El niño prodigio de la izquierda desnuda a la casta

El ensayista británico Owen Jones
Carlos Prieto

«Este periódico publicó hace unos meses una reveladora investigación llamada Del consejo de ministros al consejo de administración. Los pasillos entre el congreso y la empresa. O los cincuenta políticos cañís que han atravesado la ya mítica puerta giratoria celibérica en la era democrática. Un trabajo complementado después con un demoledor gráfico sobre los 24 excargos públicos españoles a sueldo de las compañías eléctricas. Si Owen Jones (Sheffield, 1984) fuera español en vez de inglés, probablemente hubiera incluido estos datos en su nuevo ensayo, The Establishment, publicado ayer en el Reino Unido.

El ensayista, convertido en la gran esperanza blanca del pensamiento de izquierdas tras el éxito internacional de su anterior libro (Chavs, Capitán Swing, 2012), ha vuelto con la escopeta cargada. Si en Chavs analizó la influencia política y cultural del thatcherismo, en su nuevo libro viaja hasta el corazón de la lucha de clases: ¿Qué es la clase dirigente? ¿Quiénes pertenecen a ella? y ¿Por qué están minando la democracia para defender los intereses económicos de unos pocos?, se pregunta en el libro.

Todo ello pensado, cocinado y escrito por un veinteañero (Owen Jones cumplió hace unos días treinta años) con cara de no haber roto un plato en su vida. ¿No es encantador?
Cuando hablamos de “casta” en España solemos limitarnos a pensar en los políticos que están en el poder, pero se trata de un concepto amplio referido más bien a una alianza entre poderosos con intereses económicos comunes (de la política a la banca pasando por muchos otros campos). Por ahí va precisamente la definición de “establishment” aportada por Jones: una comunidad de intereses.

Aunque Inglaterra es una de las cunas de la división social por clases y nada parece representar mejor al establishment que el clásico lord británico que vive junto a sesenta criados en una descomunal mansión campestre, Jones no comete el error de hacer una descripción anacrónica de la clase dirigente. Tan establishment es ahora un millonario nonagenario que hizo su fortuna al calor de las corporaciones del Imperio Británico como el político laborista que hace guiños a la clase obrera en sus discursos (que no en sus políticas) y no solo niega pertenecer a la casta sino que se le llena la boca denunciando los privilegios de la misma.

El ensayista pone el ejemplo del antiguo alto cargo laborista John Prescott, viceprimerministro entre 1997 y 2007, al que no le tiembla el pulso a la hora de escribir artículos de combate titulados “La élite todavía gobierna el Reino Unido” (Daily Mirror, 2013), pese a haber sido uno de los brazos ejecutores del blairismo (el thatcherismo por otros medios, en opinión de Jones desarrollada ampliamente en Chavs).

En otras palabras: que tus orígenes sean de clase obrera y tu filiación política sea progresista no te libra (como piensa Prescott) de ser parte del establishment (que, repetimos, sería una comunidad de intereses económicos comunes). Recuerden el rebote que se pilló Felipe González cuando Pablo Iglesias le acusó de formar parte de la casta…
Porque esa es otra: pocos reconocen abiertamente pertenecer a la clase dirigente (aunque Jones encuentra a alguno al que no le importa reconocerlo entre las docenas de entrevistas realizadas a lo más granado del establishment británico durante la elaboración del libro). Si los progresistas niegan la mayor, los conservadores hacen tres cuartos de lo mismo: Jones rescata varios textos donde articulistas conservadores con los dos pies metidos en la clase dirigente cargan contra lo que ellos llaman la degeneración de la clase dirigente (formada exclusivamente, según ellos, por políticos progresistas adinerados y amorales).

En efecto, con los miembros del establishment pasa un poco como con los indies: que cuando empiezan a llover los palos, todo el mundo niega ser tal cosa. Y es que ser parte de los que controlan el cotarro tiene connotaciones negativas. “Las variadas definiciones de ‘establishment’ tienen al menos una cosa en común: siempre son peyorativas”, explica Jones.

