APROXIMACIÓN AL CONOCIMIENTO Y APRENDIZAJE

Nos conocemos con el otro, con los otros. Hasta en psicoanálisis necesitamos de la presencia, del silencio o casi, para que podamos hablar sobre nosotros mismos e irnos conociendo lentamente/rápidamente Siempre “el otro es el que nos salva”, decía el gran Sábato.

20181210-calcetista.jpg

El conocimiento de cada uno, y el presente en un mundo social, se desenvuelve expresándolo en palabras y compartiéndolo.
Si no lo compartimos, no es propiamente conocimiento o es un conocimiento inferior. Aprendemos mediante la palabra hablada y luego la escrita. Primero, hablamos, compartimos oralmente; luego, escribimos; más tarde, leemos, reflexionamos y reformulamos.

Conocemos para aprender, y aprendemos conociéndonos. Conocerse a uno mismo es el principio de todo conocimiento y por tanto, de nuestro aprendizaje.
Aprender solos, sin contrastes, sin los demás, es algo vacío de conocimiento. Hasta John Stuart Mill necesitó de su padre para “obligarlo” y condicionarlo a ser lo que llegó a ser (“Autobiografía”)

Conocemos lo que hemos vivido y recordamos.-
No siempre tenemos el “mismo” conocimiento, depende de los estados de ánimo, de dónde y con quién compartamos, del sentido que encontramos al hacerlo, y hasta, en último extremo, depende de la gravedad y de otros muchos factores, muchos de ellos inconscientes, subconscientes o desvanecidos.

Lo que más recordamos es lo que hemos vivido, con pasión o con rabia, con ganas o enfadados por lo que nos están haciendo y no podemos remediarlo.
Hay quienes nos “embruja” con su conocerse y quién pasa de largo o antes de encontrarnos ya queremos que pase de largo. Pero siempre, LO QUE HEMOS VIVIDO o COMPARTIDO. No siempre llegamos a conocernos, en consecuencia, nuestro conocimiento es siempre limitado, y está en camino de forjarse o reforzarse.

A veces, sin embargo, pensamos que “hemos llegado” y casi siempre chocamos con un muro, nacido en buena medida de la prepotencia y del poder (empoderamiento) en que nos hemos subido, siendo esto un importante límite al crecimiento personal y social.

El punto de partida del “conocerse” (y compartirlo) son nuestros sentires sobre lo que hemos vivido.
Si compartimos parte de lo que hemos vivido y lo ponemos en común, surge un sentimiento de apoyo hacia el otro. Queremos que nos ayude más, y que siga con nosotros. Conocerse es relacionarse, querer relacionarse. Es como un amor a primera vista. En ese momento, conocer al otro es lo único que realmente importa.

Uno llega a conocerse y al conocimiento (o a acercarse al conocimiento, a cualquier conocimiento) porque precisa del otro, aun cuando todo está en uno mismo y sobre todo, en la sociedad inmediata, en la sociedad en la que vivimos.
En último extremo, conocerse es básicamente compartir los puntos de partida de cada uno, ponerlos en conjunto y en público y pensar sobre ese “estado de la cuestión”. Además, ese estado conlleva una expresión bastante avanzada de “estado social de la cuestión”, expresión de las necesidades sociales, de aquello que nos ha funcionado, lo que no, y de las posibilidades de transformar esas realidades vividas.

Entradas relacionadas

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *