En el lado opuesto a las empresas que lucen publicidad y hacen bien poco por la innovación, está el Grupo Zeltia, liderado por José María Fernández Sousa. En 2004 destaqué a Pharma-mar en mi libro «En la espiral de la innovación», y la destaqué muy especialmente, porque se trata de una empresa que ha desarrollado ya no una tecnología propia, sino ciencia-tecnología propia. Ha investigado el mar; lo ha descubierto en buena medida; y ha encontrado después de una gran idea -en el mar, la competitividad es más urgente y evoluciona más rápidamente-, una gran cantidad de materiales que han permitido empezar a mostrar antídotos frente a diversas enfermedades humanas.
Como nos dijo una vez José María, la tierra está agotada o casi. Sin embargo, el mar está por descubrir. Ahora me llega el cuarto volumen de una serie publicada por ellos: «El mundo submarino de PharmaMar», básicamente centrado en organismos marinos que viven en las aguas frías de los Océanos Ártico y Antártico. La publicación es, como todo el trabajo de este hombre y de sus equipos, magnífica. Sólo me ha recordado, lo que siempre he comprobado: da gusto cuando se trabaja con personas, que son capaces de trascender el beneficio y centrarse en el horizonte estratégico, en la calidad y en las personas, como preocupación y objeto de trabajo.
En todo caso, pienso que iniciativas como esta debían ser cuidadas con esmero, con mucho esmero, por las autoridades correspondientes. No se trata de premiarlas, sino y sobre todo, de reconocerlas y lo que más necesitan: que las apoyen cuando lo requieren. PharmaMar es ya patrimonio de la humanidad, no sólo es una empresa que compite en el mercado bio-farmacéutico.
Gracias, PharmaMar.