Aprender haciendo, aprender investigando, aprender viviendo, viviendo lo que haces, sintiéndolo en todos tus poros, hasta siendo algo que necesitas, que estás dispuesto a hacer porque hasta «no tienes más remedio», es decir, tienes una extrema necesidad. Así aprendemos, así hemos aprendido y así aprenderemos. Pero no es lo que nos enseñan nuestros profesores, con excepciones, por eso sólo son profesores, porque profesan algo, no se sabe qué, se supone que una verdad o una Verdad o sus propias creencias, profesan. Pero no pueden enseñar, porque uno aprende de sí mismo, a partir de sí mismo, en la misma práctica, haciendo las cosas.

Hay dos formas de mejorar el aprender haciendo:

una, si lo hacemos cooperando, en grupo, porque al tiempo que aprendemos a hacer, nos apoyamos en los demás, aportamos lo que sabemos a los demás, y sobre todo, aprendemos a cooperar con otros, y a respetarlos. Y eso es muchísimo, social y personalmente. Esta es la práctica en que se apoya mi metodología MINING-Aldebaran: aprender haciendo en grupo, o lo que es lo mismo, pero más claro: aprender experimentando en grupo. Porque para aprender hay que experimentar.

y segunda, sumada a la anterior, pero en otra línea: se puede aprender haciendo a partir de la necesidad. Si acercamos la necesidad a los aprendizajes, se aprende mejor y tiene más sentido hacerlo. Tenemos que sentir la necesidad, tenemos que vivirla, es conveniente que nos indignemos porque las cosas son como son, y queramos cambiarlas.

Si ambas líneas coinciden: aprender haciendo ….. en grupo …. y a partir de la propia necesidad: «miel sobre hojuelas», perfecto. Las mejores condiciones para aprender aceleradamente y sin casi esfuerzo. Hoy en día es preciso preparar todo esto, necesitamos preparar a nuestros estudiantes y a nosotros mismos para detectar las necesidades, para verlas y abordarlas, para aprender intentando resolverlas, para buscar nuevas alternativas ….. y eso se hace mucho mejor en grupo. Cuando nos agrupamos podemos desarrollar mejor nuestras capacidades individuales y aportarlas a los demás. Cinco personas trabajando en grupo son mucho más que cinco. No sabría decir cuantas son, pero aún funcionando muy mal y cuidando poco el método de trabajo, los resultados son superiores a cinco. Cuando se aplica bien un método y se sigue una mínima supervisión, los resultados se multiplican por mucho ….. por muchísimo. Sólo depende de: a) el grado de necesidad que se siente; b) la aceptación de unas reglas del juego metodológico; y c) un poquito de buena voluntad, que casi siempre existe.

Y quiero aclarar que esto de aprender haciendo o experimentando en grupo no es igual que ese sucedáneo que se está convirtiendo en moda que se denomina aprender resolviendo problemas. No es lo mismo eso que aprender viviendo, ni mucho menos. Es lo mismo que comparar el método del caso con el método experimental, no hay color. El caso -el problema- casi siempre es algo lejano, que no inspira una necesidad más que intelectual, un reto intelectual; sin embargo, la experiencia nos implica, nos mete en el tema, hace que el tema sea nuestro tema porque en definitiva, es nuestra vida. Si esto se hace en grupo, alucinamos, tanto los que la viven como los que tenemos la suerte de verla como observadores.

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *