«Hoy no interesa progresar sino tener éxito. No espero encontrar al hombre perfecto. Me contentaría con hallar un hombre de principios. Pero es difícil tener principios en estos tiempos en los que la nada pretende ser algo y lo vacío pretende estar lleno»
¿A qué no adivinan quién escribía esto?
¿Es actual? ¿Es universal? ¿Todavía no somos hombres de principios? ¿Tenemos principios? ¿Alguna vez los hemos tenido? ¿Alguna vez los tendremos? En los comentarios ampliaré y daré el autor.
Lo importante es siempre el principio, el punto de partida. Según como empecemos, somos. Aunque siempre es posible volver a empezar …. por el principio, aunque si no los hemos adquirido en el curso de la vida ….. es difícil partir de ideas o ideologías que nos llenan de confusión, pero no nos permiten «principiar» nuevamente.
Principios …. si, principios, aunque sean básicamente ideológicos, pero principios … al menos, principios …
¿cómo vamos a llegar a algún sitio sin principio/s?
Enorme la frase …. enorme … y tan cierta ….. hemos sido absorbidos por el mercado … ¿queda algún principio?
El neoliberalismo no tiene principios …. es más fugaz que un meteorito …. un presente sin pensamiento …. sin principios
Empecemos por ejemplo por el respeto ….. ¿qué tal? ¿lo podemos practicar o ya es imposible? Se respeta a lo que vale la pena
Por fin, desvelado el secreto. La frase, oh sorpresa, es del gran Confucio …. ¿a que era inimaginable? Eso.
Sin principios …. si, me temo que caminamos más y más hacia sociedades con principios acortados ….. El mercado, y en consecuencia, el neoliberalismo, y en tanto, el poder, no precisan de principios, sobre todo, si han llevado la desigualdad a la máxima potencia. Los principios hoy son cosa de pobres. A los ricos les justifica el mercado: ¿gano más dinero, soy más rico? Pues tengo razón y lo importante es cazar ratones … hay muchos ratones que cazar … y «no valen» (no tienen precio, quieren decir: mejor dicho, son casi gratuitos), no valen nada …. y a veces hasta son un estorbo. ¿Adónde hemos llegado? En realidad, es un viaje a ninguna parte, un viaje sin viaje, un viaje insulso y dónde lo único importante es tener más, hacer la montaña de dólares más grande y porla noche, reunirlos todos y mirarlos como el dios Midas que es.
Al mercado no le valen los principios, sólo los precios …. y los precios son tan caprichosos como los que tienen poder y quieren tener más, como sea.
Todavía a principios del XIX David Ricardo hablaba sobre valores, sobre el valor, que precisamente se representaba en términos de trabajo. Eso nos sirvió para saber que los explotados lo eran porque no recibían más que una mínima parte de lo que aportaban, justo o alrededor de lo que precisaban para mantenerse ellos y sus familias en términos de subsistencia o hasta un poco menos. Era el comienzo del capitalismo industrial, todavía quedaba algún principio. Los neoclásicos y sus continuadores casi cien años después, los neoliberales, no ven más valor que el precio de las cosas. No hay valor en saber hacer una cosa, no hay valor en perfeccionarla, no hay valor en nada, sólo un precio que refleja un supuesto equilibrio -que no lo es- en el mercado entre oferta y demanda. Ocurre que la oferta está monopolizada y a escala mundial; la demanda está fragmentada, aunque su comportamiento -y eso es interesante para el que acumula dinero- es propio de una masa sin cerebro -compra lo que se le dice que compre, aunque tal vez deje de comprar lo que necesite realmente-. La demanda está fragmentada y ya sabemos que la máxima del poder es: divide y vencerás ….. justo lo que se vive en el mercado. La oferta concentrada y centralizada, monopolizada y a escala mundial; la demanda masificada y dividida y por supuesto, vencida de antemano.
¿Nos hemos quedado sin ideologías? Si nos comparamos con el XIX o el XX, la respuesta es evidente, SI …. o cada día están más diluidas. ¿Este fenómeno es generalizado? Cada día más, aunque existen resquicios. Aún en las máximas desigualdades, quedan siempre resquicios, y aquellos que pueden seguir pensando y siendo libres a su modo, y no al del mercado, podemos pensar que tienen un pequeño, pero cierto, margen de maniobra. Otras veces ha sido así en la historia, y no es que se repita, pero algo sí se parece. Hemos pasado etapas en que la oscuridad nos ha invadido. Ahora la oscuridad se llama mercado, como Dios omnipotente e irrevocable …. pero como ocurría en Farenheit 451, los hombres-libro conservaban la cultura y la difundían: y el conocimiento siempre nos da una oportunidad que precisamente conduce hacia más igualdad, más libertad y más fraternidad.