras lenguas procede de un pensamiento omnipotente o prepotente que lo sitúa a uno y a su lengua por encima de todas las demás, idea que no tiene nada que ver con la realidad. Observo continuamente expresiones de esas características en la forma de hablar de personas supuestamente muy inteligentes y preparadas, y no dejo de sorprenderme de su ignorancia, sobre todo, de su ignorancia del otro, y consecuentemente, de su falta de humanidad. Luego, irán de misioneros a Africa a «cuidar enfermitos», pero no tienen ni idea de cómo comportarse con sus iguales, a los que convierten en su pensamiento y muchas veces en su palabra o escritura en «sometidos» o «equivocados» o casi pecadores.
Más respeto por los demás; más respeto por sus respectivas culturas; más respeto por las creencias y vivencias de las personas; más respeto por lo que nos hace crecer y vivir, y menos caridad. Si en nuestra sociedad existiera un nivel suficiente de respeto por el otro, no tendríamos un empleo tan «elástico» y un sistema de sobre-explotación de las personas tan «avanzado» (sic). El respeto se nota en todo. Podemos empezar por las lenguas. Somos unos pueblos con mucha suerte, en nuestra comunidad disponemos de cuatro lenguas, tres de ellas latinas. Somos vecinos o casi de portugueses, franceses e italianos. Esas tres culturas, junto con la nuestra, llegan hasta muy lejos, muy lejos. La cultura portuguesa tiene su soporte en una lengua, el portugués, que nació en la antigua provincia romana de Gallaecia, el galego-portugués. El catalán, el provenzal, el sardo y otras lenguas derivadas son parte de la cultura francesa. El vasco se extendía por la aquitaine francesa. Sicilia o el reino de Nápoles fueron hasta Napoleón primero catalanes-aragoneses y luego castellanos. Y las lenguas que se hablan, con pequeñas excepciones, en esos países son todas de origen latino, y tienen no sólo unas raíces comunes, sino formas expresivas y culturales interrelacionadas. No querer entender a un italiano, es delito; no querer entender a un francés, también lo es; no querer entender a un catalán o a un gallego, lo es si acaso más …….
La lengua es nuestro mejor medio de comunicación, ¿por qué no entender al otro más que creernos el centro del universo y obviarlo o insultarlo.
«La vida de Brian» hay que verla a trocitos, porque sino uno se atraganta. Es casi imposible percibir la profundidad de los gags y de todo el conjunto de una sola vez. Vale la pena volver a verla.