Lo he publicado completo en el blog de nuestro grupo de Innovación Educativa. Pero aquí me voy a parar en la primera, la quinta, la undécima y la duodécima, de un total de catorce. Son las siguientes:

1. QUE APRENDAN DE LA EXPERIENCIA EN EL EXTERIOR DE LA UNIVERSIDAD (prácticas o stages en Empresas, Organizaciones, Asociaciones, ….)

5. QUE UTILICEN EJEMPLOS PARA REFORZAR SUS DISCURSOS

11. QUE MUESTREN ENTUSIASMO Y VOCACIÓN POR SU TRABAJO Y LO TRANSMITAN

12. QUE RELACIONEN UNAS ASIGNATURAS CON OTRAS, O HASTA QUE COLABOREN EN PROYECTOS COMUNES ENTRE ASIGNATURAS TRANSVERSALES

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Profesores que tengan experiencia, que vivan la sociedad y la vida, que estén en la sociedad, que hagan stages en empresas, organizaciones, asociaciones, etc., que no sólo sean profesores. Así podrán utilizar «ejemplos para reforzar sus discursos», eso por una parte. Y por otra, que se apasionen con lo que hacen, que vivan lo que cuentan, que lo cuenten desde la experiencia y desde su vida, que pongan ejemplos cercanos, y que estén en contacto con el resto del mundo, porque sino tampoco podrán estar en contacto con los compañeros de otras asignaturas, y no podrán colaborar en la forja de asignaturas trasversales. ¡Qué fácil y qué difícil para nuestro sistema educativo y para nuestros profesores!

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En los años ochenta se persiguió (literal, totalmente literal) y todavía se persigue en muchos casos, a los que tienen contacto o experiencia en el mundo ajeno a la universidad. Los corrillos del poder cooptador universitario se pusieron de acuerdo en reforzar el autismo de los profesores y su «pureza de sangre» cuando no habían salido nunca al mundo exterior, y muchos fueron los alejados. Es más, hasta la figura del asociado que intentaba atraer a expertos del mundo exterior se fue transformando en un ayudante más, en una forma de superar los límites de acceso a ser profesor, y todavía muchos profesores sin experiencia afuera, tienen la categoría de asociados. Claro, en universidades tradicionales todavía esto fue más intenso. Porque las que habían sido creadas recientemente fueron mucho más flexibles e incardinadas en la sociedad, entre otras cosas porque los profesores de calidad escaseaban y había que buscarlos en el mundo del afuera. Pero en los grandes gigantes universitarios eso sirvió para aislar más si cabe a la universidad. Es cierto que han pasado más de veinte años, pero los efectos de aquella «expulsión de los externos» todavía perdura en algún grado. Y como el modelo de «clase magistral»(sic) no ha cambiado básicamente, que pasa, pues que los ejemplos reales son pocos o contados con los dedos de una mano, porque el profesor no ha vivido algo distinto de que es el mundo relativamente autista universitario. Eso, en nuestros tiempos, parece casi una herejía, ¿no os parece?

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Por otro lado, el sentido vocacional se rompe en gran medida cuando lo menos importante para un profesor universitario es ser profesor. En vez de ser los líderes de nuevas formas de enseñanza, son con mucho mejorados por sus colegas de enseñanzas medias y profesional, que son más profesores, mucho más profesores. Saben tal vez menos de su materia, lo cual en algunos casos puede ser discutible, pero saben mucho mejor enseñar y desarrollar espacios de aprendizaje.
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En definitiva, el profesor universitario es un mal profesor, en general, pero él cree que es un buen profesor. Lo cual todavía incide más en el desatino y bipolaridad de la situación vivida. Estoy seguro que también la creación masiva de universidades hace veinte años y la aparición de una gran masa de profesores nuevos, contribuyó a que la calidad del profesor universitario bajara muchos enteros medios (algo similar a lo que ha ocurrido con la incorporación de los últimos quince países en la UE, baja la renta media). Ahora ya han pasado años, los profesores nuevos han ido aprendiendo a golpes de esfuerzo y de soledad, pero «tienen más tablas», y por tanto, empiezan a desenvolverse mejor en las aulas y a mejorar poco a poco la calidad, pero resulta que justo ahora, en estos años, tenemos que homologarnos en resto de Europa, a la Europa que nos lleva no se cuantos años en formas educativas y sistemas de aprendizaje, y claro, el hueco entre unos y otros sigue siendo extraordinario. Y el esfuerzo que es preciso hacer por la mayoría de los profesores universitarios les conduce en algunos casos a replegarse en sí mismos, a plegar velas y a aguantar el chaparrón. Pocos son todavía los que se meten «en faena» y tiran para adelante y se meten en una innovación educativa cada día más necesaria. Y la innovación educativa no se resuelve con leyes o con reglamentos, se resuelve con pasión, ganas y práctica. Mucha aventura, mucha práctica, mucha pasión y acompañarse de aquellos que han sido hasta ahora sencillamente los recipiendiarios de lo que «vertíamos», de los estudiantes, que espero sigan reivindicando mejor calidad de la enseñanza y obliguen a nuestro colectivo a dar un pequeño salto que es imprescindible para «ponernos al día» en Europa y en el mundo.

Aunque tengo que reconocer mi relativo escepticismo: depende, si, depende, dicen con gran sabiduría los gallegos.

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2 comentarios en «Sostiene Pereira ….»

  1. ¡Madre mía! El año 2010 a las puertas y la Universidad española con estos pelos. ¿Donde están los esfuerzos en converger en el ansiado Espacio Europeo de Educación Superior? Es que tengo la impresión (y espero que se me perdone una generalización, que ha de ser injusta seguramente) de que la mayoría de los profesores universitarios en España tratan de asegurarse la docencia, pero no de cambiar el chip. ¿No han entendido el cambio que Bolonia supone o simplemente les resulta más cómodo hacer lo de siempre pero cambiandole un poquito el nombre no vaya a ser que se note demasiado la chapuza?

  2. Hoy me enteraba de esos casos que demuestran que los sistemas de cooptación y de reproducción simple y estúpida, siguen vivos en la universidad. Un joven profesor que conozco desde hace años, muy bueno, muy profesional, con publicaciones más que adecuadas. Ya es doctor, también tiene el placet de la ANECA, y tiene dificultades porque el departamento en el que está prefiere tener un «ayudante» que un contratado doctor, porque sino que harían los profesores si se ponen enfermos. Total, que un chico con gran porvenir, un buen profesor-investigador se encuentra crispado con la institución, porque no le reconoce. ¿Cuantos casos habrá como este? Muchos y no hay más porque la mayoría se buscan apoyos o padrinos en este mundo donde la libertad de actuación, la independencia, y el saber, no salen adelante por sí solos.

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