Dado que los conservadores británicos creen que el establishment está formado por políticos socialistas corruptos e inmorales, y los progresistas creen que la casta está compuesta por niñatos privilegiados formados en centros educativos de élite, Jones amplia la definición de “establishment” para que ninguno de ellos se quede fuera de la misma: cualquiera que defienda ahora por acción u omisión y desde posiciones de poder el desmantelamiento de los servicios públicos formaría parte del establishment.

El Establishment estaría representado ahora por instituciones e ideas que legitiman y protegen la concentración de la riqueza y el poder en muy pocas manos
“En las décadas que siguieron a la II Guerra Mundial, se ejecutaron varias medidas para limitar los intereses de los poderosos, incluyendo las subidas de impuestos y la regulación de los negocios privados… Pero hoy día dichas restricciones han desaparecido o están en vías de desaparición –y ahora el establishment estaría representado por instituciones e ideas que legitiman y protegen la concentración de la riqueza y el poder en muy pocas manos. Los intereses de aquellos que dominan la sociedad británica son dispares; de hecho, a menudo entran en conflicto entre ellos. El establishment incluye a políticos que aprueban leyes; barones de la comunicación que determinan los términos del debate político; hombres de negocios y de las finanzas que gestionan la economía… El establishment es el lugar donde estos intereses y mundos se cruzan consciente o inconscientemente”, razona el ensayista.
No obstante, aunque Jones piensa que es fácil poner nombres y apellidos a los miembros de ese lugar de ensueño llamado El Establishment, eso no resolvería el problema político generado por dicho club: la desigualdad social. Porque no estamos ante una historia de “villanos” o manzanas podridas, sino más bien ante un “sistema” y un clima político. “El establishment es un sistema y un conjunto de mentalidades que no puede ser reducido a un político o un magnate de los medios determinado. Poco ganaríamos limitándonos a castigar a algunos individuos por su egoísmo y su falta de compasión. Esto no significa que debamos absolver a las personas de su responsabilidad personal, sino entender que los individuos son solo piezas dentro de una maquinaria. Se trata de discutir la idea de que Inglaterra está gobernada por ‘malas’ personas y que bastaría reemplazarlas por ‘buenas’ para resolver los problemas que afectan a nuestra democracia”, zanja.

Conclusión: A Owen Jones no le basta con retirar dos manzanas podridas del cesto; quiere cambiar de cesto»

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7 comentarios en «La casta- stablishment»

  1. No sólo los malos, los media comprados, escriben y todos los días, hay quién también, aunque sea a menor ritmo, lo empieza a hacer para denunciar lo evidente, el sistema de explotación y desigualdad en que nos movemos, y que se manifiesta con más contundencia en el mundo político-social. Tomar consciencia de lo que nos hacen, cada vez más y con más descaro, y aún encima echándonos las culpas y responsabilidades sobre nuestros hombros, es no sólo necesario en el plano de cotilleo, de cabreo inmediato, de levantar la voz, sino y sobre todo, de análisis, de comprensión, de estudio, de investigación, de composición del puzzle, de saber realmente donde estamos. El libro de Jones es un ejemplo de lo que hay que denunciar, y lo que puede servir para movilizarse contra tanta injustifica, contr tanta corrupción, contra tanto descaro a la hora de explotarnos y de generar subordinaciones y dependencias.

  2. A mi compañera también le «repatean» las mentiras, exageraciones y contra-responsabilidades de este mundo de los midia, que cada día está más vendido al capital -siempre lo estuvo preferentemente, ahora es perverso en sus comportamientos, y su descaro llega al infinito. No traduzco el texto, ya que está escrito y divulgado en el ámbito brasileño, donde dentro de un mes hay elecciones presidenciales y sinceramente, es impresionante la forma de manipular y de búsqueda de resultados que se sigue, tanto a través de las muchas promesas que se sabe que no se pueden cumplir, como de las tergirversaciones, las noticias inventadas, las denuncias que nunca llegarán a los tribunales por su inconsistencia y mentira, en fin ….. alucino con lo que veo, y también María dos Santos. Reproduzco su escrito:

