La mayoría «nacemos» socialmente tímidos. Con el tiempo, se nos va -no en todos los casos- el barniz y superamos (sic) ciertos grados de timidez. Pero ser tímido tiene muchas ventajas, entre otras, poder imitar o sentirse imitado por Woodie Allen. Lo peor de la timidez es para los otros, para los que la sufren. Porque el tímido esta de alguna forma reconcentrado y se suele mostrar mordaz y crítico con los otros, sobre todo, cuando no están presentes. ¿Una careta, un disfraz interesado?. Me viene a la cabeza la conexión con los pasivos, esos que no hacen nada y critican a todos por cómo hacen las cosas. Esta sociedad genera tímidos y pasivos. La educación los reproduce como hongos. ¿Cómo no va a ser tímido un niño o niña que continuamente son reprendidos y obligados a ir a una determinada dirección y bajo la pauta dominante y a veces -casi siempre- arbitraria de sus maestros o de sus padres? Es un buen refugio, ¿no creen?. O, ¿cómo no van a ser la mayoría pasivos, si nos obligan a estar durante toda nuestra juventud en un lugar cerrado, donde lo único interesante y apetecible es que «llegue el recreo, ya»?. ¿Alguién fomenta la espontaneidad y la naturalidad? ¿Alguién nos incita a hacer y a equivocarnos, como una forma de aprender, o más bien, nos reprime la acción autónoma y más si es equivocada o erronea? Así son las cosas, ………
No quiero hacer aquí un ensayo sobre la timidez, para el cual no me encuentro cualificado, aunque la he padecido y a veces, todavía a mis años, la utilizo para defenderme de un ambiente excesivamente cargado. Al menos, eso nos evita las alergias, y si algo bueno tengo todavía es que no padezco, por ahora, alergias.
Bueno, Allen me parece en muchos momentos un modelo de tímido. Un tímido que siempre es hipocondríaco, otras es mordaz e incisivo, otras propiamente tímido. En fin, un ejemplo claro. Tal vez esta escena no sea la más clara en ese aspecto, pero dado que él representa al poder, y la chica está para «hacerle un servicio» sin pensarlo dos veces, su comportamiento no es ni por asomo el que nos hubiéramos imaginado que tendría que ser. Es indirecto y externamente inseguro. Es sorprendido y escaso de iniciativa. Por eso, nos hace reír, y por eso también los tímidos tantas veces, aunque ellos no lo sepan, nos hacen reir con sus salidas.
Y conste que no sé como están los otros países «cargados de tímidos», pero éste tiene un porcentaje muy elevado de asociados.
Aunque hay que decir que probablemente hasta a Fernando VII las cosas no le funcionaran bien, o tan bien como él quisiera, a pesar del dicho -que supongo que tendrá algún fundamento real, aparte del acceso facilitado al poder- de que «se las ponen como a Fernando VII». Porque que te las pongan así, puede aumentar curiosa y paradójicamente tu timidez.
Recuerdo en mi etapa de tímido, que una vez me las pusieron como al Fernando ése, y todo en mí se desinfló, y lo que era deseo se convirtió en frustración. Es curioso como somos.