Hacer cosas es la base para aprender, hacerlas y luego incorporarlas a nuestro conocimiento. Además, nos sentiremos más alegres y optimistas haciéndolas que memorizándolas en un libro o escuchando a un profesor. Es más, la misma práctica nos incitará a hacer nuevas hipótesis y alternativas de trabajo y tal vez favorezca la innovación, tanto en las formas como en los contenidos. Se aprende haciendo, y mejor haciendo en grupo. Todo se enriquece con la aportación de más de uno y con la compartición social de lo que hacemos. Al tiempo, esa sociedad inmediata revisa nuestros pasos y les aporta calidad.

Se puede aprender sólo estudiando y repitiendo, pero es más lento y más ineficaz y menos social.

Leer más