Métodos (Rutas) para una educación alternativa
Métodos alternativos
1. Análisis continuo de necesidades sociales, y del hoy social
2. Programas que se construyen desde la necesidad sentida por los protagonistas
3. Vinculando aprendizajes con aplicaciones sociales, con proyectos sociales de cambio
4. Introducir masivamente el grupo de trabajo como antesala de la cooperación y colaboración entre todos
5. Trabajando hacia horizontes, y no sólo hacia objetivos
6. Cambiando el mundo, mejorándolo, innovando, saliendo a la calle
7. Unos profesores reciclados en facilitadores, en personas que ayudan, tutorizan, y que centran sus competencias en metodologías de trabajo, no en técnicas.
8. Fomentando la auto-organización y auto-realización. Desde la identidad individual hasta el holding social
9. Adelantándose al río de la vida, analizando continuamente el presente, sabiendo dónde estamos y desde ahí proponiendo lo que se precise en cada aquí y ahora
10. Innovando en función de necesidades reales, y no creadas por un sistema consumista.
11. Centrándonos en cómo hacer mejor las cosas y utilizando el método científico que nos aporta la experiencia de 500 años de continua búsqueda
12. Abordando las necesidades desde la base de la pirámide de necesidades, desde la supervivencia
13. Siguiendo principios de ecología profunda, y gastando lo que es imprescindible y manteniendo el equilibrio con el medio.
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Reflexiones a vuela pluma:
1. Análisis permanente de las necesidades de los estudiantes y de la sociedad. No es preciso, aunque sí necesario cada x tiempo, hacer una investigación sobre las necesidades, pero si tener instrumentos serios y eficientes en el aula misma para detectar el sentido global y el parcial de sus necesidades concretas. Por ejemplo, pienso que es muy útil empezar el curso, y antes de nada de nada, ponerlos a trabajar en grupo para que piensen en común sobre lo que les ha gustado en las aulas y les gustaría ver nuevamente, y sobre lo que no les ha gustado y no les gustaría volver a encontrarse, así como sobre lo que les gustaría que fuese la enseñanza. No hablamos aquí básicamente de contenidos, sino de formas, de formas en las relaciones, en las maneras de profesar y recibir la información. Un primer día de clase, en que vienen dispersos, es el mejor momento para detectar o confirmar o cambiar lo que pensamos sobre ellos, y sobre el sistema educativo en su conjunto, y una buena fórmula para que tengamos un primer indicio de lo que sienten con lo que han vivido. Al tiempo, ese ejercicio es muy bueno como conocimiento mutuo, y desarrollo de lenguaje común entre grupos que muchas veces no se conocen entre si, o tienen fosilizadas y focalizadas sus relaciones sólo con los que son sus amigos o compañeros de aula. Abrir relaciones, ampliarlas, y un primer día de clase, es un paso muy importante. Por otra parte, el estudiante siente que se preocupan por él (véase “Manifiestos para la Innovación Educativa”, donde hay muchas declaraciones que corroboran lo que digo).
Para conocer como van las cosas en nuestra aula, nada mejor que la espontaneidad de declaraciones en un blog individual. Los balances de aprendizajes sirven precisamente para que el estudiante diga lo que siente con lo que está pasando, sin necesidad de encuestas, nunca satisfactorias o momentos obligados, que la mayoría de las veces, también son insatisfactorias. Hay que decir las cosas cuando se siente que hay que pensarlas y escribirlas y hablarlas. Por eso la espontaneidad de un blog es muy distinto a la encuesta pre-fabricada, y la libertad de escribir frente a la cerrazón de unas preguntas. Utilizo las oportunidades que me brindan los alumnos en sus blogs con objeto de inducir a los demás a participar en el proceso en el que digan que han aprendido y cómo y analicen una o dos veces en un cuatrimestre lo que les gusta y no de lo que están haciendo.
De todas formas, lo más importante es saber que es preciso partir de la necesidad mostrada por los estudiantes y por la sociedad, a quién representan, y que su opinión tiene que ser importante para componer nuestro trabajo y sus formas de aplicarlo.
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2. Programas que se construyen básicamente en el aula. Se reserva, en principio, un tronco común, lo que podía ser considerado como la columna vertebral de cada materia. Se trata de que ese tronco pueda trabajarse pero en vez de cómo lecciones impartidas por el profesor, “nazca” en la propia dinámica de lo que el grupo de estudiantes encuentra en su vida y en su entorno. En este caso, las leyes del sistema capitalista se pueden “extraer”, “inducir”, traducir desde lo que está pasando en la realidad social y económica. Ese tronco común se construirá a partir de las aportaciones de los estudiantes, aportaciones sobre noticias, sobre cosas que ocurren y que al principio parece que no tienen nada que ver con las leyes del sistema capitalista, pero …. si, descubrimos a través de interrelaciones de variables y de elementos inmediatos y mediatos, que sí, que hay una fuerte interrelación.
