La calidad es nuestro mejor horizonte. La calidad es un proceso complejo que parte de una “posición depresiva” (Melanie Klein), o dicho de otra forma, de la necesidad-escasez. Hacer calidad es posible si se piensa que “no se ha llegado”, sino que lo intentamos otra vez como si fuera la primera, y buscamos casi desesperadamente “hacer las cosas bien a la primera” (EFQM). La calidad no se consigue persiguiendo o controlando, sino sabiendo que todo empieza por analizar, por saber donde se está, y después, por compartir esos diagnósticos. En realidad, hacer calidad es como proyectarse desde la verdad que, como decía Gramsci, “es siempre revolucionaria”.

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