Primera clave: . la SALUD (1)
Si queremos ser efectivos, hemos de priorizar nuestras actividades, y si hay un horizonte de generar innovación en un caso como España tenemos que incidir en estos cuatro claves o lugares estratégicos donde concentrar nuestros esfuerzos.
En la base del trapecio (no me gustan las pirámides, y encontré un formato achatado, como es el trapecio, que no me entusiasma, pero es mejor) encontramos la salud. Sin salud no hay vida, por tanto, es estratégicamente prioritaria. Y depender en salud, como dependemos de las multinacionales farmacéuticas o de aparatos de medición foráneos no es una buena táctica. Como en todo, uno tiene que experimentar y lograr los recursos que sean más adaptados a nosotros mismos, y además, de esa forma adquirimos unas habilidades que no tendríamos si sólo aplicáramos lo que los otros nos dieran o vendieran -que es lo que ocurre en general-. Ahora, como le ocurre a otros muchos países, tenemos unos centros experimentales de primer orden, con buenos hospitales, razonable atención primaria -en fin, un sistema sanitario bastante razonable en calidad, aunque hay peligros que se ciernen sobre él como es la famosa política neoliberal de la privatización, que sin duda reducirá su efectividad y socialidad, a no ser que la evitemos, oponiéndonos a una locura de tal calibre-. Cuando hablo de salud e innovación, hablo no sólo de mantener esa magnífica fuente de experimentación, sino hacer que esa experiencia se convierta en conocimiento, que trabajemos en sistematizar nuestras experiencias clínicas, como un todo, y seamos capaces de derivar nuevas prácticas, más eficaces y menos costosas para conseguir una mayor eficiencia del sistema y una mayor satisfacción del público a quién se destina: los ciudadanos. La salud tiene muchas cosas que decir para generar espacios innovadores, además es fácil movilizar estos recursos, porque todos queremos tener la mejor salud y vivir más y mejor muchos años. Hay elementos de dinamización fáciles de poner en marcha. Disponemos de lo más importante: infraestructuras, buenos profesionales, y experiencias, muchas experiencias. La experiencia es la madre de la ciencia, no sólo de la médica, sino de la organizativa y educativa, del conocimiento también de los ciudadanos, y podemos hacer mucho para que esa experiencia y esas infraestructuras y profesionales, transformen, auto-transformen el espacio sanitario en un espacio innovador permanente. Dispongo de métodos y técnicas adecuadas para hacer una gran revolución en el mundo sanitario, una revolución que transforme nuestra medicina básicamente curativa en preventiva, nuestras formas de relación con la salud y nuestra manera de graduarla y hasta de llegar o estar enfermos. No tiene nada de mágico. Como todo en innovación tiene que ver con la interrelación, con la calidad de las relaciones entre agentes directos y no directos, entre nosotros mismos. En fin, entiendo que es el sector más fácil y además, el más importante, al menos estratégicamente, a largo plazo.
En la base de esa pirámide, afirmamos que salud es igual a Vida, y que la forma de vivir mejor y más es enfatizando en la prevención y desarrollando capacidades de anticipación en la población: prevenir antes de curar, y responsabilidad más acentuada por parte de la población en su propia salud, son los elementos básicos de innovación en este sector. Sin duda, hay más, pero yo me centro en aquellos que al tiempo que pueden transformar el sector sanitario, ayudan a que la ciudadanía aprenda la importancia de dos factores centrales en una sociedad más innovadora y madura: uno, la prevención, la planificación, la anticipación; y otro, la importancia de la salud a partir del desarrollo de una mayor responsabilidad desde uno mismo (se sabe, por ejemplo, que la mayoría de las enfermedades están relacionadas con problemas psicosomáticos, es decir, problemas que si aprendemos a anticiparnos, nunca se hubieran presentado, o podríamos controlarlos con más facilidad).