El resto del programa, que probablemente sea dos tercios del tiempo dedicado, se traduce en investigaciones, en proyectos de action-research que desarrollan grupos de trabajo-investigación-aprendizaje, y que al final de su recorrido, y en muy buenas formas, presentan a sus compañeros cada una de las materias investigadas; materias que han sido consideradas como necesarias e importantes y motivadores por cada grupo de trabajo, que las han investigado, que han sistematizado e integrado informaciones, que han puesto en marcha investigaciones primarias ad hoc y que ahora las presentan a sus compañeros para compartirlas y para debatirlas.
El programa se hace en el aula. No hay programa, sólo hay un plan de trabajo, un plan de trabajo que especifica lo que vamos a hacer para construir el programa todos los días, desde el primero al último.
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3. La necesidad social es necesidad y es social, es decir, está ahí esperándonos, al pasar la esquina, a nuestro lado. Todos tenemos o conocemos necesidades sociales importantes, que están a nuestro lado, a veces en nuestras familias, otras en amigos o conocidos, otras las intuimos, aunque no las hemos experimentado en directo, en cualquier caso, estamos muy cerca de las necesidades, de cosas que nos indignan, porque nos gustaría poder trabajarlas y resolverlas, y hasta nos parece injusto que no sea así, y que aún encima esas necesidades se conviertan en problemas casi irresolubles por la incapacidad, la injusticia y las formas de anti-distribución del sistema capitalista dominante. Esa indignación se tiene que convertir en motivación y la motivación en trabajo serio, y el trabajo serio en investigación y conocimiento, y el conocimiento en aprendizaje y en saber. Todo ese recorrido nos puede permitir acercarnos a la resolución de los problemas que vivimos o que vemos que se están viviendo: tomar conciencia de lo que ocurre y hacer algo para remediarlo. En mi opinión, no existe necesidad-sufrimiento sin unas causas que lo expliquen, y si conocemos las causas, como dicen los budistas, podemos establecer rutas para abordarlas y resolverlas y si aprendemos de cómo lo hemos hecho, es probable que los sufrimientos se reduzcan o se mitiguen hasta límites mínimos. Todo aprendizaje es algo relacionado con algo aplicado, porque el conocimiento al aplicarlo, confiere razón a lo que se hace, y facilita rutas críticas, rutas más fáciles para llegar a resultados y a opciones diferentes a las ya experiementadas. Por eso, conocimiento y aplicación han de estar casi indisolublemente unidos.
De toda necesidad ha de surgir un proyecto, un proyecto social que primero comprenda y permita tomar conciencia, y luego ejecute una terapia social que reduzca el sufrimiento y la necesidad, y por tanto, la pobreza.
Porque la pobreza es el gran reto: la pobreza material y la pobreza como ignorancia. Hay muchos que no son pobres, pero son ignorantes, siempre padecen de su propia ignorancia, que es el gran sufrimiento de la humanidad, no saber ni siquiera lo que no sabe, un sufrimiento muchas veces inconsciente, otras consciente, pero siempre presente. Aún creyendo que sabemos algo, cuando aprendemos, lo que nos queda por saber es más y más ….. Siempre nuestro sufrimiento es la pobreza y la ignorancia. Podemos hasta llegar a ser ricos, pero en muchos casos, hasta el éxito nos llevará a comportamientos más propios de ignorantes que de personas que saben lo que no saben, porque tener éxito es empezar a ser un ignorante, mucho más ignorante que los analfabetos, que de ignorantes en el sentido amplio de la palabra tienen muy poco, como ya demostró Paulo Freire en su momento.
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4. El grupo de trabajo es una metodología. Por supuesto, se puede aplicar en todas sus consecuencias y entonces probablemente nadie sabe nada de grupos, porque si somos complejos como individuos, como grupos lo somos muchísimo más. No, no se trata de perfeccionismos, pero si se aplicar algunas cosas que sabemos. Y trabajar en grupo puede ser relativamente fácil si es que tenemos motivación y ganas de entrar en el asunto. Los que nos hemos formado hasta un punto, sabemos de su complejidad, pero algunos y a partir de nuestras propias experiencias hemos podido sistematizar fórmulas iterativas que permiten introducir el grupo en los colectivos con cierta facilidad, y según se abordan los problemas. Se aprende grupo abordando aprendizaje-investigación y resolviendo problemas. No se especializa uno en saber grupos, sino que hace sus cosas, atiende a sus necesidades prioritarias, y haciéndolo en grupo, va aprendiendo lo elemental de trabajar cooperativamente y con los otros. No es difícil, se necesita sobre todo ganas de resolver los problemas básicos con los que nos enfrentamos, y vuelvo a repetir: el gran sufrimiento del ser humano, una vez aislado el miedo a la muerte y los subterfugios que hemos fraguado para “evitarla”, es nuestra ignorancia, nuestro no-saber, nuestra prepotencia pensando que sabemos y realmente no sabemos, etc.