    «Hoje preciso desabafar. Estão passando na televisão o que parece ser uma chamada de atenção ao eleitor. Dizem que ir às urnas não é simplesmente votar, é ser responsável por tudo o que o político em quem votamos fizer ou opinar. Talvez a ideia fosse boa e tivesse a intenção de despertar o eleitor para um voto consciente. Ok, mas como saber o que o candidato tal ou qual vai fazer ou “opinar” quando o que temos à disposição para conhecer tal fim é o abominável horário eleitoral “gratuito”? Coloco entre aspas porque tudo tem um preço, e ao se tratar de coisa pública, sabemos exatamente quem vai pagar a conta. Portanto, estamos pagando para que os candidatos digam o que querem. Muito bem, em dito programa informativo, o que vemos é uma sucessão de candidatos falando das maravilhas que já fizeram e/ou pretendem fazer. Como saber se esses candidatos vão cumprir suas promessas quando a experiência nos mostra que não é bem assim? Como podem querer nos responsabilizar por um voto de confiança que demos ao que nos parecia uma boa proposta, que ao final resulta ser somente uma promessa? Se não estamos satisfeitos com o que temos, o nosso impulso é votar por uma mudança, que não declaramos, mas esperamos que seja para melhor, evidentemente. Sendo assim, a meu modo de ver, a bronca não teria que estar sendo dada no eleitor, e sim no candidato. Seria tão mais interessante ver um anúncio que dissesse: “Candidato, tenha cuidado e zele pelo voto que lhe confiarmos, porque vamos estar atentos e cobraremos sua responsabilidade com a vida e o dinheiro públicos. Não aceitaremos que nos roubem ou enganem. Perseguiremos e puniremos aos que não cumprirem suas propostas. Demitiremos os que não governarem exclusivamente em benefício do povo brasileiro. Lembrem-se, os senhores são nossos funcionários”. Ah, dirão alguns, existe a lei da ficha limpa segundo a qual o eleitor pode consultar se o seu candidato tem ficha limpa ou suja. E eu digo que mais uma vez recai sobre o cidadão a responsabilidade que, acho, não lhe compete. Se chegaram a elaborar tal lista, penso que o fim justo que ela deveria ter seria o impedimento da candidatura de tais políticos. Por que ele pode se candidatar, então? Do auge da minha “leiguice”, só posso imaginar que seja para que continuemos votando nesses corruptos para que a culpa de tudo continue recaindo sobre nós. Enquanto o foco não mudar e se passe a exigir dos políticos responsabilidades com o dinheiro público, as outras opções são confiar na nossa memória ou elaborar um diário onde colocaremos ano a ano, eleição a eleição as bondades e maldades de todos os nossos políticos, o que, convenhamos, nem é factível nem parece que serviria de muito se não aparecerem opções que realmente nos pareçam sólidas. O que defendo não é a isenção da nossa responsabilidade política, muito pelo contrário, o que defendo é que reflitamos cada vez mais sobre a nossa realidade imediata e mediática.
    A tal da ficha, além de não ser de fácil consulta, não me parece muito esclarecedora. Em todo caso, se a alguém quiser conhecê-la, aqui está o link: http://divulgacand2010.tse.jus.br/divulgacand2010/jsp/framesetPrincipal.jsp «

  3. Marina Silva ha irrumpido en la campaña como un terremoto y dados sus antecedentes, con mucha precaución para aquellos que piensan que hacer política no es sólo marketing o peloteo del elector, es mucho más: Reproduzco un artículo de Altamiro Borges, un comentarista político, cuyo blog, el blog de Miro, es realmente intersante para ponerse al día de la política brasileña y algo más:

    «Marina se faz de vítima. Fingida!

    Por Altamiro Borges

    «Na disputa presidencial de 2010, Marina Silva, então ainda verde, cumpriu seu papel e quase não foi atacada. Ela nunca ameaçou o tucano José Serra e ainda o ajudou a chegar ao segundo turno. Agora, porém, ela atropelou o cambaleante Aécio Neves. Contou com o chamado recall da campanha anterior, com a comoção criada pela morte de Eduardo Campos e também com a escandalização da política patrocinada pela mídia. A reação foi imediata: o tucano apavorado passou a cutucá-la e um setor da mídia, arrependido do tiro no próprio no pé, também decidiu fustigá-la. Diante dos ataques, a agora competitiva Marina Silva – que talvez se ache fruto da “providência divina” – se faz de vítima. Mas é puro fingimento!

