Un debate antiguo, más o menos como en las cavernas, un Duelo a Garrotazos, como el famoso cuadro de Goya. Todo conducía al garrotazo ¿vil?. Si, bastante vil, desde el primer asalto hasta el último. Los “duelistas” salieron muy golpeados, más Rajoy -y con muchas razones- que Sánchez.
La pelea fue cuerpo a cuerpo, de esas que en boxeo llamaban fajadores, que encajaban todo lo que el otro les lanzaba y se mantenían en el ring –me pierdo con las imágenes del boxeo, nunca me gustó que la gente se pegara y le llamaran deporte-, sin caer en el K.O. Fajadores y pegadores, gente bruta, gente de otro tiempo, gente de tribu urbana, gente sin muchos principios, pero bastante pegada, gente peligrosa y poco social o socializable, poco educada. Gente con poco conocimiento, agarrada a sus papeles, repasándolos en lugar de pensar lo que le decía el otro, sino preparando la respuesta, que muchas veces no tenía que ver con lo que se estaba hablando, pero hacía daño al adversario. La cuestión era tumbar, no pensar, no construir, no compartir, no complementarse, no ……. Era una negación de la vida, y algo muy cerca del paseo al cementerio.
Porque realmente me pareció algo así como “el entierro de la sardina”, es decir, el entierro del Antroido –figura típica del Carnaval en mi tierra-, ambos se decían cosas que los enterraban más y más profundo –menos mal que era en Madrid y no hay mar, sino serían pasto de los tiburones u otras especies-. Cada garrotazo era respondido con otro garrotazo, nada de explicar, nada de moderar, nada de pensar y luego responder, sólo a garrotazo limpio. Muy primitivo. Como diría Manquinha cuando en la famosa reunión de Airbag saca la metralleta: “aquí va a haber ondonadas de hostias”. Si, tremendamente primitivo. ¿Cómo quieren ganar algo a “host …..”? ¡Menudo espectáculo para los que no habitan y ya están acostumbrados a esta práctica y ya no son tan primitivos! ¡Menudo espectáculo!. Un redactor de la BBC comentaba en twitter esa agresividad de garrotazos con una gran sorpresa, y así lo trasladaba a sus lectores.
Los dos perdieron, los dos debieron llegar a sus casas respectivas y alguien, probablemente sus señoras, tuvieron que lavar sus heridas que no curarán nunca, porque han construido un espectáculo lamentable, de vergüenza ajena. A la hora de garrotazos mutuos, María se durmió, como supongo muchas otras personas –me gustaría saber la evolución de la audiencia a lo largo del programa-; yo buscaba en twitter algo más divertido, al menos dichos graciosos sobre tanto garrotazo. A la hora y media estaba totalmente agotado y antes de las doce me fui a la cama y me hice un sudoku para reducir la tensión. Dormí inquieto, porque tanta violencia inquieta a cualquiera, y hoy al despertar y desayunar tuvimos tiempo María y yo para comentar y reflexionar sobre tanto garrotazo antiguo, justo como el cuadro de Goya. ¿Es éste todavía este país? Pues sí. Lo siento, pero si y ellos, los representantes de la casta, sus mejores exponentes.