El grupo se aprende haciendo, resolviendo problemas, y no en un curso ad hoc para saber formar grupos o similar. Se necesitan muchos años para entrar a conocer el grupo de esta forma, y no se puede incorporar a las personas a través de píldoras o recetas, se precisa de metodología de grupo de trabajo operativo, se precisa de aprender las ventajas, de ver las ventajas de hacerlo, porque lo que nos han acostumbrado desde que somos pequeñísimos es a hacerlo todo por nuestra cuenta, compitiendo con otros, haciendo guerras con marcianitos de los juegos electrónicos, siendo unos intentos de ser superman, y sufriendo mucho porque la grandísima mayoría se queda en el camino, y en realidad, nunca llegamos. Por eso, porque nuestra cultura es plenamente individualista, es por lo que precisamos poner en marcha una sucesión metodológica que combina el grupo de trabajo operativo, con el action-research y el método científico y a partir de ahí, ir inoculando en los participantes no sólo las ganas o la ideología de cooperar, sino la práctica de hacerlo y sentirse no sólo mejor anímicamente, sino mejor en los procesos y los resultados.
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5. Trabajando hacia horizontes. Esto es una parte del proyecto: un proyecto tiene que tener horizontes, y cuando los tienes, objetivos, pero no sólo puede consistir en un conjunto de objetivos, tiene que mirar más lejos, tiene que enganchar, tiene que crear holding, pertenencia, ganas de estar en él porque es un buen proyecto, un proyecto que cada uno de sus miembros podía soñar.
Necesitamos ir hacia un horizonte, un lugar donde probablemente nunca podremos llegar, pero nos gustaría probarlo y llegar alguna vez, y es cierto, como horizonte que es, resulta difícil que alguna vez lo alcancemos, pero eso nos hace sentir y vivir más intensamente lo que hacemos, y que nos sintamos más motivados y siendo partícipes de algo que es para nosotros importante.
Un proyecto es sobre todo, un horizonte -en el mundo empresarial, tal vez copiando el mundo religioso, hablan de visión y misión. Tengo que reconocer que no me gustan esas palabras tan mágicas en sí mismas, y tan misteriosas e idealistas-. El horizonte nos facilita la integración en el proyecto y la motivación para hacer lo posible por hacerlo avanzar. Es cierto que no es el único elemento de un proyecto que es básico: el otro son las reglas del juego. A los místicos les gusta hablar de valores, pero uno siempre acaba hablando de lo que le escasea en su comportamiento. Prefiero hablar de reglas del juego, reglas que en el proyecto se auto-determinan, se trabajan construyéndolas desde las bases y desde la experiencia de los que participan. El ejemplo y la costumbre son los mejores medios para consolidar esas mínimas, pero necesarias, reglas del juego, aquello que hará el lider, si lo hay, y lo hará el que sigue la línea establecida, que todo el mundo conviene en adoptar.
Horizonte, sentido, por una parte, y reglas del juego, o maneras de actuar aceptadas por otra, tienen un componente básico: lo humano. No se trata de escribir cosas, de declararlas o de proclamarlas, sino de vivirlas, de avanzar en una autopista amplia y con grados de libertad también amplios y que permiten a cada cual desarrollar sus capacidades, sus competencias, su ser, y en la medida de lo posible, lograr una mayor realización de sí mismo, en el horizonte de “conócete a ti mismo” de los griegos.