    Neste domingo (7), em coletiva à imprensa, ela afirmou que “o PT e o PSDB estão irmanados na determinação de nos destruir, não importam os meios… É impressionante a mobilização de exércitos de propagadores de calúnias, mentiras e distorções nas redes sociais”. Só faltou fazer como o censor Aécio Neves e processar os ativistas digitais. Ela voltou a garantir que representa a “nova política” e que não fará “alianças com as velhas raposas”. Aproveitando a onda midiática, ela ainda disse que a Petrobras está sendo “destruída pelo apadrinhamento e a corrupção” – mas não aceitou a lembrança de que o nome de Eduardo Campos também surgiu na tal “delação premiada” de Paulo Roberto Costa, ex-diretor da estatal.

    A «metamorfose ambulante»

    Mas não adianta Marina Silva posar de santa e pura. Ela agora é vidraça e será alvo de críticas – algumas de baixo nível; outras bem consistentes. Ela precisará explicar, por exemplo, a sua postura volúvel. Por que num dia ela defende os direitos homossexuais e, no outro – a partir de quatro tuites do pastor Silas Malafaia –, ela muda de opinião? O motivo é meramente eleitoreiro, na caça dos votos evangélicos, ou é pelo mais tacanho fundamentalismo? Por que ela recuou na proposta de revisão da Lei da Anistia? Foi para acalmar os “milicos de pijama” saudosos da ditadura? Por que ela sinaliza que pode ceder às demandas dos barões do agronegócio? Esta “metamorfose ambulante” seria a marca da “nova política”?

    Ela também deverá explicar porque encanta tanto os agiotas do capital financeiro. É por que ela tem no comando da sua campanha figuras com sólidos vínculos com os banqueiros – como Neca Setubal, herdeira do Itaú, Eduardo Giannetti e André Lara Resende? Ou é por que ela defende, abertamente, os interesses dos rentistas, como a autonomia do Banco Central e o receituário neoliberal dos juros altos, austeridade fiscal e total libertinagem cambial? Ou por ambos os motivos? O que mais Marina Silva prometeu aos especuladores do capital financeiro? E sobre a política externa? Ela já andou atacando o “bolivarianismo” na América Latina. Defenderá o “alinhamento automático” com os EUA, como fazia FHC?

    O convívio com as «velhas raposas»

    Além destas questões mais programáticas – tão distantes da pragmática candidata –, outras pedras aparecerão no seu caminho. Marina Silva se traveste de algo novo na política, mas já atua neste terreno há mais de 30 anos. Foi senadora, ministra do Meio Ambiente, candidata em 2010 e novamente agora. Neste período, ela já passou por quatro partidos – do PT para o PV, da tentativa frustrada de criação da Rede para a carona no PSB. Ela também diz que não tolera “velhas raposas da política”, mas está ao lado de Paulo Bornhausen e Heráclito Fortes, ex-demos convertidos ao “socialismo” do PSB. Agripino Maia, chefão do DEM e da campanha de Aécio Neves, inclusive já antecipou que vai apoiá-la no segundo turno.

    Por último, Marina Silva também terá que enfrentar denúncias no campo da ética. Ela, que adora posar de moralista, não está imune a estas críticas. Até hoje, por exemplo, ela não deu qualquer explicação sobre o jatinho fantasma que servia à campanha do PSB – e no qual a candidata viajou várias vezes. Ela diz, inocente e pura, que não sabia de nada! Também não explicou a estranha hospedagem num imóvel cedido em São Paulo por um fazendeiro filiado ao DEM. Ainda não declarou quem foram as pessoas físicas e jurídicas que bancaram R$ 1,6 milhão em suas palestras. E nem comentou a recente denúncia de que o seu marido, Fábio Vaz, responde a um processo por improbidade administrativa.

