Ganamos todos
Dejar de tener ocultos a los franquistas/nacionalistas es muy bueno. Antes estaban escondidos en el PP, ahora se les ve, y eso es mejor que no saber cuántos y cuáles son. Mejor a la vista, mejor conocer, siempre es mejor conocer, tanto lo bueno como lo malo. Es cierto que son muchos más de 2,5 millones, más de los que se esperaba, pero tampoco son todos los que han votado, sino una porción de ellos. Casi seguro que no serán todos, la mayoría sólo son nostálgicos que se quedan en su casa y protestan y dicen que antes se vivía mejor, lo cual es cierto, porque antes el capitalismo no había llegado a los niveles de explotación en que actualmente se mueve.
Por otra parte, otro beneficio es que han movilizado a las izquierdas calladas, y eso no ha estado mal tampoco. Sensibilizarse de lo real, comprenderlo e intentar que no se desmadre todavía más es también un paso hacia la concienciación de lo que hay y tenemos. Es cierto, controlan ideológicamente o al menos influyen casi decisivamente en Andalucía, pero es más coherente también para Andalucía. De todas formas, hay límites a casi todo, también en la nueva situación de la política andaluza, porque hay respuestas sociales que ya están formulándose (a veces, sentirse presionados o hasta en persecución, nos permite reaccionar ante las políticas de desigualdad y de falta de libertad que normalmente padecemos en este mundo del capital).
Además, el franquismo fue profundamente más lamentable y agresivo y hasta más reaccionario –si es posible- que el nazismo o el fascismo. Aquí se mezclaban latifundistas absentistas, aristócratas todos que no deseaban reformas agrarias y no estaban dispuestos a ceder a los campesinos; empresarios muy particulares y explotadores que querían seguir haciendo estraperlo y aprovechar la guerra para enriquecerse aún más; pelanas ideólogos procedentes de un mundo de señoritos remilgados y pijos –desde Valladolid a Madrid- que lideraban movimientos con una fuerte capa religiosa como eran los falangistas y tal vez en otro sentido los carlistas requetés y otros especímenes extraños y además, los monárquicos que querían recuperar sus privilegios y sobre todo, esa casta que son los militares que están acostumbrados a mandar y ser obedecidos y que en este país siempre ha tenido más privilegios de lo razonablemente normal en cualquier país democrático. And so.
El franquismo era además profundamente religioso, católico/apostólico/romano y con una iglesia heredera de la Inquisición de toda la vida. Todavía hoy los obispos y la curia que manda de la iglesia española es más papista que el Papa, y sigue a su rollo, produciendo más cortocircuitos de los que podría hacer en Francia o hasta en Polonia.
Ejes del Rollo Franquista
Vaya mezcla: aristócratas terratenientes absentistas por un lado.
¿Quienes eran? En general, señoritingos, señoritos, mucha feria, muchos toros, mucha caza y ningún interés en que sus tierras fueran utilizadas para ofertar trabajo digno. Nada de eso. ¿Que era mejor? Plantar olivos, viñas o si acaso dejar que las encinas crecieran a su aire.
Auténticos y despreciables rentistas, de «sangre azul», hijos, nietos o bisnietos de cabrones guerreros que robaron las tierras a algunos que la perdieron …… sin saber lo que es » dar un palo al agua» y con una ideología clasista, machista, xenófoba y putera: vamos, lo que se conocía como el típico «señorito andaluz» –que sólo es su “arquetipo”, no todos son andaluces, por supuesto- Esos fueron los primeros aliados del franquismo.
¿Razones? Muchas. La más importante la Reforma Agraria de repartos de tierras que proponía la II República, pero hubo muchas más vinculadas a esa ideología ventajista, imperialista, monárquica y super-reaccionaria de estos tipxs que raramente aparecían por sus tierras y que lo único que deseaban era que todo siguiera igual o si pudiera ser todavía más favorable que en épocas anteriores. Ganaron la guerra y siguieron haciendo lo mismo bajo el amparo del poder militar del franquismo.
Segundo prototipo que apoyó al franquismo fueron los empresarios, en general grandes, pero también pequeños (los grandes apostando por el negocio y la rentabilidad; los pequeños sobre todo por el miedo a perder lo que ya tenían, aunque los más especuladores para conseguir ventajas del conflicto).
Empresarios de la burguesía vasca o catalana, o de los oportunistas de Madrid y alrededores. El ejemplo más utilizado es el del famoso March, que se recuerda haciendo negocio y evitando impuestos, metiendo zapatos del pie izquierdo por una aduana y los del pie derecho por otra distinta, o dedicándose al estraperlo.
Gente sin sentido social, solo puro egoísmo mezclado con miedo: tal vez la peor combinación de actitudes. La explotación se acentúa cuando se tiene una conciencia de superioridad y/o de temor, hasta la paranoia personal, familiar o social.
Un tercer gran apoyo fueron los militares, con un pensamiento nostálgico por lo que les habían dicho que había sido (un imperio donde no se ponía el sol) comparado con lo que era (todas batallas perdidas, fuera de los países colonizados, sobre todo, la totalidad de la América hispánica, un retroceso para los militares que les dejó sin prestigio y sin beneficios, medallas, reconocimientos, dinero y todo eso, también poder).
