Mi padre se interesaba por todo. Como autodidacta que era, valoraba el esfuerzo en comprender lo que le quedaba por saber, y siempre aportaba cosas que encontraba. Si lo comparase con otros padres, de otras familias cercanas, la distancia era cósmica.

Él representaba la diversidad, el interés por lo nuevo y su conocimiento, ….. sus relatos eran cuentos, en el sentido de que no sólo contaban algo, muy bien contado, por cierto, sino que lo integraban en una gran variedad de temas que circundaban el tema sobre el que hablaba. Me ha pasado que cuando he visto películas que él nos había contado haciendo la cena, a mi madre y a mí, siempre he sentido que no eran como él las había relatado. Eran peores: él las encuadraba históricamente, conocía los personajes, los relacionaba con situaciones reales que había vivido. La decepción estaba servida cuando por fin tenía oportunidad de ver esos filmes.

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Sus libros, su biblioteca, eran muy variados, y yo me atrevía, y él nunca me dijo “no cojas esto o coge aquello”, sino que me dejaba y yo me iba a mi habitación y en la cama, leía, dejándome llevar por las lecturas. Ahí descubrí a Sender, a su Crónica del Alba, a su Imán y muchas novelas más; ahí descubrí al Zweig, en un libro que marcó mis deseos y expectativas: “Brasil, país de futuro”; ahí leía sobre el cosmos –tan complejo y tan sugestivo- o sobre química o física aplicadas, o consultaba –imitándolo- el diccionario-enciclopedia y me pasaba tiempo pasando de una cosa a otra, en un afán continuo de saber y de conocer lo que era nuevo para mí, lo que sólo me incitaba a una aventura, a la aventura del conocimiento. Ahí pude hojear o leer mucha poesía y mucha historia, sobre todo, de aquello que corría por el fondo de su ser, la guerra civil y el “diablo hablado” de las dos y media de la tarde, el “parte”, siempre recibido y criticado en su dinámica mentirosa y propagandística en que se movía.

Había días que llegaba cansado o frustrado, y decía que le dolía la cabeza, se quitaba las gafas, cogía un libro o un periódico, se sentaba en su sillón y se recluía a leer. Todavía lo estoy viendo ….. Cuando había encontrado algo nuevo que contar, inmediatamente nos lo contaba, y de ello se derivaba más de una vez una explicación sobre algo que había vivido en la “guerra”, esa tortura que tuvo que vivir para “ocultar” a sus familiares inmediatos de los “franquistas” y los “curas”. Cuando leí a Preston o alguna de las reflexiones de moda para saber de la guerra civil, también me decepcionaron en gran medida: no tenían los detalles y sobre todo, la integración entre lo vivido y lo sentido, que estaba en los relatos de guerra de mi padre.

Mi padre era extraordinario. Y de él aprendí muchas cosas, pero sobre todo, a tratar bien a los demás, a ser honrado y digno, a elegir siempre mi camino y muchísimas cosas más.

Mi padre, republicano de toda la vida, murió en 1973, dos años antes de al menos poder ver una especie de democracia, aunque sea claramente descafeinada. Los buenos, tal vez sean tan buenos, porque casi nunca han logrado aquello que más anhelaban, y en su búsqueda, se han proyectado en los demás y nos han hecho felices.

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7 comentarios en «Mi padre»

  1. Me acuerdo lo contento que se puso cuando supo que iba a ser profesor en la universidad …..

    Le emocionaba que aspirase a ser licenciado -todavía cursaba cuarto de carrera-, fue una gran sorpresa para él que le dijera que iba a ser ayudante del profesor ayudante. Yo, en ese momento, no podía apreciar todo el amor que había en su sacrificio para que yo estudiase.

    Me acuerdo como se emocionó cuando le dije que estaba trabajando como asesor económico de un periódico ….

    ¡Qué suerte tuve!

  2. «Los buenos, tal vez sean tan buenos porque casi nunca han logrado aquello que más anhelaban, y en su búsqueda, se han proyectado en los demás y nos han hecho felices». La frase llena de amor …. y de recuerdos …. me quedó bien …. en homenaje a los muchos hombres que fueron hombres, aún cuando «su circunstancia» fue claramente adversa y tuvieron que sufrir una inclemencia continua en su vida. Por todos esos hombres, grandes hombres, que como mi padre vieron como la vida que ya habían vislumbrado en libertad con la II República se convirtiera en un infierno, en un «diablo hablado» de las dos y media o de las diez de la noche …… Disfrutaron poco de la libertad, aunque debieron de ser unos años muy intensos y tremendamente formativos. Lo malo es que durara tan poco, y las fuerzas reaccionarias, esa combinación entre fascismo-nazismo-falangismo, iglesia católica y capitalismo de tercera y latifundismo aristócrata, todavía hoy sigan marcando el país, con sus ideas rígidas neoliberales, la iglesia de toda la vida, añadida con Opus y demás, y un empresariado nada innovador, ni emprendedor y sí ampliamente explotador y tristemente atrasado.

  3. Mi padre, nacido en Buenos Aires, aunque de padre y madre gallegos, no renunció a su nacionalidad argentina, entre otras cosas porque de Argentina o de México venían aires de libertad que habían aprovechado muchos de los intelectuales republicanos españoles para impulsar empresas sociales, y entre ellas, las editoriales. Mi padre era solidario y nada localista o provinciano, sino universalista y fraternal, socialista y igualitario, ciudadano del mundo, como se suele decir.

  4. Siempre lo sigo imaginando en una postura que nunca lo ví, sentado en un banco del Jardín en La Coruña. con las piernas cruzadas, sus gafas de montura, su mirada entre seria, triste y comprometida. Ha sido mi referente, mi padre.

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