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6. Pues si, buscamos cambiar el mundo, aunque no vayamos directamente a su cambio, sino a su mejora continua, a un proceso intenso y permanente de innovación social. No nos gustan muchas de las cosas que vemos alrededor y en nosotros mismos, y estamos intentando cambiarnos a nosotros, y ayudar a que los demás también cambien. No proclamamos la revolución como propuesta política o de cambio, sino lo que hacen los científicos probando el paradigma, se prueba, se prueba, se prueba, se comprueba que en algo funciona y en otras cosas no, según probamos mas, lo conocemos mejor, y en esa medida, empezamos a pensar que hay puntos muy débiles que hay que mejorar, y algunos fuertes que también sería posible ampliar, y después de muchas pruebas, de muchos errores que nos han permitido aprender, de muchas aproximaciones sucesivas, encontramos por fin otro paradigma. Es decir, somos partidarios del cambio continuo, como un rio. Entendemos que el fracaso de la innovación es que sea obligado el cambio o la revolución. Porque ambos nos desconciertan, o desconciertan a muchos en la sociedad, y eso nos hace perder energías positivas que había antes de que los nuevos tomaran el poder. No, queremos cambiar continuamente, como el curso de un río, que pasa por diferentes fases y que va alcanzando la tranquilidad de sus cursos bajos, después de haber sido torrentera o cascada, o antes, manantial, y que poco a poco se va ancheando, va ampliando sus orillas, y va reduciendo la intensidad de su energía o esta se va dispersando por más espacio, y de esa forma, todo parece más placentero, hasta que llega a su “choque” y desembocadura con el mar, en el que se produce nuevamente un renacimiento del rio, al convertirse o fundirse con la gran madre, la mar. En la desembocadura, el río deja de ser río, ahora cambia su paradigma, porque ya no da para más, ya ha llegado al nivel de lo que es el resultado de muchos ríos y por tanto, es algo superior.
Podemos disfrutar del curso del río cuando somos capaces de dialogar con él, como hacía Hesse en su Sidhartta, dialogar intensamente, para poder hasta comprender como nos podemos adelantar y disfrutar de su venida, del curso de la vida, como ya vivida, y por tanto, como esperables. ¡Qué más se puede pedir de la ciencia, sino que pueda esperar lo que va a suceder y pueda predecirlo? Es otro horizonte difícil, pero deseable. En ello estamos.
Y no estamos por el cambio, porque el cambio o la revolución altera todo lo que hemos vivido, y más de una vez quiere hacer borrón y cuenta nueva de todo, queriendo volver a empezar de cero, y no, no empezamos nunca de cero, sino que ya sabemos, y no vamos a renunciar a lo que sabemos, porque ese saber, aunque sea limitado, puesto en el hoy, nos permite estar más adelante, que si borramos todos y queremos volver a reinventar totalmente la sociedad. Toda revolución conlleva una gran revoltijo del que se benefician los “jetas”, los más adaptativos y oportunistas, y no tanto, los más aptos y necesarios, los más innovadores y sabios. Esos quedan normalmente al margen de la revolución, porque no se puede borrar lo que ya se ha vivido, sino saber ponerlo en la realidad y en el aquí y ahora y seguir viviendo.
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7. Profesores-facilitadores. Un profesor que ha desarrollado la capacidad de facilitar un grupo o una situación ha sido introducido en el mundo del grupo de trabajo, donde el coordinador o facilitador básicamente: mantiene centrada la tarea, aunque no de forma rígida, sino sabiendo que a veces una desviación de la misma facilita su desarrollo; hace participar a todos, es decir, cuida muy bien que los que estan callados, tal vez por ser más tímidos o costarles más empezar a decir algo, se les introduce en el momento adecuado, bien para mostrar su opinión sobre un tema, o un aprendizaje o una observación; sabe evitar los emparejamientos, que son tan disolventes en un grupo de trabajo, porque finalmente acaban siendo de enfrentamiento o de idealización, mediante el convenio o el acercamiento de las partes, o bien sencillamente con la consciencia del mismo; además, sabe apoyarse en el trabajo del observador para enriquecer la observación y adecuarla y mejorarla a partir de su propia reflexión, que siempre está más centrada en lo que se hace. En definitiva, facilitar no es dirigir, sino mantener y mejorar la situación, con una intervención mínima, pero importante, porque aprovecha los momentos críticos del grupo de participantes, para dar nuevo impulso al trabajo realizado.
Un facilitador también puede hacer posible la interpretación de las experiencias en contrastación con las teorías hasta ahora aceptadas, dando fortaleza a lo que se ha hecho o vivido y forjando espacios de comprensión e identificación óptimos.
He escrito mucho sobre la dirección participativa, y a veces, utilizo alguno de mis escritos para reforzar mi trabajo, aunque sean de hace tiempo, de cuando me preocupaba más por la dirección y su moderación, que por el grupo y su florecimiento. “De la dependencia al desarrollo” o “Ideas metodológicas para mejorar el estilo de direcciòn” o bien “Y por qué no empezamos a prepararnos para innovar?” todos ellos se pueden encontrar en http://www.robertocarballo.net/