En 1898 los echaron de Cuba, de Filipinas …. ya a principios del XX del norte de África: un ejército derrotado, y en decadencia. ¿A quien le iban a echar la culpa? A todos, menos a ellos mismos y a su incapacidad paralela a la del país en su conjunto. Querían vivir la fantasía de seguir siendo un imperio al que realmente habían echado de todos los lados.
Un cuarto componente social fueron los monárquicos, alfonsinos, juanistas, carlistas o neo-l carlistas y otros.
Alfonso XIII fue un mal -malísimo?- rey. Tuvo que marchar y se marchó rico y a malgastar sus dineros en casinos y prostíbulos, como buen Borbón que era. Pero la Corte y sus allegados eran bastantes que vivían del rollo monárquico, de los peloteos y las oportunidades que brindaba estar al ladito del poder real. Muchos querían restaurar la monarquía, otros asaltarla, otros «sacar tajada» ….
Eran pocos, pero siempre hay mucha gente tonta que se siente monárquica o cualquier cosa. El rey no puso una perra para financiar la guerra, pero otros si. Pocos, pero con relaciones tanto con la aristocracia terrateniente, como con empresarios grandes y veces no tan grandes, con la iglesia y por supuesto con el ejército (hacer carrera militar era una de sus formas de clase para adquirir poder, respaldar a los suyos y sobre todo para los segundos, los que no eran el mayorazgo, ganarse la vida sin trabajar o casi).
La quinta fuerza, ahora místico-ideologica era la iglesia, muy presente en una sociedad muy ignorante, muy poco estudiada, donde era fácil creer ya que no se podía saber.
La iglesia católica española es más regresiva, y más papista que el Papa y además tiene mucho poder y dinero. Estaba y sigue estando súper protegida por los poderes fácticos o políticos. Nadie se atreve con ella, al menos aquí y hasta ahora.
Domina la enseñanza básica y secundaria y hasta en parte la universitaria privada y también en cierto modo, pública. El modus operandi de la universidad pública sigue siendo todavía la cátedra y las lecciones magistrales: lo que se enseña es la verdad casi siempre con mayúsculas y la libertad de cátedra era y es un privilegio, nada propio de países democráticos.
La iglesia es super-jerárquica, autoritaria, casi visceral en sus principios y creencias, viene a representar y más en los treinta del XX la VERDAD y lo otro está equivocado y arderá en el infierno por los siglos de los siglos.
El franquismo y su líder eran profundamente católicos al estilo español. También la falange, de la que hablaremos, también los militares: casi de misa diaria. La iglesia española es/era tal vez el poder más poderoso -valga la redundancia- en este país.
La sexta fuerza, evidentemente señoritil y minoritaria era la falange ….
Eran pocos, pero como señoritos maleducados llegaron a parecer muchos. Muy en el fondo tenían que ver con el fascismo italiano o el nazismo alemán …. tenían la chulería del primero, sin llegar a una buena imitación del duce Mussolini, y lo que les movía mas era llegar al nivel xenófobo y clasista de las SS nazis.
El líder e hijo bien-amado del dictador Primo de Rivera, era eso, un señorito, hijo de militar politizado y poco más. Sus descendientes construyeron copiando unos puntos que era obligatorio saberse en toda enseñanza oficial (supongo que el lector apreciará que a mí me suspendieron más de una vez en la Formación del Espíritu Nacional), una ideología nostálgico- imperialista, nacionalista, xenófoba, explotadora y más. Tan idiotas que con el sol del verano castellano se ponían cantando cara al ídem ….. ni siquiera comprendían que podían pillarse una insolación o hasta un principio de neumonía. Y aquí se acaba el relato de como los militares del franquismo nos sometieron durante muchos años.
La única y gran ventaja de la etapa franquista, es que éramos tan pobres, que todos aspirábamos a mejorar, y a mejorar. Yo fui un privilegiado, aun cuando siempre estudié en colegios e instituciones públicas, pero pienso que todos, mucha gente, valorábamos mucho lo que aprendíamos y teníamos la esperanza de que aprenderíamos realmente. Hoy todo está más conseguido, más fácil y tal vez por ello, si ahora los innombrables tomaran el poder, se encontrarían con que nada de lo que pretendían y sienten nostalgia, valdría para nada, porque hace sesenta años éramos muchos los que queríamos ser, saber y estar. Hoy nos han jodido tanto la mente que muchos sólo quieren ser los mejores, los únicos o los elegidos, o por el contrario, no tenemos remedio y nos conformamos con seguir como estamos o como están los otros, los que están al lado. Nunca sentí la competición en mí –aunque sí la superación- sino la necesidad de aprender, de investigar, de encontrar, de disfrutar de lo que no conocía.
El franquismo aplastó a una parte mayoritaria del pueblo. Lo puso debajo de sus botas y de sus palios, le reintrodujo todo lo nefasto que éramos todos –o habíamos sido- y nos hizo retroceder mental y socialmente tal vez más de cien años, los mismos que les gustaría a los innombrables de los dos millones de votos.