Innovar es saber mirar un poniente (llamado también ocaso o puesta de sol) como una oportunidad de progreso y de mejora, por “donde va el sol”, la vida, sabiendo que al día siguiente, muy probablemente volverá “a nacer” y nos marcará nuevamente el camino a seguir, el camino de las estrellas, el de la Vía Láctea, el que han seguido los pueblos, en su proceso de mejora, del Este hacia el Oeste.

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Hoy por la mañana me encontraba revolucionario, y me puse el disfraz de reformador, recordé eso de «vísteme despacio que tenga prisa» y le dí vueltas a algo que siempre me ha rondado en la cabeza cada vez que he visto, sobre todo en grandes empresas, la facilidad para «de pronto» intentar cambiarlo todo.

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Hoy he pensado que tengo que decir una gran verdad. Zara no hace publicidad; Mondragón tampoco; Zeltia, tampoco; MRW casi nada ….. No lo necesitan, o al menos lo necesitan mucho menos que la competencia. N&B está en todas las esquinas; Irizar hace publicidad con su trabajo bien hecho, esas carrocerías que nos impactan; Zeltia es la envidia de todas las farmo-químicas mundiales, pero Fernandez-Sousa no la venderá, sino que conseguirá que sea lo que es, algo excepcional; y MRW tampoco se publicita, pero si falla en un envio, su cliente recibe diez veces y gratuitamente un envio, alucinante, ¿no?. Pues yo quiero hacerles publicidad, aunque estoy seguro que no necesitan de mí para ello. Sus actos los validan continuamente.

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La abundancia es un mal, aunque piensen lo contrario. La abundancia nos trastorna, nos transforma y nos engorda. Tenemos colesterol, comemos demasiadas grasas, «curamos» nuestras ansiedades con tabacos, vinos, drogas y comidas, contaminamos mucho e innecesariamente, producimos mucha basura, mucha de ella no-reciclable, y …… queremos más. La abundancia solo se sabe curar con más abundancia. El esfuerzo acaba quedando a un lado, el ejercicio también, las ambiciones sociales también, ….. y solo aspiramos a trabajar menos, a comer más y mejor, a beber mejores vinos y cervezas, y a deleitarnos con más cantidades. Lo repito, la abundancia finalmente no es buena cosa: hasta perdemos el impulso de la motivación y de la superación -¿para qué? nos preguntamos-, y eso es el principio de la decadencia. Si miráramos atrás, a los anteriores imperios, a los ricos de otras épocas lo comprenderíamos mejor. ¿Qué fue de aquella clase dominante romana? ¿Qué fue de los Borbones desde Carlos V y el declinar de su imperio? ¿Qué fue del Real Madrid imperial que arrasaba en Europa? …….. Una reflexión al año, no hace daño.

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Los recursos de investigación no son suficientes, pero no sólo es una cuestión de cantidad. Lo cierto es que no son suficientes, pero los que son, son poco eficientes, y yo diría que eso es lo grave, porque lo importante no es la cantidad, sino y sobre todo la calidad, la intención, las formas, los métodos, las competencias, la organización, la gestión. Y a estas cosas dedicamos muy poco de los recursos para investigación. Nos preocupamos de las cantidades, distribuidas entre especialidades, y entre aquellos que están situados por méritos propios entre los mejores; sin embargo, no nos preocupamos de los métodos, de las rutas innovadoras, de las formas de gestión eficiente, de la participación, de los grupos de trabajo, de la iniciativa con sistema de valores, de tantas y tantas cosas importantes que hacen que un investigador o un grupo de investigación sea excelente o no tenga ninguna posibilidad de serlo, o sólo por error.

Los investigadores son los primeros, en general, que dudan de que el aprendizaje de métodos y formas, de adecuadas orientaciones, de horizontes, de estrategias, de dirección, de participación, de motivación, ….. sean cosas importantes, y al final se introducen en un espacio especializado, donde el esfuerzo, sobre todo, personal, es impresionante en relación con los resultados obtenidos, y estos no son todo lo que pudieran. Tenemos que dedicar recursos a preparar a los investigadores, a preparar a los grupos y equipos de investigación, en crear y diseñar espacios de intercambio no sólo técnicos, sino entremezclados, heterogéneos, que permitan aprender de forma cruzada, del diferente, del que no está en el mismo campo, en el mismo cluster. Entre los que se mueven en una misma área o cluster, puede haber colaboración, pero muchas veces es difícil, ¿por qué? porque siempre existe una fuerte competencia implícita que induce a dificultades para aprender, porque la tensión no es la mejor forma de aprendizaje y de práctica.

En fin, se necesitan complementos a la investigación, lo que yo llamo saber investigar, o mejor ser innovador en la investigación, aplicar el modelo de innovación al mundo de la investigación, e inmediatamente nos encontraremos con una necesidad evidente de desarrollo de grupos y equipos de investigación y de los investigadores. Bueno, hace años me invitaron a una conferencia donde me permitieron hablar sobre este tema, y al final, hasta escribí un artículo. He paseado por muchos despachos oficiales para inducir a que se pusieran en marcha programas complementarios y paralelos para investigadores, innovación para investigadores, pero no he tenido éxito en mi vagabundeo. A todos les gusta, pero nadie se atreve, y al final, todo queda como está, y así seguiremos teniendo un alto coste y una inversión ineficiente. Vuelvo a repetir, no es problema de cantidad -aunque lo sea-, es problema de calidad.

Espero que se me entieda, porque aún habrá alguno que hablará de la calidad de la investigación, cuando lo que se trata es de la calidad de los procesos de investigación, y de los formatos de dirección y motivación que lleva implícitos un tipo de dirección propiamente innovadora. Bueno, pues ahí está el artículo de hace años, creo que vale la pena echarle un vistazo para aquellos que se sientan realmente interesados en cambiar nuestra eficiencia investigadora, tarea por supuesto a largo plazo, en un horizonte donde la paciencia y la constancia y el aprendizaje experimental nos ayudarán a encontrar el horizonte.

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