    Em 2010, Marina Silva era pedra e não assustava. Agora, ela é vidraça. E não adianta se fazer de vítima!»

  4. La Internacional socialista no es de fiar, y esta candidata antes fue petista, luego verde, ahora sociata. Sólo promete palabras que suenan bien al electorado: «mudança» (cambio) ¿igual que Felipe González en 1982? o que Aznar a su modo a mediados de los noventa, o el mismo Rajoy, aunque este siempre ha hablado poquito … no tenía ni tiene mucho que decir, prefiere hacerlo y sorprender, siempre negativamente, al pueblo.

  5. La casta en Brasil es también los media, pero aquí de una forma tal relevante como lo son en España actualmente, aunque con fuentes de financiación y poder diferentes. Dice un autor que los media son todavía menos creíbles que los políticos, y así es, así ya lo es en países como el nuestro y como Brasil. Aquí supermonopolizados por el grupo O Globo, del Roberto Marinho, es impresionante el montaje de noticias ad hoc, creados ex profeso, para pervertir más el sistema, y mientras tanto dándoselas de filantrópicos y caritativos con sus programas para remover las conciencias, como el ya famoso Esperança. En fin, no soy analista político, tal vez porquye siempre he desconfiado de esta casta de personajes excesivamente ambiciosos y que basan su estrategia en la mentira continua, en las alcantarillas del poder y todo eso.

  6. Me gustaría recalcar el interés del Blog de Miro. Reproduzco otro artículo que interrelaciona a Europa y Brasil desde el punto de vista de los «tucanos» (derechona, equivalente a los peperos, neoliberales ellos y que propnen lo mismo que fracasa en todos los sitios, incluida Europa). Vale la pena hacer el esfuerzo de leerlo en portugués:

    «A receita tucana que devastou a Europa

    Por Altamiro Borges

    «Num lapso de sinceridade – o que não é muito do seu feitio –, o cambaleante Aécio Neves já disse que, se eleito, imporia “medidas impopulares” ao país. Diante da repercussão negativa, ele evitou anunciar quais seriam. Mas para quem conhece o PSDB não é difícil saber o nível das maldades. Arminio Fraga, ex-presidente do Banco Central no trágico reinado de FHC e já anunciado como ministro da Fazenda num improvável retorno dos tucanos ao poder, não vacila em afirmar para as plateias empresariais que reforçará a dose do tripé neoliberal – política monetária de juros altos; austeridade fiscal; e maior libertinagem financeira. Na semana passada, a Europa voltou a confirmar o desastre causado por este receituário.

    No primeiro semestre deste ano, as economias da Alemanha e da França ficaram totalmente estagnadas; já a Itália entrou em recessão. O Banco Central Europeu (BCE) inclusive reduziu a previsão do crescimento do Produto Interno Bruto (PIB) da zona do euro para 0.9% neste ano. Estes números desmentem a mídia tucana, que difunde a ideia de que apenas o Brasil está em crise. A diferença, porém, é que na Europa o ônus destas dificuldades é totalmente lançado nas costas dos trabalhadores. O desemprego bate recordes históricos – na Espanha, por exemplo, ele vitima mais de 50% dos jovens. Já os direitos trabalhistas são retirados e os salários são violentamente arrochados. Bem diferente do cenário do Brasil!

    Diante desta desgraceira, o próprio BCE anunciou na semana passada que adotará medidas mais enérgicas de estímulo à economia. O objetivo, pelo menos no papel, é tentar reverter o crescente desemprego, a quebradeira das indústrias e a regressão no consumo interno. Estima-se que tais medidas injetarão quase € 1 trilhão na zona do euro. Fanático adepto da chamada austeridade fiscal, Maria Draghi, presidente do BCE, alega agora que é preciso reduzir a contenção nas contas públicas para reerguer a Europa. O chefão dos banqueiros só não faz autocrítica das desgraceiras causadas pelo neoliberalismo. Aí já seria pedir demais. Enquanto isso, no Brasil, os tucanos pregam exatamente este veneno»

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